“La cabaña”: Un concepto de Dios en proceso de ser mejorado luego de una tragedia que sacude la vida del protagonista, interpretado por el actor Sam Worthington.
La película
“La historia es bastante fantasiosa, pero eso no implica necesariamente que no sea verdad”, aclara una voz en off en los primeros minutos de la película. Sucede que darle rostro a la Trinidad es un propósito desafiante, que para algunos será una interpretación de la realidad y para otros pura ficción.
La cabaña fue estrenada en Estados Unidos en marzo de 2017 pero ha vuelto a convertirse en tendencia durante el aislamiento por la pandemia de COVID-19, a raíz del incremento del consumo de entretenimiento on demand.
Está basada en el libro homónimo de William Paul Young que llegó a comercializar más de 22 millones de ejemplares alrededor del mundo.
¿El distintivo? Animarse a plantear las preguntas difíciles sobre la muerte, el sufrimiento, la injusticia y la posición de Dios en este escenario.
Además, propone una interpretación de la Deidad sin precedentes en el cine y, a pesar de no contar con las mejores críticas, fue valorada por los espectadores y terminó por representar una recaudación de más de cien millones de dólares.
A diferencia de otras producciones de índole cristiana, la película es protagonizada por figuras de trayectoria tales como Sam Worthington y Octavia Spencer que, aunque por momentos forjan una noción sentimentalista de la religión, interpelan las fibras más íntimas del público.
El actor interpreta a un padre de familia que carga con una historia de maltrato infantil permeada a su vez por una visión superficial de la fe. Luego de una tragedia se suspende en la angustia y la desesperanza, pero un encuentro impensado le va a devolver el sentido de vivir.
El concepto de Dios
El relato se trama, desde un punto de vista, sobre el proceso que sufre el personaje principal de abandonar el concepto de Dios que tuvo a lo largo de su historia por uno más perfeccionado.
Una concepción fría, pasiva y que disfruta de la violencia contiende con una amigable, afectuosa y enérgica. Sin embargo Mack debe identificar y superar aquello que originó en él una imagen distante del Padre.
La lucha espiritual que encierra el personaje es acerca de quién se apodera de la responsabilidad de constituir aquella fotografía en su mente: un padre violento, una madre ausente o una vecina que lo abrazó en momentos de angustia.
A lo largo de la vida se pueden encontrar tantas interpretaciones de la Deidad cómo personas existen. Aquel cuadro ecléctico formado muchas veces esconde contradicciones, como por ejemplo si Cristo es amor, ¿por qué permite el sufrimiento?
Por eso, uno no es culpable de la imagen de Dios que le enseñaron la niñez, pero sí responsable de modificarla en la adultez.
En este sentido, es que La cabaña demuestra que en dicha empresa es igual de crucial asistir a la iglesia que el comportamiento paternal, con sus falencias y virtudes.
Pedro, el discípulo colérico de temperamento impulsivo e impetuoso, pasó por el mismo proceso. No lograba comprender plenamente el carácter de Jesús incluso conviviendo día a día con él.
Cuando los soldados romanos, los fariseos y sacerdotes buscaron al Mesías para llevarlo a comparecer ante el sumo sacerdote, Pedro desenvainó su espada para ofrecer resistencia (Juan 18:10-11).
Detrás de su conducta aún imperaba una idea de Jesús como rey terrenal, cuya función sería derrocar a los romanos para finalmente poder gozar del poder y sentarse a la mesa con sus 12 discípulos.
Tuvo que ocurrir la cruz, la resurrección y los días de enseñanzas antes de la ascensión para que Pedro logre entender.
El sufrimiento como puerta de entrada
“Cuando solo ves tu dolor, me pierdes de vista” afirma el personaje que caracteriza a Dios en la producción. Y aunque no propone negar lo malo, sí invita a encararlo partiendo de admitir la propia parcialidad.
En su humanidad, Mack no está habilitado para ver el panorama completo, pero sí tiene la posibilidad de entregar su visión a Alguien más elevado que tiene la potestad de verlo todo y decidir con completa sabiduría.
Pedro, el discípulo impetuoso, no comprendía los designios de Jesús ni siquiera luego de ver sepulcro vacío (Juan 20:9). Recién vislumbró un segmento del plan y del carácter divino cuando Cristo apareció ante él y otros siete discípulos luego de una noche de pesca infructuosa.
Los días más determinantes en la historia de la humanidad transcurrieron frente a sus ojos aunque él no lo percibió al momento. Sin embargo, pacientemente Dios Hijo esperó y le enseñó a Pedro cuál era la verdadera definición de sí mismo.
De forma similar, la película enseña que el punto donde uno mismo acepta su arbitrariedad, es la puerta de entrada para que el Padre complete los elementos faltantes del cuadro.
En la desesperanza más aguda se da lugar a un concepto de Dios más puro, íntimo y sin intermediarios. La cabaña, como el estado donde se enfrenta un dolor nunca imaginado, puede ser aquel sitio dónde encontrarlo cara a cara.