por EDGAR MAINHARD
La adicción es similar a otras enfermedades. Por ejemplo, una enfermedad cardiovascular. Ambas perturban el funcionamiento de un órgano del cuerpo (el cerebro en un caso, el corazón en el otro), tienen graves efectos perjudiciales para la salud y son, en muchos casos, prevenibles y tratables. Sin tratamiento, pueden durar toda la vida y causar la muerte.
En el caso de una adicción, es un trastorno crónico y recurrente, caracterizado por la búsqueda y el consumo compulsivos de sustancias, a pesar de sus consecuencias negativas.
Es un trastorno cerebral porque genera cambios funcionales en los circuitos del cerebro que participan en la recompensa, el estrés y el autocontrol.
Esta serie de notas comenzó en:
ESCAPAR DE LAS DROGAS (1)
Synanon: Adicción, esperanza y decepción
¿Por qué hay personas que consumen drogas?
Varias razones:
** Para sentirse bien. Con estimulantes como la cocaína, después de la euforia siguen sensaciones de poder, autoconfianza y más energía. A la euforia que causan los opioides como la heroína le siguen sensaciones de relajación y satisfacción.
** Para sentirse mejor. Algunas personas que sufren de ansiedad social, estrés y depresión comienzan a consumir para intentar sentirse menos ansiosas.
** Por curiosidad y presión social. Los adolescentes corren un mayor riesgo porque la presión de los compañeros puede ser muy fuerte.
La Sociedad Estadounidense de Química ha irrumpido en el tema afirmando que la adicción a las drogas, alcohol u otro hábito destructivo es consecuencia de la química cerebral.
Numerosos experimentos han mostrado, en repetidas ocasiones, que lo que provoca la adicción es la necesidad de dopamina, químico responsable del ‘nivel de felicidad’ de una persona.
Las drogas son procesadas por una parte del cerebro llamada ‘área tegmental ventral‘, conocida como ‘el centro de recompensa‘, donde el cerebro procesa todo lo que hace que una persona se sienta bien y donde se produce la dopamina, el neurotransmisor que causa la sensación de placer.
Sin embargo, con el tiempo, si el consumo de la droga continúa, otras actividades placenteras se vuelven menos placenteras y la persona tiene que consumir la droga para sentirse “normal”.
Controlar la necesidad de consumir la sustancia se hace difícil, aun cuando el consumo cause muchos problemas para el consumidor y para su círculo más cercano.
Algunas personas pueden comenzar a sentir la necesidad de consumir mayores cantidades de la droga o consumirla con más frecuencia.
Definición clave: No nos volvemos adictos a las sustancias. Nos volvemos adictos a lo que estas nos provocan.
Daytop Lodge
William Bastable O’Brien fue hijo de un ejecutivo bancario, William Carroll O’Brien; en 1951 egresó del Seminario de San José, en Yonkers (NY-USA), como sacerdote católico apostólico romano, y fue asignado a la Catedral de San Patricio, en Manhattan.
De pronto, O’Brien se acercó al problema de las drogas al descubrir que muchas madres llegaban para rezar por sus hijos que tenían problemas con las drogas. En 1957, una de ellas le pidió ayuda porque su hijo, adicto a las drogas, se había involucrado en un asesinato en Washington Heights.
Meses después, O’Brien tomó contacto con la filial en Westport, Connecticut, de Synanon, la comunidad terapéutica para drogadictos y alcohólicos fundada en California. En Synanon, O’Brien conoció al psiquiatra Daniel Casriel, quien compartía una inquietud similar sobre investigar un tratamiento contra la adicción a los narcóticos.
En el invierno de 1953, Casriel, con 29 años, había comenzado su práctica privada como psiquiatra en la ciudad de Nueva York. Poco después fue nombrado asesor psiquiátrico del Hospital Metropolitano de East Harlem y del Tribunal de Sesiones Especiales de Manhattan, donde comenzó a participar activamente en el tratamiento de adictos a las drogas.
O’Brien y Casriel se asociaron con
** Joseph Shelly, jefe del programa de libertad condicional de la Corte Penal de Brooklyn;
** Alexander Bassin, trabajador social y criminólogo en la Corte Judicial del Condado de Kings, quien se había interesado en encontrar un patrón de conducta para el triángulo Drogas / Crimen / Prisión.
El equipo de Bassin obtuvo, en 1963, un subsidio de US$ 390.000, otorgado por el Instituto Nacional de Salud Mental, para iniciar un centro experimental de pacientes ambulatorios entre adictos de Staten Island en libertad condicional.
Así nació Daytop Lodge, en Brooklyn, con una población inicial de 22 condenados en libertad condicional.
Staten Island
Staten Island es una isla en el océano Atlántico, uno de los cinco distritos metropolitanos de la ciudad de Nueva York, bautizada por los holandeses ‘Staaten Eylandt‘ en honor del gobierno de los Países Bajos, los Estados Generales.
El ferry de Staten Island conecta la isla con el sur de Manhattan, a través de la bahía Superior de Nueva York.
Está conectado a New Jersey por tres puentes y a Brooklyn por el puente Verrazano Narrows. En su territorio había varias prisiones (incluyendo la Brooklyn House of Detention for Men) y un hospital para reclusos (Kings County Hospital Prison Ward, que incluía una sala de 650 camas para adictos y enfermos psiquiátricos).
Daytop Lodge fue una propuesta bien diferente. En los años ’50, la actitud pública era “una vez adicto, siempre un adicto”. Había que refutar semejante preconcepto.
Casriel fue el asesor psiquiátrico del proyecto Daytop Lodge. Más tarde, se convirtió en cofundador, director psiquiátrico y superintendente médico de Daytop Village.
La terapia grupal diseñada por Daniel Casriel incluyó una sesión para “resolver” el sentimiento de dolor y enojo del individuo.
Franquicia nacional
O’Brien comprendió que el denominador común de diversos delitos callejeros eran las drogas, pero había una escasez de programas para tratar el abuso de sustancias.
O’Brien consiguió, más adelante, una cantidad apreciable de patrocinadores financieros poderosos: desde las actrices Shirley MacLaine y Mary Tyler Moore, al cantante, compositor y productor discográfico Tony Orlando y el exjugador profesional de fútbol americano Roger Staubach.
Durante las siguientes dos décadas, el programa se convirtió en una franquicia nacional, con 28 instalaciones en cinco estados, y se convirtió en un modelo para los centros de tratamiento de adicciones a sustancias en todo el mundo, logrando una tasa de éxito de abstinencia a largo plazo de más del 80%.
O’Brien se convirtió en una celebridad gracias a Daytop, que nunca fue ni es un programa de la Iglesia Católica Apostólica Romana.
O’Brien fue cortejado por políticos, invitado a informar al papa Juan Pablo II sobre el abuso de sustancias y referente en programas de noticias tal como el “20/20” de la cadena televisiva ABC, que en 1990 lo llamó “uno de los expertos más reconocidos del mundo en la rehabilitación de drogadictos”.
O’Brien se involucró profundamente en la problemática. En 1966, él obtuvo un posgrado en Psicoterapia en la Universidad de Illinois.
Cuando de jubiló como religioso, fue uno de los fundadores de la Federación Mundial de Comunidades Terapéuticas.
Y él criticó tenazmente la llamada ‘guerra contra las drogas‘, cuestionando a los funcionarios del gobierno estadounidense por elegir construir más cárceles y recortar fondos para el tratamiento de drogas antes que trabajar seriamente en rehabilitación.
“Estamos en un modo ‘fortaleza’, construyendo más y más prisiones para manejar el problema de las drogas”, dijo en una entrevista en 1996, a una revista de política pública publicada por la orden de sacerdotes jesuitas. “El pueblo estadounidense piensa que la aplicación de la ley puede resolver un problema social importante como el abuso de drogas, y los políticos están siguiendo el ejemplo, aislando al público de la verdad. La sociedad estadounidense está en problemas por decidir sentirse bien con soluciones simplistas”.
La propuesta
El programa se elaboró en base al modelo de comunidad terapéutica, subrayando el papel de la interacción entre pares en tratamiento. Se propuso “una comunidad emocional de apoyo en la que las personas se sienten seguras, pero al mismo tiempo son consideradas estrictamente responsables de su comportamiento“.
O’Brien comenzó a pasar mucho de su tiempo en Daytop Lodge como consejero y ayudó a desactivar la oposición del vecindario a la presencia de hombres considerados convictos. Cuando, un año después, el centro se incorporó al programa Daytop Village, el padre O’Brien fue su primer presidente.
El enfoque de Daytop fue riguroso. Los residentes debían obedecer reglas estrictas y asistir a sesiones diarias de terapia grupal que, a menudo, se convertían en confrontación, aquella experiencia iniciada en Synanon.
Los conceptos básicos del programa de tratamiento fueron sesiones de terapia de grupo, modelos de roles, asignaciones de trabajo y una jerarquía de compañeros.
A medida que los residentes progresaban, recibían más responsabilidades y ganaban más privilegios.
Aquellos que venían detrás, veían que otros como ellos estaban ganando respeto, y que la vida sin drogas era posible.
Estos elementos básicos se han mantenido, a medida que la comunidad terapéutica evolucionó para satisfacer las cambiantes poblaciones y necesidades de los pacientes.
Había sanciones tales como, por ejemplo, portar un letrero que detallaba la transgresión y la limpieza de los baños.
O’Brien describió la estrategia como “un amor muy duro, no un amor comprensivo”, diseñado para que los pacientes asumieran su responsabilidad y no transfiriesen nada de lo que era propio.
Dato: con la excepción de quienes estaban en período de prueba, la mayoría de los residentes podían abandonar el tratamiento en cualquier momento.
En un período en el que las únicas opciones disponibles para los adictos que buscaban tratamiento eran las salas neuropsiquiátricas de un hospital y las celdas en la prisión, Daytop fue una revolución, y su modelo de tratamiento fue imitado por muchos al punto que, luego, comenzó a perder pacientes frente a la cantidad de competidores, lo que le provocó incurrir en déficits presupuestarios en los años ’90.
En 2012, dos años después de la jubilación de monseñor O’Brien, la organización solicitó la protección del Capítulo 11 (concurso preventivo de acreedores) de la Ley de Quiebras. Pero Daytop logró un acuerdo concursal y salió de la bancarrota en 2013, iniciando una fusión, concretada en 2015, con Samaritan Village, una red de tratamientos que inició el reverendo de la Iglesia Episcopal, W. L. Damian Pitcaithly, basada en el modelo Daytop, y rebautizada Samaritan Daytop Village.
Daniel Casriel
Casriel elaboró un programa que llamó AREBA, acrónimo de Accelerated Re-education of The Emotions, Behavior and Attitudes o Reeducación acelerada de las emociones, el comportamiento y las actitudes.
Consistía en una docena de camas para jóvenes adictos que se internaron para “trabajar” y participar en el “Proceso de Nueva Identidad“.
A fines de la década de 1960, Casriel había ampliado su práctica privada para incluir a una pequeña comunidad terapéutica en los cuatro pisos superiores del edificio de oficinas donde tenía su estudio.
En 1963, Casriel comenzó a experimentar con terapia de grupo en Nueva York. Comenzó a dirigir sesiones o en solitario o en grupos con líderes tales como su viejo conocido David A. Deitch, el director de Synanon en Westport.
A finales de la década de 1970, Casriel comenzó a enseñar su método en varios centros europeos.
El psiquiatra alemán Walther H. Lechler se convirtió en uno de sus estudiantes y luego empleó las ideas para el desarrollo del ‘Modelo Herrenalb’ de psicoterapia.
Otro aprendiz fue el psicoanalista danés Osho Sanyassin.
También el místico Shanti Kristian Dahl-Madsen, quien incorporó al nuevo proceso de identidad un enfoque afirmativo de la vida, que llamó “hedonismo espiritual”.
En 1972, Casriel publicó sus descubrimientos en un libro titulado “Un grito lejos de la felicidad”, donde describió el proceso de la nueva identidad a través de un grupo de psicoterapia que utiliza gritos, abrazos y afirmaciones de necesidades básicas.
Cuando Casriel murió en 1983, el ex paciente Steven Yohay expandió el programa y se convirtió en presidente de AREBA Casriel, Inc., el centro privado de tratamiento de adicciones más antiguo de USA.
El método de psicoterapia grupal de Casriel sigue vigente a través de los esfuerzos de la Sociedad Internacional de Psicoterapia de Enlace, que tiene miembros en ocho ciudades europeas, así como en América del Norte y del Sur.
El concepto de Casriel de una “Hoja de Ruta de Relaciones” se convirtió en la base del enfoque del programa PAIRS para la educación de relaciones.
Al expandir el enfoque del escritor, político, filósofo, educador y promotor del arte estadounidense Horace Mann Sr. en la búsqueda de la felicidad como un deseo humano universal, Casriel teorizó que la emoción del amor proviene de la anticipación del placer.
Mann Sr., recordado por frases tales como “El maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de aprender, está tratando de forjar un hierro frío”, fue el padre de la educación pública estadounidense.
En 1838, fundó y dirigió “The Common School Journal”, y trazó seis ejes principales:
- el pueblo ya no debe permanecer en la ignorancia, no pueden ser ignorantes y al mismo tiempo libres;
- la educación debe ser pagada, controlada y sostenida por el sector público;
- esta educación se imparte mejor en las escuelas que abrazan a los niños de variades clases sociales;
- esta educación debe ser no sectaria;
- esta educación debe ser enseñada con el espíritu, métodos, y la disciplina de una sociedad libre;
- la educación debe ser proporcionado por docentes profesionales bien entrenados.
Para Mann, los niños indisciplinados debían ser tratados con amor y cariño para reintegrarlos a la “divina semejanza”; “el amor es uno de los instrumentos más poderosos con los niños que nunca han conocido el lujo de ser amados. Tal vez el niño ha heredado de padres viciosos una constitución defectuosa”.
Volviendo a la teoría de Casriel, el “vínculo”, que él definió como “la combinación única de apertura emocional y cercanía física con otro ser humano”, es fundamental para mantener relaciones sanas e íntimas.
Casriel enseñó que los síntomas de la privación de lazos incluyen: “enfermedad, fatiga, depresión, rigidez, constricción, aislamiento y la variedad de comportamientos antisociales como el abuso de drogas y alcohol, el juego y las adicciones sexuales”.
Un caso concreto
Rita DeMaria y Therese Hannah escribieron en 2013, “Construyendo relaciones íntimas: uniendo el tratamiento, la educación y el enriquecimiento a través del programa PAIRS”.
Practical Application of Intimate Relationships Skills (PAIRS, de Aplicación práctica de las habilidades de relaciones íntimas) para los programas de educación matrimonial y relacional que han impactado a miles en todo el mundo.
¿Qué tiene que ver con las adicciones? En el libro, Lory Heyman Gordon, fundadora de PAIRS, relata su experiencia personal con Casriel:
“Me recomendaron a Daniel Casriel, un psiquiatra en la ciudad de Nueva York, como alguien que estaba haciendo un trabajo innovador. Había escrito el primer libro sobre Synanon y cofundado Daytop Village, conocido como uno de los programas de rehabilitación de drogas más eficaces del país. Acordé visitar su Instituto AREBA en Manhattan. La gente de allí era amigable cuando llegué, abrazándome y conversando cálidamente. Y cuando conocí a Dan, parecía ser una persona agradable, tranquila y discreta.
Habiendo acordado sentarme en uno de sus grupos, subí a la sesión que estaba por comenzar. Unas 30 personas estaban dialogando, sentadas en círculo. Dan entró, se sentó y dijo: “Soy Dan, y estoy bien”.
La siguiente persona dijo: “Soy Harry, y estoy bien”.
El tercero dijo: “¡Soy Charles y estoy enojado!” Echando la cabeza hacia atrás, este hombre dejó escapar un chillido espeluznante. Y luego otro y otro, toda una serie de bramidos, tales como nunca antes yo había escuchado. Estaba seguro de que se había vuelto loco en ese mismo momento.
Me senté en estado de shock y horror. Había escuchado cosas impresionantes sobre el trabajo de Dan, pero nunca había escuchado ningún detalle. Esta fue una experiencia alucinante para mí. Alrededor de la habitación, nadie más parecía molesto cuando “Charles” se enfureció y gritó. Cuando se detuvo, describió por qué motivo él estaba enojado y cómo iba a hacer algunos cambios positivos en su vida.
A su vez, otras personas usaron esta misma expresión increíblemente intensa de sentimientos, gritando cualquier dolor, rabia y miedo que sintieron. Nadie parecía desanimado por esto y nadie se volvió loco. Algunas personas se pusieron de pie, se acercaron a quien quisieran apoyar y abrazaron a esa persona. Esta intensa expresión emocional y unión fueron cosas que nunca había experimentado. Después de entrevistar a las personas, escuché increíbles declaraciones sobre la curación que les había sucedido.
Decidí aprender más sobre este trabajo y llevarlo de vuelta al centro de tratamiento (N. de la R.: donde ella se desempeñaba, en Virginia). Teníamos niños muy enojados, y lo que estábamos haciendo con ellos era en gran medida una terapia cognitiva y de modificación del comportamiento.
En la siguiente sesión del grupo de terapia del centro de tratamiento de Virginia que el director y yo co-dirigimos, un joven de 18 años estaba indignado. Lo habían echado de la escuela por usar drogas y odiaba a todos. Intuí que el proceso de Casriel lo ayudaría, así que intenté ofrecerlo en el grupo. El director se burló de mis esfuerzos por incorporar esta nueva técnica dramática. Los miembros del grupo, incluido el joven enojado, hicieron lo mismo al desestimar mis esfuerzos.
Una semana después, el joven se suicidó.
Esto tuvo un profundo impacto en mí. Experimenté un enfoque que sabía que marcaba la diferencia, por sorprendente que fuera el método, pero no podría implementarlo sin el apoyo de mis colegas. También sabía que nunca yo había sido un líder en el sentido de ser pionera y hacer proselitismo. Simplemente me propuse aprender lo que necesitaba para ser una terapeuta eficiente. Finalmente, salí de ese centro de tratamiento, sabiendo que ya no podría trabajar en ningún lado a menos que pudiera usar todos los procesos que me parecieran efectivos. Era una cuestión de integridad.
Más tarde pasé a patrocinar al Dr. Casriel para realizar talleres mensuales de fin de semana a través del Instituto de Relaciones Familiares en el norte de Virginia. Él continuó dirigiendo estos talleres durante varios años, hasta su muerte prematura, por esclerosis lateral amiotrófica (enfermedad de Lou Gehrig) en 1983. A los talleres asistieron un grupo cada vez más dedicado de terapeutas del área y sus pacientes, que claramente se beneficiaron enormemente de este taller, emocionalmente intenso y expresivo.
Durante ese mismo período, desarrollé y enseñé el programa PAIRS. Varios participantes de PAIRS leyeron volantes anunciando un próximo taller de Casriel y decidieron asistir. Me di cuenta de que el corazón del fin de semana de Casriel era facilitar poderosamente el amor y la intimidad. La experiencia de vinculación y expresión emocional en el taller intensificó y aumentó la experiencia del programa PAIRS. Aunque Casriel había desarrollado su taller para una población adicta y problemática y, aparentemente, no se había enfocado en mejorar las relaciones de pareja, estaba claro que su proceso impactaba profunda y positivamente en las relaciones personales.
Después de mucha reflexión, perfeccioné y adapté el taller de fin de semana de Casriel a las necesidades de PAIRS como una experiencia emocional y cognitiva poderosa que produce profundos conocimientos sobre uno mismo y los demás, e intensifica el poder de la vinculación y la curación para las parejas. Rápidamente se convirtió en la experiencia transformadora más singular y poderosa en PAIRS. Al psiquiatra Normal Paul, de Boston, cuando se le preguntó su respuesta acerca de este taller de fin de semana, dijo en voz baja: “Toca el alma”.
Daniel Casriel veía los componentes básicos de la personalidad como cognitivos, conductuales y emocionales o lo que describió como el ABC de la personalidad:
** A para el afecto (affect),
** B para el comportamiento (behavior), y
** C para la cognición (cognition).
Él creó la estructura llamada Camino de la Felicidad (Road for Happiness), ya que se refería a la Felicidad e Infelicidad o al Placer y el Dolor, en la que describió a Bonding (Unión) como una necesidad central determinada biológicamente, que es tanto emocional como física. Él vio las relaciones que llenan la necesidad biológica de cercanía emocional y física como una curación y una fuente de salud y felicidad. El proceso que desarrolló descontamina el miedo de la intensidad emocional, elimina los obstáculos al vínculo y facilita profundamente la experiencia de la intimidad.
Mientras trabajaba con este proceso, descubrí que los componentes variados de PAIRS podían encajar cómodamente dentro de la estructura de Casriel, Road to Happiness, y le cambiamos el nombre a Mapa de Ruta de Relaciones (Relationship Road Map). (…)”
Heroína, cocaína y ratas
Muy importante para comprender una terapia de rehabilitación: el psicólogo canadiense Bruce Alexander realizó un experimento se realizó ubicando una rata en una jaula. En esta había dos botellas: una contenía agua y la otra agua con cocaína o heroína diluida.
En forma independiente de cuál fuese la rata solitaria utilizada, el resultado era el mismo: se volvía adicta al agua que contenía la droga y la consumía hasta que moría.
¿Qué ocurriría si esa rata tuviese más ratas a su alrededor? Fue el siguiente paso de este experimento.
Así fue como se creó una jaula que contenía un pequeño parque para ratas, con comida, pelotas de colores y todo lo necesario para que pudiesen divertirse.
Resultó que muchas ratas no bebían del agua que contenía la heroína o la cocaína y las que lo hacían, bebían de manera moderada.
De esta forma, surgió que la rata, en un entorno que la estimulaba en forma positiva, no desarrollaba una adicción.
Lo mismo sucede con las personas. La adicción a las sustancias no tiene que ver con ellas, más bien tiene que ver con lo que les genera.
Cuando nos aislamos de los demás, ya sea voluntariamente o no, nuestro cerebro empieza a producir una menor cantidad de mielina. Esto provoca cambios en el comportamiento cognitivo y emocional, pudiendo derivar en depresión, ansiedad o miedo.
Nos sentimos mal, y como personas necesitamos vincularnos a los demás. Somos seres muy sociales.
En el momento en el que esto no sucede y nos encontramos aislados por diferentes motivos, podemos convertirnos en adictos a las sustancias de una manera muy fácil. La razón está en que las drogas aumentan la secreción de dopamina, sustancia que nos genera bienestar.
Además, los efectos que tienen las drogas nos adormecen el cerebro, evitando pensar, desinhibiéndonos y permitiéndonos, por un momento, alejarnos de todo aquello que nos duele o afecta. Funcionan como una forma de evasión.
«La adicción es causada por una sensación de desconexión del adicto. No son las drogas, es su jaula».
JOHANN HARI
Final
Un aspecto decisivo es la historia familiar.
Si nuestros padres son adictos a las sustancias o si mantienen una relación tóxica, es posible que, como hijos, nos sintamos fuera de lugar, ignorados y aislados.
Este es un caldo de cultivo excepcional para buscar refugio en las drogas, ya que nuestro entorno no es esa jaula divertida y llena de amigos como había en el experimento. Se parece, más bien, a la de la rata que estaba sola.
Muchas personas, tras consumir cocaína, heroína o cualquier otra sustancia se sienten culpables tras haberse prometido no volver a caer en ello. Lo que no saben es que no son adictos a las sustancias. Están enganchados a lo que les genera.
Todo aquello que nos pueda afectar a nivel emocional puede provocar que busquemos en las drogas una forma diferente de sentir.
Al final, aquello de lo que nos volvemos adictos no es más que una válvula de escape, pero el problema continuará estando ahí esperando a que hagamos algo diferente para enfrentarlo.
El paso siguiente es la historia de Progetto Uomo.
(Continuará).