“Ustedes dicen: «Se me permite hacer cualquier cosa», pero no todo les conviene. Y aunque «se me permite hacer cualquier cosa», no debo volverme esclavo de nada.”
1RA. DE CORINTIOS 6:12,
la Biblia.
“La adicción no negocia y, poco a poco, se fue extendiendo dentro de mí como la niebla”.
ERIC CLAPTON,
compositor, cantante e intérprete de rock y blues.
“La adicción es causada por una sensación de desconexión del adicto. No son las drogas, es su jaula”.
JOHANN HARI,
escritor y periodista.
La adicción es un trastorno crónico y recurrente caracterizado por la búsqueda y el consumo compulsivos de sustancias o contenidos, a pesar de sus consecuencias negativas.
Es considerado un trastorno cerebral porque genera cambios funcionales en los circuitos del cerebro que participan en la recompensa, el estrés y el autocontrol. Esos cambios pueden durar mucho tiempo después de que la persona deja de consumir el objeto de su adicción.
La adicción es muy similar a otras enfermedades, como por ejemplo una enfermedad cardíaca. Ambas perturban el funcionamiento normal y sano de un órgano del cuerpo, tienen graves efectos perjudiciales para la salud y son, en muchos casos, prevenibles y tratables.
Pero sin tratamiento, pueden durar toda la vida y causar la muerte. En este espacio se abordará la adicción a sustancias.
¿Por qué la gente consume drogas?
En general, esto puede ocurrir por diferentes motivos:
** Para sentirse bien. Con estimulantes como la cocaína, después de la euforia siguen sensaciones de poder, autoconfianza y más energía. A la euforia que causan los opioides como la heroína le siguen sensaciones de relajación y satisfacción.
** Para sentirse mejor. Algunas personas que sufren de ansiedad social, estrés y depresión comienzan a consumir drogas para intentar sentirse menos ansiosas.
** Por curiosidad y presión social. Los adolescentes corren un mayor riesgo porque la presión de compañeros puede ser muy fuerte.
Sin embargo, con el tiempo, si el consumo de la droga continúa, otras actividades placenteras se vuelven menos placenteras y la persona tiene que consumir la droga para sentirse “normal“.
Controlar la necesidad de consumir la sustancia se hace difícil, aún cuando el consumo cause muchos problemas para el consumidor y para sus círculo más cercano. Algunas personas pueden comenzar a sentir la necesidad de consumir mayores cantidades de la droga o consumirla con más frecuencia.
Pero, inclusive el consumo relativamente moderado de sustancias es peligroso. Por ejemplo, un bebedor social puede embriagarse, conducir un vehículo y convertir muy rápidamente una actividad placentera en una tragedia que afecta a muchas vidas.
“Leí mucho sobre el tema, y no podía hallar las respuestas que buscaba, y pensé, bien, me reuniré con personas de todo el mundo que viven y estudian esto, les hablaré y veré si puedo aprender de ellos. No sabía que esto me tomaría 30 000 millas, pero fui y conocí a todo tipo de personas, desde el transgénero vendedor de crack en Brownsville, Brooklyn, hasta el científico que invierte mucho tiempo alimentando mangostas con alucinógenos para ver si les gustan… y sí les gustan, pero solo en circunstancias específicas… visité el único país que ha despenalizado todas las drogas, desde la cannabis hasta el crack, Portugal. Lo que aprendí y que cambió mi forma de pensar es, que casi todo lo que creemos saber sobre la adicción esta mal, y si empezamos a asimilar la nueva evidencia sobre la adicción, creo que tendríamos que cambiar más, que nuestras políticas de drogas.”
JOHANN HARI
La Sociedad Estadounidense de Química ha irrumpido en el tema afirmando que la adicción a las drogas, alcohol o cualquier otro hábito destructivo es consecuencia de la química cerebral.
Cuando investigaba sobre Drogas para 3D Research, Russell Newcombe concluyó que numerosos experimentos demostraban que lo que provoca la adicción es la necesidad de dopamina, químico responsable del ‘nivel de felicidad’ de la persona.
Las drogas son procesadas por una parte del cerebro llamada ‘área tegmental ventral‘, conocida como ‘el centro de recompensa‘: es donde el cerebro procesa todo lo que hace que una persona se sienta bien y donde se produce la dopamina, el neurotransmisor que causa la sensación de placer, explicó una nota publicada en el diario ‘The Washington Post’.
“Un adicto a la cocaína, por ejemplo, se adhiere a ella porque no ha podido vincularse a otra cosa hasta ese punto. Por tanto, lo opuesto a la adicción no es la sobriedad, es la conexión humana“, reflexiona la psicóloga Fátima Servián Franco, en la web La Mente es Maravillosa, quien desliza una frase del novelista japonés Osamu Dazai (Shūji Tsushima): “La adicción es, tal vez, una enfermedad del espíritu”.
“Si al salir de esta charla de TED, un auto me atropella y me fractura la cadera, me llevarían a un hospital y me administrarían mucha diamorfina. La diamorfina es heroína. Es incluso mucho mejor heroína que la que se consigue en la calle, porque la que vende el traficante está contaminada, y contiene muy poca heroína, y la que te receta el doctor es médicamente pura. Y te la van a recetar por un largo período de tiempo. Hay mucha gente (…) que no se ha dado cuenta, que ha consumido mucha heroína. Y esto sucede en cualquier parte del mundo. Y si lo que creemos de la adicción es correcto… todas las personas expuestas a los ganchos químicos… ¿Qué debería pasar? Deberían volverse adictos. Esto se ha estudiado cuidadosamente. Y no sucede; se van a dar cuenta si su abuela tiene una operación de cadera no saldrá como una drogadicta.”
JOHANN HARI
Servián Franco recuerda la experiencia de Bruce Alexander, profesor de Psicología en Vancouver (a quien conoció Hari), quien recopiló evidencias, a partir de experiencias con ratas, de que quienes “viven en un entorno feliz“, no hay adicción. Su famoso experimento Rat Park (parque de ratas) fue publicado en la revista Psychopharmacology a fines de los años ’70.
Servián Franco lo definió así: “Cuando su cerebro genera las cantidades de dopamina suficiente en su vida diaria, no son tan propensas a desarrollar adicción a las drogas.”
Hari cita al profesor Peter Cohen, sociólogo y psicólogo por la Universidad de Amsterdam, exdirector del pionero Programa de Investigación de Drogas en la capital holandsa (Amsterdam Drug Research Program), y luego director de CEDRO (Centre for Drug Research o Centro de Investigación de Drogas), además de consejero del ‘Global Cocaine Project’ (Proyecto Global sobre Cocaína): “Tal vez ni deberíamos llamarlo adicción. Tal vez deberíamos llamarlo conexión“.
Por este motivo, ella avanza: “El ser humano tiene una necesidad natural e innata de conectarse, y cuando somos felices y saludables, nos vinculamos y conectamos con otros, pero si no pueden hacerlo, porque están traumatizados o aislados o muy golpeados por la vida, van a vincularse con algo que les de alguna sensación de alivio. Podría ser juegos de azar, pornografía, cocaína o cannabis, van a vincularse o conectarse con algo porque es nuestra naturaleza. Es lo que queremos como seres humanos.”
Raquel Lemos Rodríguez, Máster en Lingüística Aplicada, Lenguas y Tecnologías, estudiante en Grado de Psicología, apunta en La Mente es Maravillosa:
“Cuando nos aislamos de los demás, ya sea voluntariamente o no, nuestro cerebro empieza a producir una menor cantidad de mielina. Esto provoca cambios en el comportamiento cognitivo y emocional, pudiendo derivar en depresión, ansiedad o miedo. Con esto, nos sentimos mal, además de que como personas necesitamos vincularnos a los demás. Somos seres muy sociales.
En el momento en el que esto no sucede y nos encontramos aislados por diferentes motivos, podemos convertirnos en adictos a las sustancias de una manera muy fácil. La razón está en que las drogas aumentan la secreción de dopamina, sustancia que nos genera bienestar.”
Otro fragmento de su columna:
“(…) A pesar de todo lo que hemos explicado sobre por qué no nos volvemos adictos a las sustancias sino a lo que nos provocan, tenemos que mencionar un aspecto importante dentro de las adicciones como es la historia familiar.
Si nuestros padres son adictos a las sustancias o si mantienen una relación dañina en la que siempre están a punto de divorciarse, es posible que, como hijos, nos sintamos fuera de lugar, ignorados y aislados.
Como bien sabemos ahora, este es un caldo de cultivo excepcional para buscar refugio en las drogas, ya que nuestro entorno no es esa jaula divertida y llena de amigos como había en el experimento. Se parece, más bien, a la de la rata que estaba sola.
Muchas personas, tras consumir cocaína, heroína o cualquier otra sustancia se sienten culpables tras haberse prometido no volver a caer en ello. Lo que no saben es que no son adictos a las sustancias. Están enganchados a lo que les genera. La pregunta es: ¿por qué buscan sentirse así?
Todo aquello que nos pueda afectar a nivel emocional puede provocar que busquemos en las drogas una forma diferente de sentir. Si, además, nos rodeamos de personas que también las consumen debido a problemas y situaciones difíciles que han provocado que se sientan aislados e infelices, al final todo se convierte en un círculo del que será muy complicado salir.
Si la culpa de las adicciones estuviese en las sustancias entonces… ¿por qué hay adictos al móvil o a los videojuegos? La razón de nuestra dependencia no está en esa sustancia, sino en lo que nos hace sentir y que nos permite alejarnos por un momento de todo lo que tenemos que resolver.
Al final, aquello de lo que nos volvemos adictos no es más que una válvula de escape, pero el problema continuará estando ahí esperando a que hagamos algo diferente para enfrentarlo.”
“En el 2000, Portugal tenía uno de los peores problemas de drogas en Europa. El 1% de la población era adicta a la heroína, que es increíble, y todos los años, usaban el método estadounidense más y más. Castigaban a las personas, las marcaban y avergonzaban, y cada año el problema era peor. Un día, el primer ministro y el líder de la oposición se reunieron y básicamente dijeron, no podemos seguir con un país donde más personas se vuelven adictas a la heroína. Formemos un panel de científicos y doctores para averiguar realmente como resolver el problema. Formaron el panel liderado por un gran hombre llamado Dr. João Goulão, para revisar la nueva evidencia, y después de reunirse dijeron: “Despenalicen todas las drogas desde la cannabis al crack, pero”… y este es un paso crucial… “tomen todo el dinero que gastamos en aislar a los adictos, y en desconectarlos, e inviértanlo en reconectarlos con la sociedad”. Y no es lo que pensamos sobre el tratamiento de drogadicción en USA y Reino Unido. Ellos usaron las clínicas de rehabilitación, terapia psicológica, que tiene cierto valor. Y lo más importante que hicieron fue totalmente opuesto a lo que hacemos: un programa masivo de creación de empleo para adictos y microcréditos para adictos para crear pequeñas empresas. Supongamos que eran mecánicos. Cuando se hayan recuperado, irán a un taller y dirán: ‘Si le dan empleo por un año, pagaremos la mitad de su salario’. La meta era asegurarse que cada adicto en Portugal tuviera algo que los hiciera dejar la cama en la mañana. Y cuando conocí a los adictos en Portugal, dijeron que al redescubrir su propósito, redescrubrieron sus vínculos y relaciones con la sociedad. (Cumplidos) 15 años desde que empezó este experimento, y los resultados están ahí: el uso de drogas inyectables se redujo de acuerdo al British Journal of Criminology, en un 50%. La sobredosis bajó y el VIH bajó tremendamente entre los adictos. (…). Una manera de saber que ha funcionado es que casi nadie en Portugal quiere volver al viejo sistema.”
JOHANN HARI