“Mientras me negué a confesar mi pecado,
mi cuerpo se consumió,
y gemía todo el día.
Día y noche tu mano de disciplina pesaba sobre mí;
mi fuerza se evaporó como agua al calor del verano. Interludio
Finalmente te confesé todos mis pecados
y ya no intenté ocultar mi culpa.
Me dije: «Le confesaré mis rebeliones al Señor»,
¡y tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció.”
Salmos 32:3-5
El Yom Kipur o Yom Kippur es uno de los Yamim Noraim (en hebreo, «Días extremadamente santos»), pero es el día más santo y más solemne del año cuyo motivo es la expiación y la reconciliación, que incluyen un ayuno que empieza en el ocaso y termina al anochecer del día siguiente, y comienza con la oración conocida como Kol Nidre (en arameo «todos los votos»), que debe ser recitada antes de la puesta del sol.
En hebreo “Yom” significa “día” y “Kippur” significa “expiación”. La palabra raíz “kapar” significa “reconciliar, purgar”; otra palabra derivada es “koper”, “rescate”, y es paralela a la palabra “redimir”.
En la Biblia se explica que en las ceremonias rituales del Antiguo Testamento, era el único día en el que el Sumo Sacerdote podía entrar al Lugar Santísimo, ya fuese en el Tabernáculo o luego tanto en el 1er. Templo como en el 2do. Templo, en donde estaba el Arca de la Alianza, que incluía las tablas con los 10 Mandamientos.
Para los cristianos, el Día del Perdón simboliza la reconciliación de Dios con la humanidad. Al igual que la Pascua, enseña acerca de la gracia de Dios para con el pecador por medio del sacrificio de Jesucristo que restaura lo que ha sido quebrantado. De ahí viene la palabra “Religion” (religar o revincular lo que fue desligado o desvinculado).
Textos importantes
El Día del Perdón es la sexta festividad del Señor que se menciona en Levítico 23, y sucede 9 días después de la festividad de trompetas (Yom Teruáh). En 2020 es el 27 y 28 de septiembre.
“Por eso, aun el primer pacto fue puesto en vigencia con la sangre de un animal.
Pues después de que Moisés había leído cada uno de los mandamientos de Dios a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y las cabras junto con agua, y roció tanto el libro de la ley de Dios como a todo el pueblo con ramas de hisopo y lana de color escarlata.
Entonces dijo: «Esta sangre confirma el pacto que Dios ha hecho con ustedes».
De la misma manera roció con la sangre el tabernáculo y todo lo que se usaba para adorar a Dios.
De hecho, según la ley de Moisés, casi todo se purificaba con sangre porque sin derramamiento de sangre no hay perdón.
Por esa razón, el tabernáculo y todo lo que en él había —que eran copias de las cosas del cielo— debían ser purificados mediante la sangre de animales; pero las cosas verdaderas del cielo debían ser purificadas mediante sacrificios superiores a la sangre de animales.”
Hebreos 9:18-23
“El Señor le dijo a Moisés: «Advierte a tu hermano Aarón que no entre cuando quiera en el Lugar Santísimo que está detrás de la cortina interior; si lo hace, morirá. Pues allí está la tapa del arca —el lugar de la expiación—, y yo mismo estoy presente en la nube que está sobre la tapa de la expiación.
»Cuando Aarón entre en la zona del santuario, deberá seguir fielmente estas instrucciones: deberá llevar un becerro para una ofrenda por el pecado y un carnero para una ofrenda quemada.
Tiene que vestirse con la túnica de lino y la ropa interior de lino que se usa directamente sobre la piel. Amarrará la faja de lino a su cintura y se pondrá sobre la cabeza el turbante de lino. Estas son vestiduras sagradas, por lo que deberá bañarse con agua antes de ponérselas.”
Levítico 16:2-4
La tapa del Arca era llamada “el lugar de la expiación” y la presencia de Dios estaba en la nube sobre la tapa.
“El Señor le dijo a Moisés:
«Asegúrate de celebrar el Día del Perdón el décimo día del mismo mes, nueve días después del Festival de las Trompetas. Lo celebrarás como día oficial de asamblea santa, un día para negarte a ti mismo y presentar ofrendas especiales al Señor.
No hagas ningún trabajo durante todo el día porque es el Día del Perdón, cuando se presentan ofrendas de purificación por ti, para hacerte justo[h] ante el Señor tu Dios.
Los que no se nieguen a sí mismos en ese día serán excluidos del pueblo de Dios;
y yo destruiré a aquellos de entre ustedes que hagan algún trabajo en ese día.
¡No deberás hacer ningún trabajo en absoluto! Esta es una ley perpetua para ti, que se cumplirá de generación en generación dondequiera que vivas.
Este será un día de descanso absoluto, y en ese día debes negarte a ti mismo. Este día de descanso comenzará a la caída del sol del noveno día del mes y se extenderá hasta la caída del sol del décimo día».”
Levítico 23:26-32
“Así que, amados hermanos, podemos entrar con valentía en el Lugar Santísimo del cielo por causa de la sangre de Jesús.
Por su muerte, Jesús abrió un nuevo camino —un camino que da vida— a través de la cortina al Lugar Santísimo.
Ya que tenemos un gran Sumo Sacerdote que gobierna la casa de Dios,
entremos directamente a la presencia de Dios con corazón sincero y con plena confianza en él. Pues nuestra conciencia culpable ha sido rociada con la sangre de Cristo a fin de purificarnos, y nuestro cuerpo ha sido lavado con agua pura.”
Hebreos 10:19-22
“Entonces Jesús volvió a gritar y entregó su espíritu.
En ese momento, la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló, las rocas se partieron en dos”.
Mateo 27:50-51
“También sabemos que el Hijo no vino para ayudar a los ángeles, sino que vino para ayudar a los descendientes de Abraham.
Por lo tanto, era necesario que en todo sentido él se hiciera semejante a nosotros, sus hermanos, para que fuera nuestro Sumo Sacerdote fiel y misericordioso, delante de Dios. Entonces podría ofrecer un sacrificio que quitaría los pecados del pueblo.
Debido a que él mismo ha pasado por sufrimientos y pruebas, puede ayudarnos cuando pasamos por pruebas.”
Hebreos 2:17
Significado
Louis Goldberg, teólogo del Antiguo Testamento, lo resume así:
“El mediador del nuevo pacto, en su ministerio, no tuvo que confesar su pecado, puesto que no había pecado en Él. Jesús el Mesías, actuando en capacidad de sumo sacerdote, era santo, inocente, inmaculado; al tomar nuestro lugar perfectamente ante el Dios exaltado y santo, Él no tenía que ofrecer sacrificios antes de poder ministrar por nosotros. Jesús solo, sin defectos, une la brecha infinita entre Dios y el hombre, y a causa de su muerte, Él puede darnos su vida”.
El pueblo de Israel tenía la presencia del Dios viviente que habitaba entre ellos en el Tabernáculo, y posteriormente en el Templo, una experiencia que podría convertirse en monótona y las personas podrían volverse complacientes en su adoración. Sin embargo, en el Día de la Expiación y los múltiples rituales, la gente podía recordar quiénes eran ante un Dios perfecto. Al ver lo que Dios requería para hacer expiación como resultado de la gravedad de su pecado, la aflicción del pueblo servía como un recordatorio de no pecar contra Dios.
Sin embargo, los creyentes en Jesús no tienen un mandato contemporáneo de afligirse en un día en particular.
Dios no es vengativo ni está resentido ni enojado con los seres humanos, sino que siempre ha amado a quienes creó a su imagen y semejanza. Pero el pecado es un obstáculo irreconciliable con la naturaleza de Dios. A través del sacrificio de Jesús, ha creado una forma para establecer una reconciliación. En esto, Dios ha demostrado que nunca ha deseado que nadie perezca en su pecado, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9; 1 Timoteo 2:3-4).
De todos modos, no podría concluirse este texto sin mencionar que hay textos proféticos en el Nuevo Testamento acerca del inicio y el final de la tarea de Jesús ya como Sumo Sacerdote. Estos textos son a menudo ignorados por unos y tergiversados por otros. Pero nadie puede omitirlos porque ahí está el Libro del Apocalipsis o la Revelación, enlazado con Daniel, temas de algún texto venidero.