La diferencia para la salud entre el cacao y el chocolate es abismal, pero muchas personas incluso desconocen cuál es la versión beneficiosa para el organismo.
Desde los mayas hasta la actualidad
Con la llegada del invierno a los países del hemisferio sur, también arriba el hábito de incorporar con más frecuencia al cacao en las dietas.
Aunque comúnmente esté relacionado al aumento de peso, en esencia es todo lo contrario ya que aporta fibra y sensación de saciedad más prolongada. El meollo del asunto está en pensar en función de nutrientes y no contando calorías.
Los primeros registros de su consumo datan del Imperio Maya alrededor del 600 a.C. que tomaban una bebida llamada “xocolatl” y consistía en mezclarlo con agua y especias.
De la misma forma mantuvo su importancia luego de ser conquistados por los aztecas, quienes lo añadieron a sus plantaciones e incluso llegaron a utilizarlo como moneda de cambio.
Posterior a la invasión de 1492, se introdujo en Europa y comenzó a ser combinado con azúcar y otros agregados hasta popularizarse y alcanzar nuestros días.
A pesar que la mayoría sólo conoce sus derivaciones en chocolates endulzados, con lácteos y otros añadidos, su origen se sitúa en las semillas encontradas en las vainas del árbol Theobroma cacao, que crece en bosques húmedos y tarda hasta seis años en dar frutos.
No es sinónimo de chocolate
Popularmente se cree que provoca caries, acné y una alta carga calórica que promueve el aumento de peso.
Sin embargo, el cacao tiene poco que ver con el polvo de chocolate que llega a las mesas de las familias hoy en día.
En la mayoría de casos la sustancia original ha sido modificada a través del proceso de alcalinización que consiste en la adición de carbonato potásico, hidróxido sódico y carbonato cálcico, entre otros, a temperaturas y presión elevada.
Durante este procedimiento químico cambia su color por uno más oscuro y su sabor se torna menos ácido, más intenso y fino.
En contraste, el cacao natural comestible es un polvo castaño rojizo que se logra después de alteraciones tales como la fermentación, el descascarillado, torrefacción y desgrasado.
Como resultado, se logran pequeños trozos llamados nibs, molidos a continuación para deshacer la manteca de cacao y finalmente obtener el alimento refinado.
La diferencia principal entre el natural y el alcalinizado es la pérdida de aproximadamente el 60% de los flavonoides, cuyas propiedades son gran valor para el organismo.
Con todo, se pueden adquirir todos los beneficios de la planta comprando el producto amargo en dietéticas y usándolo en reemplazo de otras elaboraciones industrializadas a base de azúcar y otros ingredientes prescindibles.
Beneficios para la salud
Además de otorgar vitaminas del grupo B, hierro y cerca de un 35% de fibra que colabora en la salud intestinal y brinda saciedad necesaria para el control del peso, tiene otros múltiples beneficios más para el cuerpo.
· Piel sana
Colabora en el mejoramiento de la textura, grosor, elasticidad, hidratación y resistencia a las arrugas gracias a la concentración de flavonoides, que son antioxidantes presentes en alimentos naturales.
Por otro lado, este grupo de elementos estimula la circulación sanguínea y favorece la fotoprotección.
· Tensión arterial y colesterol
Aquellos componentes naturales también generan un efecto en la dilatación de las arterias, reduciendo la tensión, la cantidad de colesterol LDL y regulando los niveles de glucosa en sangre.
Una investigación que marcó un hito en los descubrimientos de los beneficios del cacao es la que se realizó en Kuna, Panamá. Los habitantes de la isla puntuaban índices altamente mejores en cantidad de muertes por infarto, insuficiencia cardíaca, cáncer y diabetes.
El único hábito que los diferenciaba de la población del continente era la ingesta de hasta 40 tazas de cacao a la semana y por consiguiente, el consumo diario de epicatequina que es una sustancia favorable para el corazón.
A la postre se realizaron numerosos estudios más que establecieron vínculos entre este alimento y la salud cardiovascular.
· Inmunidad
Dadas sus proporciones de antioxidantes, aún superiores a las del té y los arándanos, se acrecienta la capacidad inmune de las células para protegerse de agresiones internas, externas y del envejecimiento.
· Memoria
La combinación de los flavonoides, omega-3, vitaminas B, D y E resultan en el desarrollo y fortalecimiento de la capacidad cognitiva. Debido a la interacción que se establece con el hipocampo, la zona del cerebro responsable de la memoria, las investigaciones detectaron menos pérdidas leves de memoria en adultos mayores.
