Abraham ya era anciano y no había podido tener hijos con su mujer Sarai. Pero Dios, con quien había pactado al mudarse de Ur, la ciudad de la Mesopotamia donde reinó Ur-Nammu, a Canaán, la tierra de los amorreos, le había prometido que sería padre de naciones. ¿Tal vez Dios se habría olvidado de él? Sarai y Abraham decidieron ‘ayudar‘ a Dios a cumplir su promesa, y él embarazó a Agar, la criada egipcia de ella, un acontecimiento nada infrecuente en la sociedad tolerante con la poligamia de aquellos tiempos: es el relato del Libro de Génesis, capítulo 16. Y Agar fue madre de Ismael (que quiere decir “Dios oye”).
Ismael fue el padre de las personas naturales de la península arábiga y otros territorios circundantes, genéricamete llamados árabes: en esto coinciden las tres religiones abrahámicas (hebrea, cristiana y musulmana).
Sin embargo hay una controversia acerca de cuál de los dos hijos de Abraham fue el legítimo primogénito.
En el relato del Génesis, atribuido a Moisés, Abraham y su mujer Sarai, rebautizada Sara por Dios, más tarde sí tuvieron un hijo al que llamaron Isaac (“El que hace reír“, quizás por la felicidad que su nacimiento provocó a sus padres), y fue el de la promesa.
Sin embargo, el Corán atribuye a Ismael ese protagonismo.
Las tres religiones coinciden en que Ismael fue el primer hijo de Abraham pero la tradición judeocristiana da una preferencia a Isaac, y los musulmanes se decantan por Ismael, hábil arquero y mitad egipcio (pueblo descendiente de Mizraim, hijo de Cam, hijo de Noé) y mitad semita (descendientes de Eber, hijo de Sem, hijo de Noé).
Ismael tuvo 12 hijos, según el relato de Génesis 25, que “ocuparon la región que va desde Havila hasta Shur, que está al oriente de Egipto, en dirección a Asiria. Allí vivieron en franca oposición con todos sus parientes.” Su hogar fue el desierto del norte de Arabia y del este de Siria.
La promesa de Dios a Agar había sido, según Génesis 16:12: “Éste hijo tuyo será un hombre indomable, ¡tan indomable como un burro salvaje! Levantará su puño contra todos, y todos estarán en su contra.”
Respondiendo al pedido de Abraham, Dios cumplió la promesa de Génesis 17:20, “Con respecto a Ismael, también a él lo bendeciré, tal como me has pedido. Haré que sea muy fructífero y multiplicaré su descendencia. Llegará a ser padre de 12 príncipes, y haré de él una gran nación”.
Los 12 hijos de Ismael fueron: Nebayot, Quedar, Adbeel, Mibsam, Mismá, Dumá, Masá, Hadad, Temá, Jetur, Nafís y Quedemá.
Mercaderes del desierto
Los ismaelitas lideraron las caravanas que traían los productos de Arabia a Egipto y Mesopotamia (Génesis 37:25). Con el tiempo, su nombre llegó a ser casi sinónimo de pueblos del desierto.
Cuando murió Sara, Abraham volvió a casarse. En esta ocasión su mujer se llamó Cetura o Keturah, con quien tuvo 6 hijos: Zimram, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súa (Génesis 25:1).
Es probable que hubiese matrimonios mixtos entre los ismaelitas y los descendientes de Abraham y Cetura, cuyos descendientes ocuparon algunas partes de Arabia.
Puesto que Ismael y Madián eran medio hermanos, cualquier matrimonio mixto de sus respectivos descendientes —mezcla de sangre, costumbres, rasgos y ocupaciones— podría haber dado lugar al uso indistinto de las expresiones “ismaelitas” y “madianitas”.
Esto surge de el Libro de Génesis 37:28 (“Entonces, cuando se acercaron los ismaelitas, que eran mercaderes madianitas, los hermanos de José lo sacaron de la cisterna y se lo vendieron por veinte monedas de plata. Y los mercaderes lo llevaron a Egipto.”)
También en el Libro de Jueces 8, donde en el versículo 5 se menciona a “Zeba y a Zalmuna, los reyes de Madián“, pero en el versísulo 23 se afirma “(Como los enemigos eran ismaelitas, todos usaban aretes de oro).”
Asaf, músico levita en los días del rey David, es el autor del Salmo 83, en el cual identifica como integrantes de una alianza contra los israelitas a “los edomitas y los ismaelitas; los moabitas y los agarenos; los giblitas, los amonitas y los amalecitas; y los habitantes de Filistea y de Tiro.”
Sin embargo, con el tiempo, todos fueron llamados ismaelitas primero, y árabes después. Todos se proclaman descendientes de Ismael.
En sus oraciones, cinco veces al día, los musulmanes incluyen en sus plegarias “a Abraham y a la familia de Abraham”, tal como a tal como “a Mojammad y la familia de Mojammad”.
Tiburoncito
Mahoma o Muhámmad o Mojammad, fundador del islam, nació en La Meca, el 26 de abril de 570 d.C.
O sea que el islam es un culto más reciente que el judaísmo y que el cristianismo, y resulta extraordinaria, entonces, su velocidad de expansión global.
Le bastaron 62 años a Mahoma para barrer con el politeísmo en las tierras árabes y establecer una unidad espiritual perdurable.
Su nombre completo en lengua árabe fue Abu l-Qasim Muhammad ibn ‘Abd Allah ibn ‘Abd al-Muttalib ibn Hašim al-Qurayši.
Él fue hijo póstumo de Abd Allah ibn Abd al-Muttalib, miembro del clan de los hachemíes, linaje árabe que en la actualidad reina en Jordania y tiene presencia en Marruecos, y que desciende de los Banu Háshim o hijos de Háshim, uno de los clanes más importantes de la antigua tribu de Quraish, radicada en La Meca, y a la que pertenecía Mahoma.
Quraysh quiere decir “tiburoncito”, y uno de sus líderes, Qusay ibn Kilab, logró federar a los distintos clanes y se apoderó de La Meca, de sus pozos de agua y de la peregrinación a la Kaaba, que ya era objeto de culto en tiempos anteriores al islam.
Qusay fue bisabuelo de Háshim, fundador del clan de los hashimíes, al que pertenecía Mahoma.
La tribu de Quraysh fue, curiosamente, la que más combatió a los primeros musulmanes, obligándoles a emigrar de La Meca a Medina, actualizando el refrán de que nadie es profeta en su tierra.
Uno de los tíos de Mahoma, Abu Lahab, es maldecido en el Corán por su encarnizamiento antimusulmán.
Desde el siglo X los hachemíes ostentan el cargo de Jerifes de La Meca, encargados de la protección de las ciudades santas de La Meca y Medina, en el Hiyaz (región de Arabia en la costa del mar Rojo).
En La Meca ya estaba la Kaaba, centro de culto para los árabes politeístas, que contuvo 360 ídolos. Es un cubo irregular de 10,67 m de frente; 12,19 m de lado y 15,24 m de altura. La edificación resulta de capas de piedra azulada y grisácea sacada de las montañas que rodean la ciudad.
El Año de la Tristeza
La costumbre de los más honorables de la tribu de Quraysh era enviar a sus hijos con niñeras beduinas para asegurarse que crecieran libres y saludables en el desierto. Mahoma fue confiado a Bani S’ad.
A la edad de 25 años, Mahoma trabajó como mercader en la ruta de caravanas que recorrían el desierto, entre Damasco y La Meca, a las órdenes de Jadiya, hija de Juwáylid.
Ella era una rica comerciante, viuda, mayor que Mahoma, aunque no hay coincidencias acerca de la edad, a quien le propuso matrimonio en el año 595. Y él aceptó.
Jadiya no sólo fue sustento y primer creyente del Profeta sino la madre de sus dos hijos varones y cuatro hijas mujeres. Todos nacieron antes de que Mahoma recibiera la primera revelación.
Mahoma era de carácter reflexivo y pasaba noches meditando en la cueva de Hira, cerca de La Meca.
Los musulmanes creen que en 610, a los 40 años de edad, Mahoma tuvo una visión del ángel Gabriel, aunque inicialmente él creyó que se trataba de una presencia demoníaca, y en su desesperación llegó a pensar en el suicidio.
Jadiya volvió a resultar clave en su historia porque evitó tal desenlace y animó a Mahoma a escuchar las revelaciones.
Los seguidores de Mahoma comenzaban a aumentar y el politeísmo dominante en La Meca lo convirtió en una amenaza.
La riqueza de las tribus de la región se basaba en la explotación de todo lo que existía alrededor de la Kaaba, el recinto sagrado de los ídolos de los árabes, lugar de peregrinación. El peligro de que el monoteísmo de Mahoma acabara con las rentables peregrinaciones a La Meca provocó temor primero, enojo después.
En la llamada ‘profesión de fe’ del musulmán (shahada) se incluye la frase: “no hay más Dios que Alá y Muhammad es su mensajero”.
En la tribu de Quraysh, el culto emergente causó indignación porque Mahoma era uno de ellos, quien conocía que eran los guardianes de la Kaaba.
Ya en el año 615 se le recomendó abandonar La Meca y refugiarse en Etiopía.
En el año 619 fallecieron Jadiya, la esposa de Mahoma; su tío Abu Tálib, y la tribu lo repudió y hubo persecución. Por eso se le conoce como el “año de la tristeza”. Las tradiciones árabes afirman que hubo varios atentados contra la vida de Mahoma.
En el año 622, Mahoma y los suyos se marcharon a Yazrib (Medina), acontecimiento que se conoce como “Hégira” (emigración) y que da origen al calendario musulmán. El calendario islámico cuenta las fechas a partir de la Hégira, razón por la cual las fechas islámicas llevan el prefijo AH (año de la Hégira).
La Hégira
Yazrib (Medina) era un gran oasis agrícola donde ya había seguidores de Mahoma, cuyas enseñanzas provocaban rupturas de las lealtades tribales y familiares, en nombre del islam, una idea revolucionaria en la sociedad tribal de Arabia.
Antes de la hégira, el mensaje de Mahoma o Muhammad se enfocó en mantener la unidad de los creyentes.
Sin embargo, en Medina, donde Mahoma deviene en dirigente o califa, ocurre un cambio profundo, y se concentra en su oposición a los paganos, representados en la tribu de los Qurays.
La revelación adquiere orientaciones precisas sobre la identidad de la comunidad musulmana frente a judíos y cristianos. Un mensaje que excluía a los que lo rechazaran o fingieran aceptarlo.
Medina fue la primera ciudad-estado islámica, pero en el 629, el Profeta y sus seguidores regresaron a ocupar La Meca, estableciendo un pacto con los Qurays.
La nueva religión se extendió rápidamente hasta las tierras del sur de Bizancio, el norte de África, Egipto y Palestina.
Durante la vida de Mahoma, las revelaciones eran transmitidas oralmente o escritas en hojas de palmeras, trozos de cuero o huesos, etc.
Abu Bakr as-Siddiq. Zayd ibn Thábit, uno de los secretarios de Mahoma, comenzó a reunir las revelaciones, y su recopilación fue conservada por Hafsa bint Úmar, hija del segundo califa Úmar y una de las viudas de Mahoma.
Sin embargo, durante el califato de Utmán ibn Affán, hubo disputas relativas a la recitación del Corán. Entonces, Utmán decidió codificar, estandarizar y transcribir el texto.
El Corán devino en un canon de 114 capítulos (azoras), cada uno dividido en versículos (aleyas).
Cuando terminó el proceso de recopilación, entre los años 650 y 656, Utmán envió copias del texto final a todos los rincones del Imperio, y ordenó la destrucción de todas las copias diferentes a la nueva versión.
El culto que desarrolló el Profeta es
** monoteísta (cree en un solo Dios),
** tiene un libro sagrado, el Corán (“las recitaciones”), dictado por Alá a Mahoma, a través de Gabriel durante 23 años;
** tiene el último profeta enviado por Dios y sello de la Profecía, Mahoma;
** y tiene cinco pilares:
- La Fe y el testimonio: No hay dioses, sólo Él Dios (que sólo hay uno) y Mahoma es su profeta.
- La oración o Salat, realizada cinco veces al día (del alba, del mediodía, de la media tarde, del crepúsculo y de la noche) orientado hacia La Meca.
- La limosna obligatoria a los pobres o Zakat. Y hay reglas acerca de cuánto dar.
- El ayuno en el mes de Ramadán, con abstención de alimentos de cualquier índole hasta la puesta del sol y del contacto sexual.
- La peregrinación del Hajj a La Meca, al menos, una vez en la vida.
Para los musulmanes, toda la tierra es una mezquita, pero la Kaaba es el lugar de referencia simbólico (sagrado) hacia donde dirigir la “Nia” o intención en el momento de realizar las cinco Salats.
Mahoma reconvirtió toda la tradición acerca de la Kaaba. En esta incorporación al dogma de la tradición dada por la autoridad religiosa temporal, hay una similitud muy interesante entre el islam y la Iglesia Católica Apostólica Romana.
El nuevo relato oficial:
“Adán (Adam) construyó un primer santuario con zafiros y rubíes, pero fue elevado al cielo para evitar las aguas del diluvio.
Corán.
Más tarde, Dios ordenó a Abraham (Ibrahim) que construyera en piedra una nueva Kaaba en el mismo lugar y que convocase a toda la humanidad para visitarla y ubicar así en un mismo espacio el corazón del hombre. Por eso los peregrinos que llegan deben decir: “heme aquí, oh Señor”.
Después de los tiempos de Abraham (Ibrahim), los hombres se olvidaron (mayoritariamente) de su significado y practicaron allí la idolatría, desviándose así del camino indicado por Dios, hasta que llegó el islam predicado por su profeta Mahoma y el lugar volvió a ser la santa casa de Dios.”
Hoy día, la Kabaa se encuentra en el centro de un gran patio dentro de una mezquita construida en el siglo VII, llamada Masjid al-Haram. El patio está rodeado de claustros y pórticos, y pueden concentrar hasta 35.000 personas.
El edificio cuenta con siete minaretes y 24 puertas. En la esquina sur se halla la Piedra Negra, que según el Profeta, es un aerolito que el ángel Gabriel (Yibril) entregó a Abraham (Ibrahim). “Descendió a la Tierra más blanco que la leche, pero los pecados de los hijos de Adán lo volvieron negro“. Abraham y su hijo Ismael (Ismail) la colocaron en la esquina oriental cuando terminaron de construir la nueva Kaaba.
Pero el Museo de Historia Natural de Londres ha descartado la posibilidad de que la Piedra Negra se trate de un meteorito, decantándose por su origen terrestre.
En el recinto hay también un pozo sagrado, llamado Zamzam (o Zemzem). Se dice que fue utilizado por Agar, madre de Ismael.
La herencia
Entre la muerte de Mahoma en 632 y la derrota de los ejércitos musulmanes en el norte de Francia en 732, el islam se extendió desde la península arábica hasta Egipto, Palestina, Siria, Norte de África, España y Persia.
Entre los años 634 y 642 atacaron el Imperio bizantino, arrebatándole Palestina, Siria, Mesopotamia y Egipto, con sus diócesis respectivas, y también Sicilia y el sur de Italia.
Constantinopla soportó grandes asedios hasta que la presión musulmana cedió en el siglo IX a causa de la decadencia del califato.
Pero el año 711 los musulmanes cruzaron el estrecho de Gibraltar y, tras una fulgurante campaña, conquistaron buena parte de la Hispania visigoda. En Francia, Carlos Martel los detuvo en la batalla de Poitiers (732), el punto de más profunda penetración de los musulmanes en el occidente de Europa. En Hispania estuvieron durante 8 siglos.
Las revelaciones a Mahoma, recibidas y escritas en árabe, provocan un marco sociocultural muy definido: el verdadero Corán está en árabe.
La veloz expansión del islam provoca tantos interrogantes como su consolidación porque no solo creció de manera rápida, sino también duradera. Podría decirse que una de la causas fue que el cristianismo se sumergió en disputas intestinas, especialmente en el imperio bizantino o imperio romano de Oriente.
Los cristianos que vivían en las áreas que se convirtieron al islam a menudo estaban involucrados o con las interpretaciones del cristianismo que alimentaron el cisma de Constantinopla, y se relimentaban de esa ruptura.
En cualquiere caso, la distorsión del cristianismo original o verdadero abrió la puerta al islam. Los valores cristianos que habían hecho temblar al Imperio Romano en su conjunto, habían desaparecido.
Quienes decidieron permanecer como cristianos en los territorios bajo influencia del islam, pagaron impuestos más altos a sus gobernantes musulmanes, pero se cree que fueron tratados mejor bajo el islam que bajo el Imperio Bizantino, que los consideraba herejes.
El Corán enfatiza el esfuerzo individual y colectivo hacia Dios y hacia la mejora de la vida. Esta idea de la necesidad de un grupo -el Ummah o la comunidad de creyentes-, incluye una relación individual con Dios, pero esa relación y su potencial se mantienen también por las expectativas del grupo.
El islam carece de la idea del resurrección y de la conflictiva cuestión de la Trinidad (Dios es tres que son uno), que tanto debate provocó en el cristianismo. Si bien el islam es más riguroso en otros aspectos, en lo dogmático es más sencillo.
En el Corán hay referencias a Jesús, María, Adán, Abraham y otros que serían familiares de aquellos a los que se refiere como ‘la gente del libro’.
Los musulmanes honran la Torá o Pentateuco, los libros de Salomón y los Evangelios; vieron a Jesús como otro profeta pero creen que la profecía definitiva llegó a través de Mahoma y que esa profecía resumió todas las profecías anteriores.
Este relato, sin embargo, vuelve inexplicable el odio contra los cristianos que alimentan ciertas interpretaciones del islam, y permiten fundamentar que son aberraciones del islam probablemente por motivaciones político-ideológicas o ambiciones personales.
De todos modos, el desbalance no es reciente; comenzó en el pasado porque si bien en un primer momento el dominio musulmán practicaba cierta tolerancia hacia cristianos y judíos, pronto comenzaron las exigencias de un impuesto especial religioso que debían pagar quienes no se convirtieran al islam.
Además, se fomentaba la apostasía de cristianos hacia el islam, y se les prohibía todo proselitismo, si rechazaban la conversión. Tampoco podían construir o reparar sus templos.
En 632, tras una breve enfermedad, Mahoma o Muhammad murió en Medina. El gran reto de la comunidad musulmana era la sucesión espiritual y temporal.