“En 1233, el rey Jaime I de Aragón decretó que nadie debía tener en su casa, ni leer el Antiguo o el Nuevo Testamento en la forma popular o vernácula, podían hacerlo en latín o griego“, recordó Claudio J. Castelli en ‘Reflexión Bautista’.
Él agregó: “Esta prohibición se prolongó a lo largo de los años y de alguna manera la Inquisición la tomó para sí, hoy resulta a nuestro ojos absurda y deja barruntar que había una traducción en boga por aquella época; sin embargo, la primer Biblia completa impresa en lengua española la tradujo Casiodoro de Reina en 1569, y es leída en la actualidad por millones de personas en todo el mundo.”
Casiodoro de Reina, nacido en Badajoz (hoy Extremadura pero por entonces integraba el territorio de Sevilla, España), fue uno de los frailes jerónimos que huyeron en 1557, viviendo en éxodo permanente por temor a la Santa Inquisición.
La Orden de San Jerónimo es una orden religiosa católica hispánica de clausura monástica y de orientación contemplativa que surgió en el siglo XIV, a partir de un grupo de ermitaños castellanos encabezados por Pedro Fernández Pecha y Fernando Yáñez Figueroa.
Casiodoro abandonó los hábitos porque conoció la Reforma y se hizo luterano, devino en maestro de los primeros evangélicos de España y fue acusado por la Inquisición de difundir ideas protestantes, tarea en la que obtuvo el éxito de la conversión de todos los monjes del convento San Isidoro del Campo, al que él pertenecía.
El monasterio se encuentra en Santiponce, Sevilla, cerca de las ruinas de la ciudad romana de Itálica, y de acuerdo a Wikipedia, “(…) En el siglo XVI se desarrolló en él uno de los primeros focos de Reforma en España, ya que en su interior se leyeron y tradujeron libros prohibidos por la Inquisición. Algunos de los monjes propagandistas fueron ejecutados en autos de fe; otros con más suerte pudieron escapar a Europa, como (…) Casiodoro de Reina, traductor de la primera Biblia castellana completa, en 1569, hermosa versión todavía vigente (con revisiones, en especial la de 1602 realizada por Cipriano de Valera, miembro del mismo monasterio) en las iglesias evangélicas de todo el orbe hispánico. Esta es la famosa Biblia del Oso (…)”.
Casiodoro se puso en contacto con Juan Pérez de la Pineda, otro ex fraile que había publicado su propia traducción del Nuevo Testamento en París, y con un tal Enzinas.
Francisco de Enzinas -también conocido como Franciscus Dryander, Françoys du Chesne, Franciscus Quernaeus o Quercetanus, van Eyck, Claude de Senarclens o Claudius Senarclaeus, porque fue muy perseguido y tuvo que mutar su nombre muchas veces- fue un humanista y protestante español-, el primero en traducir el Nuevo Testamento del griego al castellano. Tuvo un hermano también protestante, Jaime de Enzinas, quemado en Roma en 1547.
La Inquisición se enfocó en Casiodoro precisamente por la distribución clandestina de la traducción del Nuevo Testamento de Juan Pérez de Pineda, muy similar al Nuevo Testamento de Enzinas (‘El Testamento Nuevo de nuestro senor y salvador Iesu Christo. Nueva y fielmente traduzido del original Griego en romance Castellano. En Venecia, en casa de Iuan Philadelpho‘), del que se diferencia muy poco, y que ayudó a imprimir Juan Pérez de Pineda, pese a que la Iglesia española había mandado a destruir en Flandes todos los ejemplares disponibles cuando Enzinas fue detenido.
Desatada la represión, en 1557; Casiodoro escapó con otros monjes a Ginebra, Suiza, y entre ellos, Cipriano de Valera.
En 2017, Esther Sánchez Lucas y Víctor M. Armenteros, relataron en la revista Davar Logos, de la Facultad de Teología (Universidad Adventista del Plata):
“Primero llegan a Ginebra, en un momento en que Juan Pérez de Pineda se encuentra en Fráncfort, pero el ambiente les resulta muy estricto y hay demasiados exiliados, por lo que sus posibilidades de desarrollo no son propicias. Los monjes sevillanos no podían identi carse ni con luteranos ni con calvinistas. Eran una mezcla de alumbrados, erasmistas y evangélicos. Juan Pérez de Pineda se adscribe al calvinismo, pero Casiodoro de Reina era cercano a algunas posturas más propias de Servet o, al menos, a personas que mantenían esas posturas.28 Así que decide marchar a Inglaterra. (…)”.
El astrónomo, meteorólogo, geógrafo, teólogo y físico Miguel Servet o Miguel de Villanueva o Michel de Villeneuve o Michael Servetus, aunque su nombre auténtico era Miguel Serveto y Conesa, fue un protestante que desarrolló una cristología contraria a la Trinidad.
El primer error de Servet fue confiar en Juan Calvino, a quien le permitió acceder a sus escritos. Cuando la Inquisición de Lyon, Francia, accedió a la correspondencia intercambiada entre ellos, Servet fue detenido, interrogado y encarcelado. Sin embargo, logró escapar. Sentenciado a muerte en ausencia, en forma simbólica se quemó en la hoguera un muñeco que lo representaba.
En camino hacia Italia, él cometió un segundo error: detenerse en Ginebra, donde Calvino era la autoridad principal. Y cometió un tercer error: asistir al servicio religioso en la iglesia donde predicaba Calvino, quien lo hizo detener y juzgar por herejía a causa de negar la Trinidad. Servet fue quemado vivo, en octubre de 1553.
Juan Calvino era tan autoritario respecto de los disidentes como podía serlo la Inquisición católica apostólica romana.
Casiodoro era trinitario pero no aceptaba que la Reforma ejecutase a alguien por sus creencias. Según él, era una afrenta al testimonio de Jesús.
En esas circunstancias él tradujo secretamente el libro de Sebastián Castellion, “Sobre los herejes” (De haereticis, an sint persequendi), que documentó el rechazo original del cristianismo a la ejecución por cuestiones de conciencia.
Casioro dijo: “Ginebra se ha convertido en una nueva Roma”, y se trasladó a Fráncfort.
Castelli: “(…) Se convirtió en sospechoso para los calvinistas de Ginebra por sostener que también a los anabaptistas se les debía considerar como hermanos, por propagar entre los refugiados españoles la idea que no se debía quemar a los herejes, y por decir que Miguel Servet había sido quemado injustamente en Ginebra (…)”.
Años después, en 1562, la Inquisición realizó en Sevilla un “Auto de Fe” para la quema de una efigie de Casiodoro de Reina y sus compañeros, y sus obras fueron incluidas en el “Índice de los Libros Prohibidos” (Index Librorum Prohibitorum). En su caso, él fue declarado “heresiarca” (jefe de herejes).
Sánchez Lucas / Armenteros: “(…) En Inglaterra, recibe una pensión de la reina Isabel y tiene permiso para predicar en la casa del obispo de Londres tres veces por semana. La situación es cómoda hasta que, como le acontecerá a Cipriano de Valera, contrae matrimonio. La reina Isabel no veía con buenos ojos que se casaran los clérigos. (…)”.
Un dato notable es que Casiodoro fue ordenado pastor de la Iglesia de Inglaterra, empezó a ejercer en una congregación calvinista,y comenzó la traducción de la Biblia a la lengua castellana.
En ese contexto, lo denunció Gaspar Zapata, su asistente para la traducción de la Biblia. Según algunos, un agente inquisidor. Hubo un debate que entusiasmó a los calvinistas en Londres: la calumnia contra Casiodoro que lo acusó, inclusive, de sodomía.
Casiodoro tuvo que huir a Amberes, Bélgica, en enero de 1564, y vivió días de enormes dificultades económicas para terminar la traducción del Antiguo Testamento. Y no sólo económicas….
Por fortuna, pudo poner a salvo sus manuscritos, que le fueron enviados semanas después por el viejo prior de San Isidro, Francisco de Farias, u otro ex-fraile de su confianza. En Amberes también irrumpe en la vida de Casiodoro un personaje que será importante más adelante, el banquero calvinista Marcos Pérez.
El rey Felipe II escribió al gobernador de Amberes para poner precio por la vida de Casiodoro de Reina: “Su Majestad ha gastado grandes sumas de dineros por hallar y descubrir al dicho Casiodoro, para poderle detener, si por ventura se encontrase en las calles o en qualquier otro lugar, prometiendo una suma de dinero a quien le descubriese“.
Casiodoro anduvo huyendo entre Francfort, Heilderberg, Estrasburgo y llegó a Basilea, Suiza.
Sánchez Lucas / Armenteros: “(…) Ya en Inglaterra se le había asociado de compartir el pensamiento de Servet y, en ese momento, se le piden explicaciones de sus posiciones sobre ciertos temas cristológicos y soteriológicos como la eucaristía, la ascensión y la posición que ocupaba en el cielo. De tales circunstancias comienza, ya en 1559, su Confesión (“Confessión de Fe cristiana, hecha por ciertos eles españoles, los cuales, huyendo los abusos de la Iglesia Romana y la crueldad de la Inquisición d’España, dexaron su patria, para ser recibidos de la Iglesia de los eles, por hermanos en Christo), obra que había comenzado a escribir en Inglaterra y que concluye en Fráncfort. En dicha Confesión, evita temas muy al uso en el doctrinario reformado como la elección o el canon bíblico. Es, sin embargo, un material con fuerte énfasis biblista mencionando casi 500 citas de la Biblia. Aclara su posición con relación a la Trinidad (evitando las acusaciones de ser seguidor de Servet), la eucaristía (con un claro per l luterano) y el bautismo de infantes (yendo mucho más allá de la doctrina reformada). Y deja en cierta ambigüedad el tema del “ubiquitarismo” tras la ascensión divina.
Su pensamiento teológico sostenía que, después de su ascensión, Jesús tenía una nueva naturaleza que superaba los límites físicos y le permitía la omnipresencia, la ubicuidad. Nos puede parecer, desde nuestra perspectiva actual, un asunto, cuanto menos, folklórico, pero hemos de recordar que era el fundamento sobre el que se basaba la transustanciación y, por tanto, la eucaristía. El resultado: relaciones muy tensas con los calvinistas por ser acusado de criptoluteranismo y servetismo.
Así que Reina tenía dos frentes abiertos. Por un lado, la Inquisición, que le impuso una persecución propia de las películas más épicas de Hollywood y, por el otro lado, sus compañeros protestantes que, por acusar, llegaron a calificarle hasta de sodomita. (…)”.
Castelli explica el enorme trabajo bíblico de Casiodoro: “(…) Además de las fuentes originales hebrea y griega, la versión de Sanctes Pagnini y la doble edición judeo-española de Ferrara de 1553, para las partes griegas del Antiguo Testamento, Casiodoro parece haber seguido sobre todo la Biblia Latina de Zurich, y en parte la de Castellion de quién tomo el término “Jehová” en lugar del comúnmente usado Señor. Ambas
Biblias herejes vienen naturalmente silenciadas por Casiodoro, así como las versiones castellanas igualmente utilizadas (Enzinas, Juan Pérez y Juan de Valdés), pues todos figuraban ya en el índice de libros prohibidos de Roma y España. Y siendo precisamente la divulgación de la Biblia en España su mayor interés, Casiodoro intentó prevenir la ineludible prohibición inmediata haciendo pasar su Biblia como obra católica y respetando el orden de los libros bíblicos según la Vulgata, cuyo canon había sido recientemente confirmado por el concilio de Trento. (…)”:
Casiodoro también escribió el primer gran libro contra la Inquisición, titulado “Algunas artes de la Santa Inquisición española”, publicado en Heidelberg, en 1567, bajo el seudónimo de Reginaldus Gonsalvius Montanus. La obra se editó en latín, pero fue traducida inmediatamente al inglés, holandés, francés y alemán.
Aquel año, Casiodoro llegó a Basilea, habiendo traducido el Antiguo Testamento.
El primer contrato para la edición de 1.100 ejemplares fue firmado a mediados de 1567 con el editor Oporino. Pero en junio de 1568, Oporino murió y el proyecto de la Biblia fue arruinado. Los 400 Florines recaudados en Fráncfort -dicen que lo había recibido de Juan Pérez de Pineda- no se pudieron recuperar.
Quienes buscaban reimprimir el Nuevo Testamento de Juan Pérez de Pineda en Francia, le exigieron el dinero donado para la Biblia de Reina.
Peor aún: el embajador español, Francés de Ávila, hizo detener a los involucrados en el proyecto y todos los cuadernillos ya impresos, así como el ejemplar del Nuevo Testamento de 1556 con todas las anotaciones escritas para la nueva edición, y envió todo el material a Felipe II.
De todos modos Casiodoro no estaba dispuesto a rendirse, y logró otro editor, Thomas Guarin. El presupuesto fue de 300 florines.
Otra vez apareció en escena el banquero calvinista Marcos Pérez, quien lo protegió contra las acusaciones de otros calvinistas, y pagó la impresión.
Hay un libro de Pablo Besson que profundiza extensamente el vínculo entre Marcos Pérez y Casiodoro.
Líderes cristianos y el concejo municipal de Basilea apoyaron la obra y, como muestra de gratitud, Casiodoro de Reina dedicó un ejemplar a la biblioteca de la Universidad de Basilea, que aún se conserva.
Se imprimieron de esta edición 2.600 ejemplares (según Cipriano de Valera en su introducción de la Biblia del Cántaro, revisión de la Biblia de Reina), aunque otros afirman que fueron 1.600. La fecha oficial de la salida de la imprenta fue el 24/06/1569.
Carlos Gilly, desde Basilea, relató: “(…) La impresión tuvo lugar en los talleres del mismo Guarin y no, como se viene de antiguo diciendo, en la minúscula imprenta de Samuel Apiario, de la que entonces no valían sino libros de pequeño formato y texto limitado. Pero a Casiodoro debió gustar enormemente la simbólica estampa con el oso que Apiario ya no utilizaba como marca tipográfica desde mucho tiempo atrás y, o le compró o le pidió prestado el susodicho clisé para ilustrar la portada de la después llamada Biblia del Oso. En todo caso, el mismo Casiodoro confirmó en su dedicatoria autografa del ejemplar regalado a la Universidad de Basilea que la impresion había sido efectuada en la tipografia de Guarin (‘typis ab honesto viro Thoma Guarino cive Basiliensi excusam’). Además, en el catálogo o cartel de ventas que Guarin imprimió para la feria de libros de Francfort de 1578 figura la Biblia de Casiodoro: ‘Biblia in Hispanicam linguam traducta’.
La impresión, que ocupó durante varios meses una o dos prensas de Guarin, fue terminada probablemente el 24 de junio 1569, día en que Casiodoro notificó a un amigo la entrega inmediata del último cuaderno: ‘postremum folium totius texti biblici tam Veteris quam Novi Testamenti’. Quedaban sin embargo por imprimir la ‘Praefatio’ latina al lector sobre la visión de Ezequiel, la ‘Amonestación del interprete al lector’ y la finalmente no publicada dedicación de la Biblia a la reina de Inglaterra. Sobre la oportunidad de esta dedicación Casiodoro se dejó aconsejar por su amigo Johannes Sturm de Estrasburgo, a quien había enviado previamente su prefacio (‘cum mea praefatione’).
Según Menéndez y Pelayo (a quien siguieron aquí ciegamente tanto Boehmer como Kinder) la ‘praefatio’ enviada por Casiodoro a Sturm no era sino la ‘Amonestación castellana’, mientras que la ‘Praefatio hispanici sacrorum librorum interpretis … ex prima visione Ezechielis’ habría sido la obra exclusiva de Sturm. Esto es totalmente falso. Casiodoro no tenía ningún motivo para enviar la ‘Amonestación castellana’ a Sturm, puesto que éste no sabía una palabra de español y, además, el tema tratado en la ‘Praefatio’ latina sobre la visión del profeta Ezequiel y el oficio de los príncipes cristianos Casiodoro lo había tratado ya en el epígrafe del correspondiente capítulo (Ezequiel 28) que estaba ya mpreso meses antes de su consulta al maestro de Estrasburgo: ‘y por alusión a los Cherubines que llevaban el carro de la gloria de dios, como al mismo Propheta fue mostrado, pinta y declara la vocación y officio de los reyes del mundo: del qual por haber faltado, le amenaza con muerte ignominiosa’. La labor de Sturm, pues, se redujo al examen y a algunas correcciones de esta ‘praefatio’ de contenido religioso y político de explosiva actualidad, que no sólo es obra del solo Casiodoro (‘praefatio hispanici interpraetis’), sino también la única pieza de la Biblia donde éste firmó con las iniciales de su nomber: C.R. (…)”.
A pesar de los obstáculos que había para su comercialización, se agotaron los ejemplares.
Fue la primera Biblia cristiana completa impresa en idioma castellano, un valioso aporte a la literatura española. .
Introducción a la versión de la Biblia de 1569
“Cristiano lector:
Intolerable cosa es a Satanás, padre de mentira, y autor de tinieblas, que la verdad de Dios y su luz se manifieste en el mundo; porque sólo por este camino es deshecho su engaño; se desvanecen sus tinieblas, y se descubre toda la vanidad sobre la cual su reino es fundado, y de allí está cierta su ruina: y los míseros hombres que tiene ligados en muerte con prisiones de ignorancia, enseñados con la divina luz, se le salen de su prisión a vida eterna, y a libertad de hijos de Dios.
De aquí viene, que aunque por la condición de su maldito ingenio aborrezca y persiga todo medio encaminado a la salud de los hombres, con singulares diligencias y fuerza siempre ha resistido, y no cesa, ni cesará de resistir (hasta que Dios lo frene del todo) a los libros de la Sagrada Escritura; porque sabe muy bien por la larga experiencia de sus pérdidas, cuán poderoso instrumento es este para deshacer sus tinieblas en el mundo, y echarlo de su vieja posesión.
Largo discurso sería necesario hacer para recitar ahora las persecuciones que la Sagrada Escritura ha sufrido en otros tiempos, y los cargos infames que le han hecho, por los cuales no pocas veces han alcanzado a casi desarraigarla del mundo; y lo hubieran alcanzado sin duda, si la luz que en ella está encerrada, no tuviese su origen y fuente más alto que este sol, y que no consistiese en solo los libros, como todas las otras disciplinas humanas; de donde viene que pereciendo los libros en que están guardadas, o por la condición de los tiempos, o por otros casos mundanos, ellas también perezcan; y si alguna restauración tienen después, es en cuanto se hallan algunas reliquias, con que ayudado el ingenio humano las resucita. Mas porque la fuente de esta divina luz es el mismo Dios, y su intento es propagarla en este abismo de tinieblas, de aquí, que aunque muchas veces por cierto consejo suyo permita a Satanás la
potestad sobre los sagrados libros, y aunque él los queme todos, y aun también mate a todos los que ya participaron de aquella celestial sabiduría, quedándonos la fuente sana y salva, (como no puede tocar en ella) la misma luz al fin vuelve a ser restaurada con gran victoria, y él queda frustrado y avergonzado de sus diligencias (…)(…) Finalmente como quiera que sea, es necesario que se resuelvan: Que ni las disputas inoportunas, ni las defensas violentas, ni los pretextos cautelosos, ni el fuego, ni las armas, ni toda la potencia del mundo junta podrá ya resistir, que la Palabra de Dios no corra por todo tan libremente como el sol por el cielo, como ya lo vamos todos probando por experiencia; y sería prudencia no poca aprender de lo experimentado para lo
porvenir, y tomar otros consejos. Ni nos dejemos engañar más con los pretextos dichos, porque no se encubre mucho lo que el diablo pretende con ellos, aunque los que los han puesto tengan cuanta buena intención quisieron, por lo menos esto es necesario que esté fuera de disputa.Que habiendo dado Dios su Palabra a los hombres, y queriendo que sea entendida y puesta en efecto por todos, ningún buen fin puede pretender el que la prohibiere en cualquier lengua que sea”.
Casiodoro de Reina,
Introducción a la versión de la Biblia de 1569,
” Amonestación del traductor de los Sacros Libros al lector y a toda la Iglesia del Señor.“