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Trump y el futuro de los evangélicos Made in USA

jueves 26/12/2019

Mark Galli es el Editor en Jefe saliente de Christianity Today, un periódico cristiano evangélico ubicado en Carol Stream (Illinois,…

evangélicos con Trump
01/09/2017: líderes religiosos oran en la Oficina Oval de la Casa Blanca con el presidente Donald Trump después de firmar una proclamación para que se celebre un Día Nacional de Oración el domingo 03/09/2017.

Mark Galli es el Editor en Jefe saliente de Christianity Today, un periódico cristiano evangélico ubicado en Carol Stream (Illinois, USA), propiedad de una compañía editorial fundada por Billy Graham en 1956, quien declaró que él quería “plantar la bandera evangélica en la mitad-del-camino, tomando la posición teológica conservadora pero con un acercamiento más liberal a los problemas sociales“. No resultar trivial recordarlo.

El 19/12/2019, Mark Galli escribió un editorial titulado “Trump debería ser destituido de su cargo“, que propuso un debate acerca del Presidente estadounidense, acusado de cometer algunos delitos inadmisibles para su investidura y por los cuales la Cámara de Representantes aprobó pedir al Senado el juicio político del actual jefe de la Casa Blanca.

El tema fue muy controversial porque muchos evangélicos apoyan a Donald Trump, incluyendo el hijo de Billy Graham.

En la Redacción de la publicación hubo quienes redactaron una Carta Abierta de respaldo a algunas de las opiniones de Galli pero básicamente a la libertad de expresar su opinión, y algunos colaboradores opusieron sus reparos, aclarando que los evangélicos apoyan al Presidente por sus políticas antes que por su personalidad (fue el caso de Johnnie Moore, titular del Congreso de Líderes Cristianos o The Congress of Christian Leaders, un asesor informal de Trump).

Christiany Today tiene 13 publicaciones hermanas (desde Today’s Christian Woman a la intelectual Books & Culture), alcanzando un universo de dos millones de lectores en su formato tradicional de papel y más de 10 millones de páginas visitadas mensualmente en Internet.

Su primer editor, Carl F. H. Henry, se aseguró de presentar la agenda religiosa/espiritual en todos los eventos de la actualidad. Por ejemplo, durante las campañas políticas, las columnas dan cobertura a los candidatos de ambos partidos, el Republicano y el Demócrata, poniendo énfasis en sus agendas sobre moral y justicia social, y sus trasfondos religiosos.

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La gran duda

J. Kameron Carter, profesor de Estudios de la Religión en Indiana University (Bloomington), escribió en Religion News un artículo muy interesante acerca de lo ocurrido en Christianity Today, y su interpretación de los acontecimientos:

Dado el sólido apoyo al presidente Donald Trump de la comunidad evangélica cristiana, la aparición a fines de la semana pasada (19 de diciembre) de un editorial titulado “Trump debería ser destituido de su cargo” sorprendió a muchos, incluso, a juzgar por su respuesta en Twitter, a Trump mismo. Sin duda él, tal como muchos expertos, pasó el fin de semana pasado preguntándose si el editorial presagia grietas en su base electoral.

Si bien no estoy convencido de eso, es alentador que Christianity Today, la revista fundada por Billy Graham y un bastión del pensamiento evangélico blanco durante medio siglo, haya mencionado lo que obviamente es tan cierto sobre Trump. Pero aparte de la política, una cuestión importante aún no se ha tenido en cuenta. ¿Por qué este editorial y por qué ahora? ¿Está pasando algo más profundo, tal vez incluso indescriptible?

A esta última pregunta, respondo que sí. El editorial de CT apunta no solo a una crisis dentro de la versión evangélica de la religión estadounidense; señala una melancolía indescriptible que marca la blancura estadounidense misma.

Esto es más contundente cuando el editor en jefe de CT, Mark Galli, concluye el editorial diciéndole a sus compañeros evangélicos que la acusación de Trump ha llevado al evangelicalismo y al país a un punto de inflexión. Usando las imágenes de un juego de póker, escribe: “Y justo cuando pensamos que es hora de empujar todas nuestras fichas al centro de la mesa, es cuando todo el juego se viene abajo”. Se derrumbará sobre la reputación de la religión evangélica y sobre la comprensión mundial del Evangelio. Y se vendrá abajo en una nación de hombres y mujeres cuyo bienestar es también el nuestro”.

Es esta ansiedad sobre el futuro del evangelicalismo, tejida junto con una ansiedad sobre el proyecto estadounidense, lo que el comentario puramente político ha dejado sin abordar. Llamemos a esta ansiedad “la melancolía de la blancura”, o la ‘blancura’ perdiéndose y tratando de salvarse violentamente, o el esfuerzo por “hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande”. (…)

No se trata solo que Trump haya traicionado los ideales de una ‘blancura’ respetable. Es que se niega a jugar el juego de la ‘respetabilidad blanca’ (o es incapaz de hacerlo) y, por lo tanto, se niega a ocultar (o es incapaz de ocultar) lo que siempre ha estado sucediendo dentro de la religión estadounidense como cultura estadounidense.

Trump deja al descubierto la continua solidaridad de los colonos con el poder, el “nosotros” incorporador pero excluyente que siempre ha estado en el corazón de la nación. La exposición de esa desnudez ahora ha provocado una melancolía blanca y, al menos para algunas personas blancas, ha causado cierta vergüenza.

La pregunta que nos queda es si la religión puede ser de otra manera, lo que también es preguntar si Estados Unidos puede ser de otra manera. (…)”.

Una conclusión es que la cultura estadounidense, construída por los WASP (white, anglo-saxon and protestant, o sea blancos, anglosajones y protestantes), requiere una refundación cuyos pilares se encuentran en discusión pero, según el autor, él es muy pesimista acerca del éxito de la necesidad.

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10/02/2016: Simpatizantes evangélicos de Donald Trump oran antes de una manifestación con Trump en la Universidad Clemson, en Pendleton, Carolina del Sur.

La encuesta

El Public Religion Research Institute (PRRI) publicó su 10ma. encuesta anual de valores estadounidenses, en un evento en Brookings Institution, en Washington DC.

Fueron entrevistados 2.527 estadounidenses en dos oleadas diferentes entre finales de agosto y mediados de octubre, lo que permite comparar la imagen de Trump antes y después del pedido de juicio político conocido el 24/09/2019.

En el universo se incluyó a 343 encuestados evangélicos protestantes blancos. “El 94% de los republicanos cree que su Presidente intenta proteger el estilo de vida estadounidense y los evangélicos respaldan a Trump porque lo ven como su campeón“, dijo la presidenta de la junta de PRRI, Melissa Deckman, profesora de Asuntos Públicos en Washington College, Maryland.

Si bien en el total, apenas el 39% de los encuestados dijo que aprueba el trabajo de Trump como Presidente, 77% de los protestantes blancos dicen que aprueban el desempeño de Trump.

El 50% de los evangélicos blancos indicaron que “aprueban firmemente” el trabajo de Trump.

Los católicos blancos estuvieron divididos de manera más equitativa: el 50% dijo que desaprueba el trabajo de Trump y el 48% dijo que lo aprueba.

Pero apenas el 28% de los católicos hispanos dijo aprobar el desempeño de Trump, y el 72% de los encuestados católicos hispanos dijeron que lo desaprueban.

El 86% de los protestantes negros dijeron que desaprueban el trabajo que Trump.

En cuanto a los ateos/agnósticos, el 81% afirmó que desaprueba el trabajo de Trump.

El 86% de los evangélicos blancos, el 77% de los católicos blancos, el 76% de los protestantes blancos, el 69% de los protestantes negros y el 65% de otros cristianos, dijo que “Estados Unidos primero” (America First) es un término que usarían para describirse a sí mismos.

Entre los cristianos blancos y negros, surgieron diferencias sobre si sienten que el comportamiento y las decisiones de Trump han alentado a los grupos de supremacía blanca.

El 78% de los protestantes negros, el 74% de los encuestados blancos no religiosos, el 68% de los católicos hispanos y el 66% de los protestantes hispanos dijeron que sí, que el comportamiento y las decisiones de Trump han alentado a los grupos de supremacía blanca.

El 82% de los evangélicos blancos encuestados dicen que prefieren que Trump sea el candidato presidencial republicano en 2020.

Apenas el 12% de los evangélicos blancos encuestados a mediados de septiembre dijeron que apoyaban la idea de destituir a Trump. A mediados de octubre, pasaron al 16%.

Sin embargo, después del artículo de opinión pidiendo la destitución del presidente Trump, Christianity Today dice que aumentaron sus lectores.

Mark Galli lo explicó durante una entrevista con el pastor Al Sharpton, en el canal MSNBC: “Aunque hemos perdido cientos de suscriptores, hemos ganado tres veces más suscriptores”, dijo Galli.

Las audiencias de juicio político han iluminado las deficiencias morales del Presidente para que todos las vean“, escribió Galli.

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Donald Trump y una pregunta: ¿”America First” puede resultar un slogan
que también alienta a los supremacistas blancos?

La verdad

Para completar este enfoque, es interesante abordar el comentario de Scott Moncrieff, en Spectrum Magazine, acerca del nuevo libro de Ibram X. Kendi, “How to Be an Antiracist” (Cómo ser un antirracista).

El regreso del racismo a través de la difusión del movimiento supremacista blanco ha resultado una marca registrada del primer mandato presidencial de Trump.

Es un racismo más sofisticado y amplio, que incluye a los inmigrantes, y a los latinos en la lista de segregados, no sólo a los afroestadounidenses nativos.

Kendi reclasifica las actitudes hacia la raza en tres campos:

  • los segregacionistas / racistas, quienes reconocen la idea de que las razas viven por separado y en una jerarquía de razas;
  • los asimilacionistas / “no racistas“, promotores de los grupos minoritarios de personas que se asimilan a la cultura mayoritaria, a la que identifican como la cultura preferida o correcta, y se ven a sí mismos como moviéndose hacia, o ya formando parte de, una sociedad post-racial; y
  • los antirracistas, quienes creen que aunque la raza es un espejismo, las categorías raciales deben usarse para identificar las desigualdades raciales e implementar políticas para corregirlas.

Kendi enfatiza lo importante que resulta que las personas pueden ir y venir, haciendo o diciendo cosas racistas y antirracistas en el mismo párrafo, y que las palabras y comportamientos racistas de las personas pueden cambiar: “La buena noticia es que racista y antirracista no son identidades fijas … Lo que decimos sobre la raza, lo que hacemos sobre la raza, en cada momento, determina qué, no quiénes somos“.

Pero lo más importante es no prestar tanta atención a lo que una persona dice sino a lo que esa persona hace. Probablemente, es lo que deberían considerar quienes debaten acerca de lo que significa Trump para la comunidad evangélica estadounidense, y viceversa.

Acerca de la verborragia de Trump puede polemizarse mucho pero

  • ¿Qué está haciendo realmente él para promover un cambio en los comportamientos socioculturales?
  • ¿Acaso no le importa a él o sí le importa?
  • ¿Acaso él decidió no hacer nada porque está todo bien según su opinión?
  • ¿Qué debería estar haciendo él que no hace?

Algunas respuestas enriquecerían mucho el debate porque ayudaría a establecer dónde se encuentra ubicado cada uno.

Algunos personas reivindican el pasado cuando hay poco para festejar en lo que quedó atrás (¿atrás?). Sin embargo para esas personas, que no tienen un punto de vista crítico del pasado, todo cambio es negativo cuando para otros es imprescindible. No se trata de comprenderlo ni de interpretarlo sino de saberlo.

(N. de la R.: acerca de esto vale la pena leer en CT: “Confrontando el pecado de nuestro país”).

En cualquier caso, es muy importante el debate que Mark Galli inició porque, en verdad, no se trata de definir dónde se encuentra Donald Trump sino dónde se ubica cada autodenominado ‘cristiano’.

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