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Islam (2): Alí y la gran división de la Ummah

miércoles 17/07/2019

La Arabia preislámica, en la región de Quraysh de la Península -región dominada por los beduinos, pastores que generaban el…

Caligrafía de Alí ibn Abi Tálib.
Caligrafía de Alí ibn Abi Tálib.

La Arabia preislámica, en la región de Quraysh de la Península -región dominada por los beduinos, pastores que generaban el tráfico comercial-, estaba fundada en ciertas tradiciones sociales, que impactaron en el Islam, porque priorizaba las conexiones de líneas familiares y la solidaridad hacia la tribu.

También inició la convicción de la muerte en la guerra como un mecanismo para adquirir la mayor honra.

Todo esto fue transmitido a sus descendientes. Este orgullo por la familia y el linaje será muy importante para el auge del Islam.

Mahoma empezó a divulgar su mensaje en el año 613 d.C. y su clan de origen lo consideró un pagano porque él expuso una convicción monoteísta.

La tribu dominante en La Meca y su Kaaba era la de los Quraysh, que a su vez era integrada por varios clanes. El de Mahoma era el Banu Hashim.

Tal como otras tribus de la Arabia preislámica, su nombre se refería a un animal que en origen debió de ser totémico. En este caso, “quraysh”, diminutivo de “qirsh”, que equivale a “tiburón”, significa “tiburoncito”.

Mahoma no sabía leer ni escribir, según el relato histórico, y por este motivo en la historia del Corán uno de los debates se refiere a si sus coincidencias con relatos de la Biblia provienen de transmisión oral o cómo ocurrió esa suerte de empatía de contenidos.

En cualquier caso, a causa de esas tradiciones tribales, Mahoma no fue eliminado: al menos en un inicio, la ley “familiar” que regía en La Meca era más fuerte que las disidencias teológicas, y aún económicas (ya que las peregrinaciones a La Meca, cuya Kaaba ya era centro de culto para un politeísmo de unas 360 deidades, resultaba un ingreso económico importante para los clanes dominantes), y él pudo sobrevivir.

Sin embargo, cuando él abandonó el clan, sí fue perseguido. Así se llega a la Hegira (el exilio), en 622, cuando Mahoma, y quienes ya eran sus seguidores, se trasladaron desde La Meca a la localidad Yazrib, más tarde conocida como Medina.

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Mahoma no fue profeta en La Meca pero sí lo llamaron desde Yazrib, luego Medina.

El relato histórico afirma que Mahoma fue invitado a trasladarse a Yazrib para actuar de árbitro en disputas entre las dos tribus de la ciudad, los ‘Aws y los Jazray. La mayoría de los habitantes de la ciudad aceptaron a Mahoma como jefe.

Este éxodo del Profeta implicó el abandono de los vínculos tribales para privilegiar la Ummah, la comunidad de creyentes del Islam en la que la igualdad es concedida por la fe.

Es muy curioso respecto del pensamiento de muchos musulmanes: uno de los motivos por los cuales Medina era diferente a La Meca derivaba de la existencia de una comunidad judía compuesta por tres tribus, la de los Banu Qainuqa, la de los Banu Nadir y la de los Banu Qurayza.

Sin embargo, una consecuencia del triunfo del Islam consistió en que el ingreso a Medina sigue prohibido a personas no musulmanas, como también lo está a La Meca. Al conjunto formado por la también llamada “Madinat an-Nabi” (la Ciudad del Profeta) y La Meca se le conoce en árabe como “Al-Haramayn Ash-Sharifayn” (“Los Dos Santos Lugares“).

En 630, con un aumentado grupo de seguidores y poder militar, Mahoma regresó a La Meca y la capturó. La clave consistió en que Abu Sufyán, el jefe militar de La Meca, se convirtió al Islam y la ciudad tuvo que capitular. Sin duda, fue un cambio significativo porque ubicó a la Ummah en un nuevo futuro político y económico de otros territorios adyacentes.

Y esto fue consolidado con los sucesores de Mahoma, cuando él murió en el 632 d.C.

La sucesión

La sucesión del Profeta fueron Abu Bakr y Umar ibn al-Jattab, en ese orden.

Abu Bakr ‘Abd Allah ibn Abi Quhafa ‘Uthman ibn Ka‘b al-Qurayshi o Abu Bakr al-Siddiq o simplemente Abu Bakr, es un apelativo que suele traducirse como “Aquel con el que Al-lah está complacido”. Y se ha convertido en un nombre propio frecuente en todo el mundo islámico.

Su nombre original era ‘Abd al-Ka‘ba, que significa ‘Siervo de la Kaaba’, y lo cambió por ‘Abd Al·lah (‘Siervo de Dios’), tras su conversión al Islam.

Mercader en La Meca, integrante de la tribu de Quraysh, fue el primer hombre, fuera de la familia de Mahoma, que se convirtió a la nueva religión predicada por el Profeta, a quien acompañó al exilio (hégira) en Medina.

Abu Bakr se convirtió en suegro de Mahoma, cuando éste se casó con su hija Aisha bint Abi Bakr.

Personaje curioso Mahoma porque él prescribió un máximo de cuatro esposas por musulmán, pero contrajo casamiento con al menos nueve mujeres.

Cuando el Profeta cayó enfermo, designó (según los sunitas) a Abu Bakr para que dirigiese la oración en su lugar. Cuando Mahoma murió, según la reconstrucción de algunos historiadores, Abu Bakr fue propuesto como sucesor por Umar ibn al-Jattab, argumentando aquella delegación anterior.

En 632, Abu Bakr fue la primera persona que llevó el título de califa (‘sucesor del Mensajero de Dios’ o ‘jalifat Rasul Allah‘).

Alí ibn Abi Tálib, primo y yerno de Mahoma -él estaba casado con Fátima az-Zahra, la hija más conocida del Profeta- no estuvo de acuerdo con esta sucesión , y reclamó para sí la sucesión en nombre de la genealogía.

Después de la muerte de su padre, Fátima se acercó a Abu Bakr porque esperaba que la tierra de Fadak (a 48 km. de Medina) y una parte de Jaybar serían pasados a ella como parte de su herencia. Sin embargo, Abu Bakr, rechazó su solicitud alegando que Mahoma había declarado que los profetas no dejan herencia y que sus posesiones se convierten en Sadaqah y se utilizarán para la caridad. Fátima nunca se lo perdonó al voraz Abu Bakr.

Luego de negociaciones, Alí aceptó la elección de Abu Bakr pero aquella divergencia fue el inicio de tres ramas de musulmanes: suníes, chiíes y jariyíes.

Aquel año 632 ocurrieron varias revueltas en las regiones de Hiyaz -que rechazaba el Islam- y Néyed -se negaba a pagar el impuesto ‘zakat’ al califato-.

Abu Bakr sofocó ambas revueltas, aunque hubo de hacer frente en lo sucesivo a oposiciones fuertes, pero luego ocurrió la que lideraba Musaylimah o Maslamah ibn Habib, apodado “el Mentiroso” porque le consideraron un falso profeta, finalmente derrotado por Jálid ibn al-Walid en la batalla de Akraba.

El reino militar

Aquel combate fue muy importante por varios motivos. Por ejemplo,

** porque perecieron gran número de compañeros de Mahoma, quienes sabían de memoria el Corán entero o fragmentos muy importantes. Por ese motivo, Abu Bakr, temiendo que las verdaderas palabras fuesen corrompidas o alteradas o se perdieran, encargó al escriba Zeid-ben-Thabet que recogiese todas las copias que había de los versículos dictados por Mahoma en los diveresos materiales mencionados, para uso exclusivo de Abu Bakr y Umar ibn al-Jattab. Esta copia fue entregada para que la guardase Hafsa bint Umar, una de las viudad de Mahoma e hija de Umar ibn al-Jattab;

** porque la Península de Arabia quedó definitivamente dentro del Estado islámico; y

** porque Abu Bakr decidió avanzar sobre otros territorios tales como Irak, capturado por el famoso general Jálid ibn al-Walid ibn al-Mughira al-Majzumi, también conocido como Sayf Allah al-Maslul (la espada en la mano de Dios).

Jálid ibn al-Walid era hijo de Walid ibn al-Mughira, jefe de los Banu Majzum, una de las más nobles familias de los Quraysh y los mejores jinetes de Arabia.

Jálid fue uno de los mejores jinetes de los Banu Majzum, y hábil en la espada, arco y flecha y, muy especialmente, lanza.

El padre de Jálid no estaba de acuerdo con el Islam y sentía una gran hostilidad hacia Mahoma, quien abandonó La Meca para ir a Yatrib (después conocida como Medina) en la Hégira, y hubo un periodo de hostilidad entre la comunidad musulmana de Medina y la tribu de los Quraysh.

Jálid no participó en la batalla de Badr, pero sí su hermano Walid ibn Walid, que fue hecho prisionero. Jálid y su hermano Hisham ibn Walid viajaron hasta Medina y rescataron a Walid, pero él regresó a Medina al lado de Mahoma.

El talento militar de Jálid fue imprescindible para que los Quraysh lograran la victoria en la batalla de Uhud pero más adelante Jálid se convirtió al Islam. Él fue decisivo, a causa de su capacidad militar, en la expansión territorial del Islam.

El Corán

¿Fue envenenado Abu Bakr? Lo cierto es que él ya había designado como su sucesor a Umar ibn al-Jattab, el siguiente “califa ortodoxo” y primer “príncipe de los creyentes” y protagonista de los siguientes 10 años.

Umar venció al emperador bizantino Heraclio, quien había organizado un ejército para recuperar Siria, en la Batalla de Yarmuk. Y luego a Yazdgerd III, emperador Sasánida (Persia), que preparaba la reconquita de Irak, en la batalla de Nihavand o Nahavand. Yazdgerd III huyó hacia India. Umar avanzó también sobre el Mediterráneo oriental.

Umar mantuvo las estructuras administrativas existentes y las creencias religiosas de sus habitantes. Probablemente decidió esto porque los no musulmanes eran considerados ‘dimmíes‘ o ‘protegidos’, lo que les obligaba a pagar un impuesto con el que se financiaba el creciente Estado islámico.

Umar ordenó el calendario musulmán, con inicio el 16/07/622. También mandó construir la Cúpula de la Roca, en Jerusalén, alrededor de la roca desde la que, según la tradición, Mahoma ascendió al cielo.

Lo asesinó en 644 un esclavo persa.

Le sucedió Uthman ibn Affan o Uzmán ibn Affán, quien se casó se casó sucesivamente con Ruqayya bint Muhámmad y Umm Kulthum bint Muhámmad, dos de las hijas de Mahoma.

Hay quienes afirman que Uthman no era un creyente y que llegado a califa dilapidó el tesoro e incluso perdió el anillo del Profeta: había caído en un pozo por descuido de uno de sus hijos pero prohibió recuperarlo. Pero otros afirman que su relación con el Profeta era excelente y por ese motivo fue otro de sus yernos.

Lo más grave de Uthman es que dicen que introdujo modificaciones al texto del Corán, conservó una única copia y mandó a destruir todo el material anterior. A causa de esto existen muchas dudas acerca de cuál fue el contenido que corresponde al Profeta, quien debe recordarse que no sabía leer.

Alí ibn Abi Tálib, primo y otro yerno de Mahoma, conspiró contra Uthman. Luego éste fue asesinado.

La polémica ocasionada por su muerte fue el origen del primer gran cisma del Islam y la primera guerra civil o Fitna, que rompió la comunidad que interpretaba el Corán.

La élite dirigente de la Umma islámica desairó a Alí tres veces en doce años y únicamente le designaron califa cuando agotaron todas las demás opciones. Se desconocen los motivos de esta conducta. Puede que deseasen evitar una monarquía hereditaria, o que no les gustase Alí, o ambas razones a la vez.

Su padre era Abu Tálib ibn Abd al-Muttálib y su madre Fátimah bint Ásad. Fue criado en la casa de Mahoma desde los seis años como hijo adoptivo suyo. A su vez, el padre de Alí, Abu Tálib, era el tío y tutor de Mahoma y quien le acogió tras quedar este último huérfano. Se convirtió además en yerno del profeta, al casarse en con Fátima, ya que Mahoma dijo a Alí que Alá le había ordenado que se casara con la hija que tenía con su primera esposa Jadiya. Mahoma dijo a Fátima: “He casado a la más querida de mi familia.”

Alí tuvo cuatro hijos con Fátima, la única hija de Mahoma que le sobrevivió. Sus dos hijos (Hasan y Husáin) son citados por Mahoma como sus propios hijos, honrados numerosas veces durante su vida y llamados «los líderes de la juventud de Jannah».

Su matrimonio duró hasta la muerte de Fátima, diez años después. Aunque la poligamia estaba permitida, Alí no se casó con ninguna otra mujer mientras Fátima vivió, y el matrimonio de ambos poseía un significado espiritual especial para todos los musulmanes porque es visto como el matrimonio entre dos personas importantes cercanas a Mahoma.

Ali fue nombrado cuarto califa pero en Medina fue acusado de asesinato por Mu‘awiyah ibn Abi Sufyan o Muawiyya. Gobernador de Siria desde los tiempos del califa Úmar ibn al-Jattab, Muawiyya enfrentó a Alí.

Alí encontró también una fuerte oposición de la viuda de Mahoma, Aisha, y de varios autocandidatos al califato, el más importante de los cuales era Muawiyya, miembro de la familia de los Omeyas y gobernador de Siria.

El 4 de diciembre de 656, entre Basora y Kufa, las dos facciones se enfrentan en la batalla del Camello, siendo derrotada la viuda del profeta. No fue el único combate. Después de la batalla de Siffín, de resultado incierto, Alí aceptó la propuesta de que las diferencias entre él y Muawiyya fueran resueltas por un arbitraje independiente.

Luego de varias vicisitudes, se falló en favor del gobernador de Siria y Alí se replegó a su capital, la ciudad de Kufa, en el actual Irak, donde conservó cierto poder.

Algunos partidarios de Alí, sin embargo, rechazaron el arbitraje y abandonaron el campo de batalla. En adelante serían conocidos como jariyíes (“los que salen“). Curiosamente, más adelante entrarían en guerra abierta con Alí.

No fue Úmar quien acabó con Alí.

Fue un jariyita, Abd al-Rahman ibn Mulyam, uno de los nueve sobrevivientes del ejército de Abdallah Ibn Wahb al-Rashidi, en la batalla / masacre de Nahrawan, cerca de Bagdad, quien vengaría la muerte de sus amigos y parientes caídos, asesinando en febrero del 661 a Alí en Kufa o Caldea, hoy Irak.

Ernest Renan, filólogo e historiador francés, escribió: «Alî, el verdadero representante de la tradición primitiva del islam, fue durante su vida entera un hombre inconcebible, y su elección no fue jamás tomada en serio en las provincias. De todas partes se tendía la mano a la familia de los Omeyas, que por costumbre e intereses se había hecho siria. Ahora bien, la ortodoxia de los Omeyas era muy sospechosa. Bebían vino, practicaban ritos del paganismo, no hacían caso alguno de la tradición, de las costumbres musulmanas, ni del carácter sagrado de los amigos de Mahoma. Así se explica el sorprendente espectáculo que ofrece el primer siglo de la Hégira, ocupado por completo en exterminar a los musulmanes primitivos, los verdaderos padres del Islam. ‘Alî, el más santo de los hombres, el hijo adoptivo del profeta; Alî, a quien Mahoma había proclamado vicario suyo’, es implacablemente degollado. Hussein y Hassan, sus hijos, que Mahoma había hecho saltar en sus rodillas y cubierto de besos, son degollados».

A excepción de Mahoma, no hay nadie en la historia islámica de quien tanto se haya escrito en las lenguas islámicas como Ali. En la cultura musulmana, Ali es respetado por su coraje, el conocimiento, las creencias, la honestidad, la devoción inquebrantable al Islam, la lealtad a Mahoma, la igualdad de trato de todos los musulmanes y generosidad al perdonar a sus enemigos derrotados, y por lo tanto es fundamental en las tradiciones místicas del Islam, como el sufismo. Ali conserva su estatura como una autoridad en la exégesis coránica, la jurisprudencia islámica y el pensamiento religioso.

Los nueve jariyitas que sobrevivieron lograron huir a Basora, Sistán, Jorasán, Omán, Yemen, Tell Mozan…. Los ibadíes de Omán (y partes de África) y los usulíes de Sistán y Kufa, son reconocidos como sus descendientes y seguidores.

Los jariyitas querían matar al mismo tiempo a Alí y a Muawiyya, pero su plan falló.

Muawiyya inauguró el Califato Omeya, con eje en Damasco.

Esta dinastía fue fuerte hasta 750, cuando ocurrió la revolución Abbasi, de origen persa pero básicamente una coalición de chiíes, sunitas y otras comunidades musulmanas y no musulmanas insatisfechas con aquel régimen. La capital pasó de Damasco a Bagdad.

Alí fue asesinado pero le sobrevivió el llamado ‘chiísmo’.

Sus partidarios pronto se rebelaron contra el Califa de Damasco aclamando a los hijos de Alí (Hasan, y a la muerte de él, Huséin o Husayn como legítimos sucesores y nietos, del profeta.

Ali fue enterrado en Kufa, que era parte de Persia y ahora es de Irak. Y así puede comprenderse la enemistad entre Irán y Arabia Saudita.

La proclamación de Muawiyya como Califa, en el 661, pone fin a la época “de los califas bien guiados” o “califas ortodoxos” (Abu Bakr, Ómar, Otmán y Alí) e inaugura el califato omeya, con capital en Damasco.

La sangre derramada

La Segunda Fitna fue otro período de desorden político y militar con una serie de conflictos que, aparentemente, no estaban conectados directamente entre sí, luego de la muerte de Muawiya I. Esta etapa de disputa tan violenta entre islámicos aumentó la división entre suníes y chiíes.

El primer califa omeya Muawiya I fue sucedido tras su muerte en 680 por su hijo Yazid I. La primera oposición a Yazid vino de los que apoyaban a Husayn ibn Ali, hijo de Ali ibn Abi Talib.

Husayn y muchos de sus apoyos más cercanos fueron asesinados por las tropas de Yazid en la Batalla de Kerbala, en el año 680. Se suele citar frecuentemente esta batalla como la ruptura definitiva entre los suníes y los chíies.

Yazid tuvo que hacer frente a una segunda revolución, de Abd Allah ibn al-Zubayr, quien era hijo de Zubayr ibn al-Awwam y de Asma bint Abu Bakr (hija a su vez del primer califa, Abu Bakr, y medio hermana de Aisha, tercera mujer de Mahoma).

Abd-Allah ibn al-Zubayr fue el primer musulmán en nacer en Medina tras la hégira.

La rebelión de al-Zubayr fue vista por muchos como un intento de volver a los valores originarios de la primera comunidad islámica y su revolución fue bienvenida por quienes estaban disconformes con el régimen omeya por distintos motivos. La súbita muerte de Yazid y de su hijo Muawiya II en 683, le permitió a Ibn al-Zubayr un amplio reconocimiento como califa.

En Siria, Marwan ibn Hakim, un primo de Muawiya I, fue declarado califa con el nombre de Marwan I, que tuvo un corto reinado, muriendo en 685. Marwan era el cuarto Califa Omeya, que asumió el control de la dinastía después de que su primo segundo Muawiya II abdicara en 684. Marwan pudo ganar la guerra civil de los Omeyas.

Marwan fue sucedido por su hijo Abd al-Malik.

Ibn al-Zubayr fue aislado en las regiones Tihamah e Hiyaz, donde se estableció un Estado independiente en Arabia central en 684.

Otros levantamientos siguieron en Iraq e Irán.

Mientras, los chiíes se rebelaron en Kufa para vengar la muerte de Husayn y para promover a otro de los hijos de Alí como candidato al Califato. El orden fue restaurado por las fuerzas sirias que apoyaban a Abd al-Malik. Y su ejercitó mató a Ibn al-Zubayr en 692, acabando con un período de excepcionales turbulencias.

Fácil imaginar que Mahoma nunca hubiera aceptado ni la división ni semejante violencia doméstica. Pero sobre esas bases se construyó la siguiente etapa del Islam.

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