Un espejo es una superficie pulida en la que, después de incidir, la luz se refleja, conservando muchas o la mayoría de las características físicas de la luz original. La ‘teoría del espejo’ fue elaborada por Jacques Lacan, quien afirmó que la construcción de nuestra identidad personal se produce a través de la captación de uno mismo en otros. De esta manera, las relaciones que mantenemos con los demás son reflejos o proyecciones de aspectos de nuestra personalidad que nos gustan o no nos gustan. Al igual que hay partes de nuestro cuerpo e imagen que no nos agradan cuando nos miramos al espejo, también hay aspectos de nuestra personalidad que no aceptamos. Encontramos en los demás reflejos que no encajamos, siendo todo este material reprimido por nuestro inconsciente. Interesante elaboración para comenzar esta nueva entrega en base a los apuntes de la Licenciada Jaqui Stukalsky.
Una sincera introspección consiste en una observación en quietud y sin juicio de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, una vía de auto observación que puede revelarnos aspectos que incluso rechazamos.
Esto sucederá siempre que logremos aceptarnos, e integrar nuestra condición para comprendernos -no justificarnos- y llegar a querernos. Y ésta es una muy buena manera para conocer, aceptar y querer al otro en toda su dimensión, sin escindir, disociar, negar o ilusionar con uno mismo y con los demás.
También recordarnos, a nosotros mismos, que nadie nos debe nada, que la vida es un regalo y que podemos salir cada uno de nuestro lugar de carencias para comenzar a dar.
Dejar de preguntarnos qué quiero para poder preguntarnos qué quiere la vida de mí.
Este trabajo con nosotros mismos es lo que comienza a ser nuestra reparación de lo que llamamos ‘ego separado‘, salir de una posición infantil, en la que ‘algo nos faltó‘ o ‘nos hicieron tal cosa’ o no nos dijeron tal otra.
Sólo así podremos pararnos de otra manera en la vida, de forma responsable, sin cuestionar cómo nos ha sido dada. Sino para qué nos ha sido dada.
Todo hijo tiene un padre que fue hijo y tuvo padre… y así podríamos remontarnos en la inútil cadena de responsabilidades, una y otra vez, hasta Adán y Eva.
El Otro
Comprender esto es la llave para vincularnos desde una consciencia más espiritual que en el pasado, ser más conscientes de que todos somos parte de una Gran Unidad, y cuando empezamos a ver más allá de los que nos separa, somos conscientes que todos pertenecemos a la misma esencia.
Es la forma de dejar de vernos con distinciones que a veces promueve nuestro ego para intentar hacernos ver o inferiores o superiores, desde un lugar de orgullo o de humillación, y comenzamos a vernos de alma a alma.
En ese punto ocurre algo muy importante: yo comienzo a ser consciente de que todo lo que pienso, hago y digo afecta a todos, incluyéndome.
Un homeópata japonés llamado Masaru Emoto, quien falleció en 2014, dijo: “El pensamiento humano, las palabras, la música, las etiquetas en los envases, influyen sobre el agua y ésta cambia a mejor, absolutamente. Si el agua lo hace, nosotros que somos 70%, 80% agua deberíamos comportarnos igual. Debería Ud. aplicar mi teoría a su vida para mejorarla“.
La prueba que aportaba Emoto, para convencer a las personas, era la superior belleza de los cristales de hielo extraídos de agua “tratada” en sus experimentos frente a la baja belleza de los de agua “no tratada“. Los creyentes en los dichos de Emoto aceptan que mentalmente o por la palabra se puede influir en la estructura o propiedades de una sustancia química como el agua. Y que dicha influencia (extraordinariamente positiva) pasaría del agua al cuerpo humano al ingerirla.
Esta teoría ha sido refutado por los físicos, quienes no reparan en otras realidades tales como que cuando juzgamos a alguien, inevitablemente impacta en nuestra relación con esa persona aunque ella no lo sepa. E impacta en mi, en particular, cuando hablo en forma negativa de alguien porque afecta la calidad de persona que yo quiero ser. Luego, cuando me confronto conmigo mismo, es posible que termine siendo diferente a mi propósito.
El impulso
Si puedo estar consciente de que lo que digo siempre tendrá consecuencias, también puedo perdonarme pero, lo más importante, es que puedo generar una estructura de demora que detenga o pause mis impulsos.
En muchas ocasiones, lo que vemos mal en otro termina resultando algo que podemos usar para reflexionar sobre nosotros mismos. Sus luchas terminan siendo las mías y su luz, mi luz.
Si nuestro prójimo es nuestro espejo, podemos dejar de pelearnos con ese otro, separar el mensaje del mensajero y ver qué información sobre nosotros mismos podemos extraer para seguir trabajando en nuestra introspección.
Un empresario muy conocido visitó a un maestro que había llegado al país para dar un seminario, y le planteó lo gravísimo que resultaba en su relación con los demás su intolerancia ante el fracaso o ante los resultados distintos a sus órdenes, que en verdad eran sus deseos.
El maestro le dijo que comprendía la situación pero el empresario le aseguró que su intolerancia estaba dañando los vínculos con su grupo más cercano, el de los afectos.
El maestro lo invitó a la conferencia que daría al día siguiente para muchos ejecutivos de empresas. Cuando, con puntualidad, este empresario llegó a la cita, el asistente del maestro lo estaba esperando y le dijo que tenía un mensaje para él: un papel en el que decía “Y entonces“.
“Mi maestro dice que esto es lo que Ud. debe leer en voz alta cuando le toque su turno”, le explicó.
El empresario le preguntó, ofendido: “Pero ¿cómo puede ser que yo, con mi prestigio y mis conocimientos sólo pueda decir esto?“.
El secretario le respondió: “Yo solo puedo darle lo que me pidió el maestro“.
Entonces el empresario pensó: “Ah, entiendo lo que está pasando, el maestro quiere probar mi reacción. Esto es una prueba que me está haciendo“. Él cambió su enfoque y dijo: “Está bien, lo haré“.
Al final de la actividad, el empresario se acercó al maestro y le dijo: “Entendí que Ud. estaba poniéndome una prueba para ver cómo reaccionaba“.
El maestro le dijo: “Así es, ya tiene su respuesta. Cada vez que enfrente una situación, tiene que pensar que es una prueba lo que tiene delante suyo, antes de reaccionar“.