La prevención es la medicina del futuro y la alimentación saludable el principal remedio natural. En el contexto actual, la esperanza de vida es elevada y la muerte de una persona joven es prácticamente inconcebible, a pesar que poco tiempo atrás era parte natural de la vida.
Esperanza de vida
Las epidemias, el desconocimiento médico, la multiplicidad de guerras, el estilo de vida poco higiénico, la carencia de agua potable y el trabajo corporal sin protección generó que la esperanza de vida sea mínima en algunos periodos históricos, desde el punto de vista actual.
No fue así en los primeros siglos, como lo atestigua el registro bíblico de Matusalén que es el personaje popularmente conocido como el más longevo de la historia por sus 969 años. Además se cree que Noé vivió hasta sus 950 y Adán hasta los 930.
Sin embargo es sabido que las personas no siempre han gozado de aquella longevidad. Durante el Imperio Romano, los infantes de un año tenían un 25% de probabilidades de morir antes de llegar a los dos y su esperanza de vida era únicamente hasta los 33. Al crecer sólo se podía esperar vivir hasta los 28.
Esta situación se mantuvo con leves modificaciones durante la Edad Media hasta el siglo XX, cuándo la expectativa de vida de los niños aumentó un 20%. De esta forma a la par de la evolución médico-científica, se acrecentó la edad límite de las personas.
En la actualidad la esperanza de vida se sitúa en los 72 años, aunque con variaciones entre regiones y continentes ya que, mientras en Europa promedia en los 78, en África no supera los 49.
La enfermedad en el siglo XXI
En este contexto, en el que las causas de defunción por enfermedades variaron notablemente respecto al pasado cercano, el paradigma de la prevención se convirtió en la medicina del futuro.
Las principales causas de muerte actuales según la Organización Mundial de la Salud demuestran cómo el nuevo siglo inauguró otras formas de pensar la enfermedad. Las diez principales amenazas en 2019 fueron fueron:
- Contaminación del aire y cambio climático
- Enfermedades no trasmisibles como la diabetes, el cáncer o cardiopatías
- Influenza
- Entornos vulnerables de crisis
- Resistencia a antibióticos a causa del uso excesivo de medicamentos
- Ébola
- Débil atención primaria de la salud
- Movimientos anti vacunas
- Dengue
- HIV que afecta a 37 millones de personas
En conclusión, la mayoría de estas problemáticas no están relacionadas a la falta de conocimiento científico acerca del tratamiento y la cura, sino que están vinculadas al estilo de vida y al acceso a la salud por parte de sectores vulnerables.
¿Qué es la medicina preventiva?
La medicina tradicional se centra en la identificación del problema y su tratamiento, cuando la dolencia es ya un hecho. Por el contrario, evitar las enfermedades antes que se produzcan, aparezcan síntomas y complicaciones es tarea preventiva. De esta forma, las probabilidades de recuperación aumentan y decrecen los factores de riesgo.
Cuando se habla de este paradigma se puede estar refiriendo a cualquiera de estos cuatro tipos:
- Primario: mantener hábitos saludables como la buena alimentación, el ejercicio o el descanso son algunas formas de prevención primaria.
- Secundario: implica evitar daños futuros con el tratamiento de una enfermedad presente pero sin síntomas.
- Terciario: tratan enfermedades crónicas para que no generen mayores consecuencias, como sucede con la diabetes o el Alzheimer.
- Cuaternario: es el conjunto de actividades que intentan evitar, reducir y paliar el daño provocado por la intervención médica, por ejemplo los efectos adversos que puede presentar una medicación.
Esta perspectiva respecto a la salud promete permear cada acción y decisión clínica, catalogando a la prevención como la medicina del futuro.
Alimentación sana: un remedio preventivo
El último decenio se ha caracterizado por el aumento de consumo de ultraprocesados, que son elaboraciones industriales derivadas de alimentos o sintetizadas de otras fuentes y la mayoría presenta poco o ningún componente natural. Se compran y están listos para ingerirlos, aunque además de ser artificiales, presentan altas cantidades de grasas, sodio y azúcar.
Por otro lado, el uso y abuso de medicaciones en todos los estadios de la vida ha creado el problema de la resistencia a antibióticos y la multiplicación de dolencias a causa de efectos adversos.
La dieta basada en ultraprocesados y la medicalización de la vida retornan el debate al periodo anterior al tratamiento y promete, una vez más, que la prevención es la medicina del futuro.
Sin embargo, desde el presente, el hábito de la alimentación saludable es una de las claves que cada persona puede incorporar como práctica preventiva. Aumentar la frecuencia de productos vegetales frescos o secos y disminuir el consumo de congelados y enlatados son dos posibles puntapiés.
Según Colin Campbell, autor de “The China study”, los principales beneficios de los vegetales son:
- Capacidad antioxidante
- Brindar saciedad
- Controlar el nivel de glucosa en sangre
- Capacidad antiinflamatoria
- Otorgar vitaminas y minerales
- Automáticamente regulan el peso corporal
- Son depurativos