Para muchos, la noticia resultó inesperada y hasta disparatada. Para otros, simplemente confirmó lo que ya se había vaticinado a mediados del mes de agosto.
En aquel entonces, Robert O’Brien, consejero de Seguridad Nacional de EE.UU., aseguró que no se sorprendería de que el presidente Donald Trump fuera nominado al Premio Nobel de la Paz.
El asesor del mandatario lanzó su pronóstico horas después de que la Casa Blanca anunciara, a través de un comunicado, un “acuerdo de paz histórico” entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, el cual había sido posible gracias al “liderazgo y experiencia como negociador” del actual ocupante del Salón Oval. Al cierre de esta nota, domingo 13/09, el acuerdo se ha extendido al reino de Bahrein, territorio insular que depende en sus finanzas de Emiratos.
Un anuncio desconcertante
La predicción se cumplió este miércoles 09/09 cuando se dio a conocer que, efectivamente, el líder del partido republicano formará parte de la nómina de aspirantes al renombrado galardón que se otorgará en 2021.
La candidatura fue propuesta por el parlamentario noruego Christian Tybring-Gjedde, a menos de una semana para la firma del pacto en Washington.
No es la primera vez que el legislador del Partido del Progreso, autodenominado como un “liberal clásico” y conocido por sus inflexibles posturas antimigratorias, sugiere al dueño del sillón presidencial estadounidense como postulante a la condecoración que entrega el Comité Nobel Noruego.
Si bien las reglas de esta entidad prohíben realizar comentarios sobre las nominaciones, Tybring-Gjedde decidió hacer pública su preferencia y presentar argumentos en su favor.
“Trump ha intentado crear más paz entre las naciones que la mayoría de los nominados al Nobel de la Paz” sostuvo el político ultraderechista, además de puntualizar que el comité “debe mirar los hechos y juzgarlo por los hechos, no por la forma en que se comporta a veces”.
El Tratado de Abraham
La ceremonia formal de la firma del acuerdo entre el Estado de Israel y EAU está pactada para el 15/09 en la capital estadounidense, oportunidad en que se formalizará también el acuerdo con Bahrein.
Se espera la presencia del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el príncipe heredero de Abu Dhabi, Mohammed Bin Zayed. El yerno de Trump y embajador especial, Jared Kushner, acaba de visitar Bahrein.
El hecho es remarcable ya que sería, en el caso de Emiratos, la 3ra. ocasión en la que un país árabe normaliza sus relaciones diplomáticas con Israel, luego de Egipto en 1979 y Jordania en 1994. En el caso de Bahrein, la 4ta. ocasión.
El Tratado de Abraham, un nombre que evoca al patriarca que comparten las tres grandes religiones monoteístas surgidas en Medio Oriente -Cristianismo, Islam y Judaísmo-, pretende ser un paso más hacia la paz en una región conflictiva.
Uno de los principales temas que se abordarán en el cónclave es la promesa de Netanyahu de suspender su intento de anexión del territorio palestino ocupado por colonos judíos. Se trata de asentamientos en la región de Cisjordania que, según el derecho internacional, son ilegales.
De todas maneras, el primer ministro, prisionero de una coalición temporaria que terminará en elecciones en 2021, anunció que la medida era temporal, lo que significa que su proyecto aún “sigue sobre la mesa”. Sus adversarios lo presionan reclamando avanzar en una anexión que fue su propia promesa electoral.
Pero las intenciones de los actores involucrados en esta movida estratégica, en el marco de las próximas elecciones en USA y la necesidad de Trump de consolidar a los electores judíos estadounidenses y a los árabes moderados, no resultan tan transparentes como ellos quisieran mostrar.
Hay quienes afirman que ni siquiera puede considerarse un acuerdo de paz, ya que los ejércitos israelíes y emiratíes nunca se enfrentaron en un conflicto armado (como sí había sucedido con Egipto y Jordania).
Parece más un plan orquestado por Trump para
- mejorar su posición frente a uno de sus mayores enemigos, Irán, y
- aumentar sus probabilidades de lograr la reelección en noviembre.
Premio controversial
Frente a los recientes acontecimientos, cabe preguntarse: ¿merece recibir el presidente de EE.UU. el Premio Nobel de la Paz?
En primer lugar, vale la pena destacar lo que significa esta distinción.
Alfred Nobel fue un químico, ingeniero e inventor sueco que donó su fortuna, amasada fabricando explosivos utilizados en guerras, para crear un fondo destinado a condecorar a aquellos que más se destacaran en Literatura, Medicina, Física, Química y el desarrollo de la Paz.
Este último premio, instituido en 1901, se entrega cada año “a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos alzados y la celebración y promoción de acuerdos de paz”.
Con esa información en mente es fácil comprender por qué algunos de los ganadores fueron tan cuestionados a lo largo de los años, comenzando por el origen del galardón a causa de la vinculación de Nobel con los armamentos.
El paisaje completo
Pero, aún teniendo en cuenta los criterios utilizados para otorgar este reconocimiento, la candidatura de Donald Trump sigue siendo debatible.
Se le atribuye la iniciativa de promover la paz en Medio Oriente, como si su intervención en el Tratado de Abraham hubiese borrado de la memoria colectiva lo que sucedió el 03/01/2020 en el aeropuerto internacional de Bagdad.
Sin previa consulta al Congreso, algo que le recriminaron sus opositores del Partido Demócrata, Trump ordenó un ataque aéreo que acabó con la vida de, entre otros, Qasem Soleimani, un comandante iraní de alto rango.
Desde el Pentágono insistieron en que el jefe de la Fuerza Quds estaba “desarrollando activamente planes para atacar a los diplomáticos y miembros del servicio estadounidenses en Iraq y en toda la región”.
No obstante, un informe de la ONU calificó el bombardeo como “ilegal” y aseveró que Washington no tenía pruebas suficientes para respaldar su accionar, lo que constituyó una violación de la Carta de las Naciones Unidas.
Desde esta perspectiva es posible objetar la cruzada pacífica del mandatario estadounidense en Medio Oriente, que parece responder más a sus intereses geopolíticos y comerciales que al bienestar mundial.
La nominación de Trump al Nobel de la Paz también hace ruido puertas adentro, en USA, donde sus declaraciones sobre la represión policial y el racismo han hecho todo menos apaciguar los ánimos de una sociedad en estado de ebullición.
La paz según la Biblia
Hubo otro Tratado de Abraham en la historia, concertado por el patriarca mismo con Abimélec, rey de la ciudad de Gerar.
El acuerdo contenía un pedido particular del monarca filisteo: “Júrame ahora, por Dios mismo, que no me tratarás a mí con falsedad, ni tampoco a mis hijos ni a mis descendientes” (Génesis 21:23).
Esa unión íntima entre la paz y la veracidad también fue descrita por el salmista, cuando dijo: “El que quiera amar la vida y gozar de días felices, que refrene su lengua de hablar el mal y sus labios de proferir engaños; que se aparte del mal y haga el bien; que busque la paz y la siga” (Salmos 34:12-14).
La falsedad, cuando se combina el orgullo, se convierte en el principal terrorista contra la concordia. En el Sermón del Monte, antes de decir “Dichosos los que trabajan por la paz”, Jesús declaró: “Dichosos los humildes” (Mateo 5:5, 9).
Es un llamado de atención del cielo para los líderes que anuncian “¡Paz, paz!”, cuando en realidad no hay paz” (Jeremías 6:14), aquellos que no entienden que “el fruto de la justicia se siembra en paz para los que hacen la paz” (Santiago 3:18).
¿Sabrá Donald Trump que el Libro que sostuvo para una foto con fines propagandísticos frente a la Iglesia Episcopal St. John’s expone sus verdaderas pretensiones?
Habrá que esperar hasta 2021 para saber si finalmente se queda con el Premio Nobel, resultado que no sería improbable si es reelegido Presidente. Los estándares de la humanidad difieren mucho de los parámetros que Cristo dejó a sus seguidores.
“La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden”, enunció el carpintero de Nazaret (Juan 14:27).