“Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: “¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!”.
MARTIN LUTHER KING
por ELIZABETH MAIER
Luego del etnocidio que tuvo su apogeo en la primera mitad del siglo XX, el mundo fue testigo de la instauración de los Declaración Universal de los Derechos Humanos poco después de la fundación de la Organización de las Naciones Unidas.
El texto proclama:
“Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.
Desde aquellos no tan tempranos años, los Estados miembros de la Organización o le han hecho honor o han traicionado el acuerdo, en forma indistinta y en un sinfín de modos.
En ese devenir, en 2011 también firmaron la Resolución 16/18 que propone combatir la intolerancia religiosa, la estigmatización, la discriminación, la incitación a la violencia y la violencia contra las personas basadas en la religión o las convicciones.
Sin embargo, el sucesivo cuestionamiento hacia la Organización y los fallidos resultados han dejado más dudas que certezas.
El avance de los gobiernos menos plurales, a a lo largo y ancho del planeta Tierra, desafía a los ciudadanos y a las instituciones a alinearse en la búsqueda de nuevas estrategias de concientización y trabajo.
“Los que niegan la libertad a otros no la merecen para ellos mismos”.
ABRAHAM LINCOLN
Estadounidenses, religión y discriminación
USA, la nación que tanto promocionó el compromiso hacia la libertad religiosa, hoy día traiciona sus principios fundadores.
Así lo demuestra un estudio realizado a 1.500 estudiantes musulmanes de 11 a 18 años en los estados de Los Ángeles, Orange, Alameda, San Francisco, Sacramento y Fresno por la institución CAIR LA (Council on American–Islamic Relations).
La investigación reveló que el 40% de los participantes de la encuesta experimentó algún tipo de violencia (verbal o abuso) a causa de su religión.
El promedio nacional estima que el 20% de la totalidad de los estudiantes estadounidenses de 12 a 18 años, con indiferencia en cuanto a sus religiones, sufrieron bullying en la escuela en 2017. Es decir, que la comunidad musulmana duplica la media.
Cabe mencionar que los promedios podrían demostrar cierta mejora respecto a años anteriores, ya que en 2017 el promedio medía un 57% en vez de 40%. Adicionalmente, la cantidad de niños y adolescentes que reportaron ser testigos de algún hecho de violencia hacia un musulmán, aumentó de 19% en 2016 a 39% entre 2018 y 2019.
No obstante, la institución encuestadora explicó que aunque a simple vista éstas variaciones parecen contradictorias, pueden deberse al mejoramiento de la capacidad para registrar la violencia por parte de los encuestados y al aumento de la concientización para denunciar.
Por otro lado, siempre en USA, un estudio del Pew Research Center, reveló que, de 32 preguntas acerca de tópicos religiosos, el estadounidense adulto promedio sólo puede contestar 14 correctamente.
Judíos, ateos, agnósticos y evangélicos protestantes son los que demuestran mayor nivel de conocimiento en religión. Además, se suman a este conjunto aquellas personas con un círculo social más diverso en materia de religión. Mientras tanto, las minorías étnicas y raciales tienden a saber menos en relación a la media.
El caso latino
La situación el Latinoamérica es en parte diferente, ya que la iglesia predominante es el Católica Apostólica Romana y las minorías religiosas varían en gran manera de país a país.
Aun así, entre el 60% y el 90% de los latinoamericanos se definen como católicos, a excepción de países del Caribe, que son mayormente protestantes.
A pesar de las variaciones, existe una constante en ambos polos: los grupos religiosos minoritarios siguen siendo discriminados a causa de sus creencias.
Apenas para ejemplificar:
El Centro de Promoción de la Libertad Religiosa y los Derechos Humanos (Ceplir) concluyó que el 71% de las denuncias por intolerancia religiosa recibidas entre 2012 y 2015 en Rio de Janeiro tuvieron como víctimas a miembros de religiones afrobrasileñas como el umbanda, el candomblé y el quimbanda.
Por demás está citar algunas de las declaraciones del presidente Jair Bolsonaro para observar el marco en el que la intolerancia religiosa se instaura (“el Estado es cristiano y la minoría que se oponga a esto, que se mude”, dijo durante su campaña presidencial).
En la Argentina, el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) publicó en 2014 algunos índices de discriminación religiosa en la 2da. Edición del Mapa de la Discriminación. El 57% de la población argentina sostuvo que se discrimina poco y nada a las personas que pertenecen a las minorías religiosas en Argentina. Sin embargo, en contradicción a lo que los encuestados asumieron, el 55% de la población religiosa del país dijo haber experimentado situaciones de discriminación.
Las comunidades religiosas con mayor identificación negativa en la Argentina son los gitanos y los musulmanes, mientras que son las personas pertenecientes a la colectividad judía y musulmana quienes más denunciaron discriminación por sus creencias religiosas.
En México la discriminación religiosa adquiere un papel preponderante, por su historia social y cultural. En el país, en 2017 la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) reveló que una de cada cinco personas en el país ha sido discriminada. De ese promedio, un 41% señaló que la violencia fue a causa de sus creencias religiosas. Y un 45% de la población religiosa afirmó que opina que en el país se respetan poco o nada los derechos de distintos grupos de población.
¿Tolerancia hacia las minorías?
Sin duda las problemáticas que enfrenta actualmente la aldea global en materia religiosa, variaron significativamente en las últimas décadas. En consecuencia, resulta ardua la tarea de advertir cuál será el devenir histórico.
Aun así, la historia es severamente clara para las minorías religiosas, y los líderes globales no titubean al posicionarse en lucha contra ellas, titulándolas de enemigas, adjudicándoles la responsabilidad por los males mundiales.
En la Biblia pueden encontrarse numerosos relatos de personajes o grupos minoritarios, víctimas de ese espíritu estrecho. Sin duda, el presente es irremediablemente similar al pasado.
Durante un período de hambre y sequía Elías, el fiel profeta de Dios, fue inculpado por perturbar Israel. El rey Acab lo buscaba por todo el reino, para acabar con él. Hasta que un día, Dios le pidió al profeta que se presentara ante el monarca para demostrarle quién era el verdadero Dios, sustentador de la naturaleza.
“Y sucedió que cuando Acab vio a Elías, Acab le dijo: ¿Eres tú, perturbador de Israel? Y él respondió: Yo no he perturbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, porque habéis abandonado los mandamientos del Señor y habéis seguido a los baales”.
1RA. DE REYES 18:17-19
Es emocionante la crónica de los acontecimientos que se sucedieron en el monte Carmelo.
En el mundo multicultural actual, donde las religiones cruzan todas las fronteras, muchos fieles a sus convicciones son acusados por males que persiguen a las naciones. En nombre del orden, de la paz o de la patria se infringen los peores daños.
Las estadísticas señalan que 61% de la población mundial vive en zonas en las que se cercena la libertad religiosa (según el informe de Libertad Religiosa en el Mundo de 2018 de la organización Ayuda a la Iglesia Necesitada).
Además, a pesar de la normativa que instituye Estados laicos, hay 198 países con gobiernos que tienen preferencias religiosas, y claramente, religiones mayoritarias.
El especialista en asuntos religiosos, Juan Martin Vives, afirmó:
“La tolerancia puede esa mezcla de indiferencia y concesión generosa que funciona únicamente cuando los otros no pasan desapercibidos, no molestan, no comiencen a reclamar sus derechos. Cuando quieren ser iguales, entonces surgen las tensiones y la tolerancia desaparece muy pronto. Cuando pienso que la libertad religiosa es un derecho para mí y para mí grupo no tengo problema que ese sea un derecho que se les niegue a los demás. (…) Y lo peor de todo es que voy a seguir llamando a eso, libertad religiosa”.
Aquí el video completo:
En este contexto, en el que los líderes gubernamentales y las organizaciones encargadas de defender las libertades de las personas, predican esa tolerancia ambigua, el ideal del sincretismo pacífico se aleja a pasos agigantados.