El caso más publicitado en la Argentina ocurrió gracias a Amalia Iris Sabina Granata, diputada provincial en Santa Fe, personaje ‘consumible’ por los medios de comunicación para el movimiento antiabortista que se llamó ‘Ola Celeste’, devino en el partido “Somos Vida” e integró el frente electoral “Unite por la Vida y la Familia”.
El motivo de estos consensos coyunturales fue rechazar modificaciones en la legislación acerca de la interrupción voluntaria del embarazo, o aborto. Por supuesto que resultó curioso que la identidad de los evangélicos quedara vinculada, tal como bandera central para la opinión pública en general, a esta consigna antes que a la temática que ellos desarrollan en sus predicaciones, resumida en el “ama a Dios y a tu prójimo como a tí mismo”.
De hecho, el partido Somos Vida propone: “Para cambiar las cosas hay que empezar por el principio. Maternidad vulnerable y primera infancia son nuestra prioridad.“
Granata traccionó sufragios para que también ingresaran como legisladores el abogado constitucionalista Nicolás Mayoraz y el devoto evangélico Walter Ghione, entre otros, más allá de las diferencias posteriores que tuvieron entre sí estos referentes.
Años antes que Granata se había conocido la experiencia de la economista Cynthia Hotton, quien fue diputada nacional como aliada de Recrear para el Crecimiento, el partido político que lideraba Ricardo López Murphy hasta que, ya sin su fundador, se fusionó con Compromiso por el Cambio en el partido PRO (Propuesta Republicana).
Ella era apoyada por ACIERA (Alianza Cristiana de las Iglesias Evangélicas de la República Argentina), hoy día presidida por Rubén Proietti, acompañado por Christian Hooft y Osvaldo Carnival.
De todos modos, ACIERA no es la única asociación de evangélicos. Por ejemplo, también se conoce FAIE (Federación Argentina de Iglesias Evangélicas), presidida por Néstor Míguez (Iglesia Metodista), Juan Ángel Gutiérrez (Anabautista Menonita) y Osvaldo Corazza (Ejército de Salvación).
Hotton lideró, en mayo de 2010, la oposición al matrimonio entre personas del mismo sexo o matrimonio igualitario en la Cámara de Diputados y encabezó manifestaciones en su contra.
Ella es fundadora del partido Valores para mi País, cuya promesa es “Promovemos la vida, la familia, la educación y la libertad como pilares para una Argentina mejor“, y al menos en los comicios 2019 participó del Frente NOS.
De todos modos, el espacio de evangélicos más activo por estos días es el que inició el santafecino Ghione, Una Nueva Oportunidad (UNO).
De acuerdo a la web Letrap, además del citado diputado provincial, participan de ese espacio el evangélico de Lanús (Gran Buenos Aires Sur), Diego Villamayor; la tucumana Ana Valoy, el pampeano Roberto Torres y el entrerriano Leandro Jacobi, entre otros.
Todos ellos estuvieron o todavía permanecen en el PRO, dentro de la coalición Juntos por el Cambio, que se encuentra en la oposición a cambiar la legislación sobre el aborto mientras que el Frente de Todos, en el gobierno, ha prometido modificarla para desrregularla.
Permanece con esos objetivos en el PRO, la diputada nacional Dina Rezinovsky, de Ciudad de Buenos Aires.
En Córdoba, la legisladora macrista Soher El Sukaría, promovió la sanción del Día de las Iglesias Evangélicas. Tiempo después el hoy alcalde de la ciudad de Córdoba, Martín Llaryora, quien estaba en gira proselitista, asistió a una ceremonia de la Iglesia Visión de Futuro y se fotografió junto al pastor Omar Cabrera Jr., autodenominado “sembrador y guerrero, maestro y evangelista, pionero de un nuevo rumbo del evangelismo“.
De acuerdo al mencionado Villamayor, ellos también trabajan en obtener adhesiones en el área sindical obrero, y explicó que su objetivo es que UNO sea incorporado en la alianza Juntos por el Cambio en igualdad de condiciones que los otros partidos políticos participantes.
Precisamente por este motivo ellos hablan de construir un partido nacional que represente sus ideas. Por supuesto que, entonces, especulan con llegar al poder.
Entre el ego y la Fe
Existe una cierta similitud entre estos evangélicos y los judíos sionistas, representados por varios partidos políticos en el Parlamento israelí; y los evangélicos que apoyan la reelección de Donald Trump en el territorio estadounidense: para todos ellos, el llamado Reino de Dios comienza en esta Tierra, y deben esforzarse por llegar a gobernar para cumplir ese objetivo.
¿Cuál es el límite entre la vanidad humana y el compromiso con Dios? Difícil, polémico, complicadísimo evaluarlo desde la limitada visión humana. No sería correcto especular al respecto. Sin embargo, es motivo de reflexiones diversas.
Aquí comienza un debate teológico, que ellos no están dispuesto a dar, acerca de si el Reino de Dios es de esta Tierra o es para acabar con el Orden imperante en esta Tierra. En todo caso, la cuestión central de los cristianos debería ser el regreso del Mesías porque Él realizará el Juicio y el cambio.
Una cuestión que provoca interés es que palabras como Dios o cristianos no aparece ni en los títulos ni en las consignas partidarias. Quizás creerán que esto fue agotado cuando los católicos organizaron el Partido Demócrata Cristiano en el mundo, que tanto tiempo cogobernó Italia y quedó envuelto en escándalos de corrupción.
Es polémico circunscribir el cristianismo a algunos valores morales, tal como sería la oposición al aborto irrestricto. O establecer líneas directas entre el rechazo al matrimonio igualitario y la Biblia.
Sucede que, con fundamentos muy sólidos, muchos líderes religiosos afirman que el mandato a los cristianos es vivir como hijos de Dios, predicar su palabra y los cambios en las personas vendrán por añadidura o como consecuencia de que esa persona tiene un nuevo nacimiento.
De alguna manera, encuentran ellos, estos esfuerzos político-electorales tienen alguna similitud, por ejemplo, con la teocracia que Juan Calvino impuso en Ginebra (Suiza), y que cometió actos crueles que escandalizaron aún a la sociedad secular.
Ellos también afirman que se trata de personas que tienen objetivos y simpatías político-partidistas y la religión resulta sólo un vehículo posible, en especial por el potencial de electores que intuyen pueden conseguir.
Por ejemplo, la citada Valoy en su cuenta en la red Twitter, presenta su ideario: “Vida, Familia y anticorrupción.” Muchos se identificarán con estos objetivos pero no necesariamente tiene que ver con una predicación del Evangelio.
Muchos ateos también se podrían identificar con esas ‘etiquetas‘ o ‘tags‘ -así se dice en el lenguaje de internet-, por lo que el interrogante es dónde está ‘la cuestión cristiana‘ en la consigna.
Por supuesto que al periodismo político le atrae la novedad de otra vez un intento de los evangélicos por constuir un movimiento para acceder al poder secular, y las negociaciones para lograrlo.
Sin embargo, quienes cuestionan todo esto, insisten en aquellas palabras de Jesús, “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”.
Los evangélicos que participan de la política insisten en que ellos no pueden permanecer pasivos ante cambios de valores que no comparten y que ocurren en la sociedad, y esto es lo que les impulsa a participar.
Sus críticos afirman que está muy bien pero ¿por qué deben hacerlo desde las creencias religiosas cuando son cuestiones morales? Ellos agregan que el cristianismo provocó una revolución cultural y espiritual en el Imperio Romano sin necesidad de participar de algunas de las conspiraciones políticas que ocurrían en Roma.
En fin, el debate es muy interesante y obliga a una pregunta: ¿dónde está el Reino de Dios? Habrá que seguirlo con atención.