“Ajo, cebolla y limón, y déjate de inyección”.
REFRÁN POPULAR
Su uso fue bien documentado por todas las civilizaciones de los egipcios, los babilonios, los griegos, los romanos y los chinos .
La “cabeza” entera recibe el nombre de bulbo de ajo, mientras que a cada segmento se le llama “diente”. Aproximadamente, hay 10 a 20 “dientes” en un solo bulbo.
Es recomendado en las dietas cetogénicas, se lleva gran parte del protagonismo en la gastronomía mediterránea, y marca presencia en la cocina de diversas culturas alrededor del globo.
El ‘Allium Sativum‘ pertenece a la familia ‘allium‘, de donde toma su nombre y está estrechamente familiarizado con las cebollas y los puerros.
‘Allium‘ es una palabra genérica antigua que describe plantas de un género bastante conocido por los romanos y griegos. Aun así, se cree que el término tiene un origen celta y significa ‘quemar‘, en alusión a su aroma. En cuanto a ‘sativum’, significa simplemente ‘cultivado’.
Este alimento se lleva la atención de numerosos científicos, que buscan en sus componentes las propiedades que los médicos del pasado le conferían.
Un hito en la historia del descubrimiento de los beneficios de consumir ajo ocurrió en 1858, cuando Luis Pasteur comprobó su capacidad antibacteriana a causa de la alicina que contiene.
“Como el ajo puede de la muerte salvar su hediondo aliento convendrá soportar, y no, como algún sabio, su virtud desdeñar”.
JOHN HARRINGTON,
EN ‘THE ENGLISHMAN’S DOCTOR’.
Desde Asia hacia el resto del globo
A pesar de ser utilizado asiduamente en la cultura latina, se cree que surgió en Siberia, aunque con certeza se lo puede rastrear en India desde el siglo VI a.C.
En Egipto se lo utilizaba con fines medicinales, al igual que en la cultura griega. Pero fueron los romanos quienes lo cultivaron a mayor escala, incorporando esa producción a su dieta cotidiana.
La presencia del ajo en dichos períodos históricos, no permite dar con su especie silvestre.
China, India y Egipto son los primeros tres productores mundiales. Pero se consume en todos los continentes. En la Argentina, la Provincia de Mendoza es un territorio de gran producción de ajo.
Hay un refrán que reza “Ajo hervido, ajo perdido.” Posiblemente se puede vincular este dicho popular con las virtudes de la unión de la aliina con el oxígeno del ambiente, lo que sucede con la ingesta del ajo crudo, ya sea machacado o cortado en láminas, y así se genera la alicina, que es un azufre.
“En tiempo nevado, un ajo vale lo que un caballo”.
REFRÁN POPULAR
Algunos beneficios del consumo de ajo:
- Contiene antioxidantes que protegen contra el daño celular, visible en la mejoría de la piel.
- Mejora la presión sanguínea, siendo beneficioso especialmente para aquellas personas que padecen hipertensión
- Es un antibiótico natural.
- Las vitaminas que contiene facilitan las funciones hepáticas, por lo que es un depurador excelente para el hígado.
- Es un suplemento de hierro.
- Fortalece la microbiota intestinal, mejorando la digestión de los alimentos.
- Perfecto para quienes padecen hipotiroidismo, por su aporte de yodo.
Aquí un listado interesante de otros beneficios:
1.El ajo contiene un compuesto llamado alicina, el cual tiene potentes propiedades medicinales.
La mayoría de los efectos que aporta a la salud se deben a uno de los compuestos de azufre que se forma cuando se pica, machaca o se mastica un diente de ajo. Este compuesto es conocido como alicina y es el responsable del distintivo olor del ajo.
2. El ajo posee un alto valor nutritivo, pero contiene muy pocas calorías.
Una porción de ajo de 1 onza (28 gramos) contiene:
- Manganeso: 23% de la CDR (cantidad diaria recomendada).
- Vitamina B6: 17% de la CDR.
- Vitamina C: 15% de la CDR.
- Selenio: 6% de la CDR.
- Fibra: 1 gramo.
- Cantidades razonables de calcio, cobre, potasio, fósforo, hierro y vitamina B1.
- Pequeñas cantidades de otros nutrientes: 42 calorías, 1,8 gramos de proteína y 9 gramos de hidratos de carbono.
3. El ajo contiene antioxidantes que pueden ayudar a prevenir el Alzheimer y la demencia.
Se ha demostrado que las dosis elevadas de suplementos de ajo aumentan las enzimas antioxidantes del ser humano, además de reducir considerablemente el estrés oxidativo en personas con hipertensión.
4. El ajo mejora los niveles de colesterol, lo que puede disminuir el riesgo de enfermedades cardíacas.
Tras analizar el colesterol LDL (el “malo”) y el HDL (el “bueno”), parece que el ajo puede reducir el LDL. No se observan efectos en el HDL. Importante: el ajo no disminuye los niveles de triglicéridos.
“Tan sano es el trabajo, como la sopa con ajo”.
Refrán popular
5. Los compuestos activos del ajo pueden reducir la presión sanguínea presion-sanguínea.
En un estudio en concreto, el extracto de ajo envejecido en dosis de 600-1500 mg fue tan eficaz como el medicamento Atenolol a la hora de reducir la presión sanguínea durante un periodo de 24 semanas .
Sin embargo, las dosis de suplementos deben ser bastante elevadas para obtener los efectos deseados: la cantidad de alicina necesaria equivale a cerca de 4 dientes de ajo al día.
6. El ajo puede combatir enfermedades, incluido el resfriado común.
Un estudio de 12 semanas reveló que los suplementos de ajo, en comparación con el placebo, reducían el número de resfriados en un 63%.
La duración media de los síntomas del resfriado también disminuyó en un 70%, desde 5 días de duración con el placebo a solo 1 día y medio con el ajo.
De acuerdo con otro estudio, una dosis elevada de extracto de ajo (2,56 gramos al día) puede reducir en un 61% el número de días de enfermedad por resfriado o gripe.
7. Comer ajo puede ayudar a desintoxicar el cuerpo de metales pesados.
Un estudio de 4 semanas realizado a empleados de una fábrica de baterías de coche (exposición excesiva a plomo) reveló que el ajo disminuía los niveles de plomo en la sangre en un 19%. También redujo muchos signos clínicos de toxicidad, incluidos dolores de cabeza y presión sanguínea.
3 dosis de ajo al día superaron los efectos del medicamento D-penicilamina en la reducción de síntomas.
8. El ajo puede mejorar la salud ósea en las mujeres.
Estudios realizados en roedores han demostrado que puede minimizar la pérdida ósea al aumentar el estrógeno en hembras.
Un estudio en mujeres menopáusicas reveló que una dosis diaria de extracto de ajo seco (equivalente a 2 gramos de ajo crudo) reducía significativamente un indicador de deficiencia de estrógeno.
9. Los suplementos de ajo pueden mejorar el rendimiento atlético.
Tradicionalmente, se usaba en las civilizaciones antiguas para reducir la fatiga y mejorar la capacidad laboral de los trabajadores. Y se administraba a los atletas olímpicos en la Antigua Grecia.
Los sujetos con enfermedades cardíacas que ingirieron aceite de ajo durante 6 semanas presentaron una reducción del 12 % en el máximo de la frecuencia cardíaca y una mejora de su capacidad deportiva.
10. El ajo puede prolongar la vida.
Por los efectos beneficiosos del ajo en la presión sanguínea y combatir enfermedades infecciosas, tiene sentido decir que el ajo puede prolongar tu vida.
Un par de ideas
“No hay campana sin badajo ni sopa buena sin ajo”.
REFRÁN POPULAR
El ajo es muy utilizado en la cocina vegetariana y vegana, ya que cuando sucede una adecuada utilización, dota de sabor a cualquier plato.
Las recetas varían desde usarlo como un condimento complementario a ser el protagonista del plato.
El libro “Cocina Vegana” (Editorial ACES), de Graciela Rung, propone la receta de sopa egipcia de lentejas rojas.
Ingredientes:
- 1 cebolla grande
- 3 cucharadas de aceite de oliva
- 4 dientes de ajo1 taza de lentejas rojas
- 6 tazas de agua
- 2 cucharadas al ras de sabor para sopas o caldo vegetariano
- 2 papas medianas
- sal
- 1 taza de hojas de cilantro fresco
- 4 cucharadas de jugo de limón
Preparación:
- Lavar, pelar y cortar las papas en cubos.
- En una cacerola grande, colocar el aceite, la cebolla picada, los ajos pelados y picados. Cocinarlos unos minutos hasta que estén tiernos.
- Agregar las lentejas y revolver. Agregar 4 tazas de agua y el sabor para sopa.
- Cocinar hasta que llegue a hervir, dejar hervir por 15 minutos. Agregar las papas cortadas en cubos y 2 tazas más de agua. Incorporar cilantro fresco y sal.
- Cocinar hasta que las papas y las lentejas estén tiernas. Apagar el fuego, dejar enfriar un poco.
- Triturar la sopa con procesadora o licuar en tandas hasta que quede cremosa. Volver a calentar antes de servir.