Hay cinco axiomas comunicacionales para no opacar las fiestas a causa de las diferencias entre las personas.
En las vísperas de Navidad y a una semana de replicar la costumbre con la celebración de Año Nuevo muchas personas se vuelven a sentar en la misma mesa con familiares y conocidos que no ven desde las fiestas del 2018. Discusiones, ideologías políticas en contraste, desencuentros y traiciones sucedieron durante la última vuelta al sol o hace más aunque las rispideces continúen.
La cuota de orgullo de un lado y del otro es la promesa de un recuerdo no tan favorable de lo que suceda durante las cenas festivas. Para que tal sinsentido no tenga lugar, recordar los axiomas de la comunicación de Watzlawick no está demás.
La comunicación verbal y no verbal
Las personas se comunican mediante un conjunto de reglas de conocimiento vulgar, accesible a todos por el simple hecho de participar socialmente. Sin embargo, lo que está más a la vista suele ser lo más complejo de visibilizar ya que aquellas regulaciones operan aunque no hubo contrato de por medio que las viabilice.
Estas reglas se efectúan a través de la semántica, la sintáctica y la pragmática, como dimensiones interdependientes del lenguaje. Sin embargo es la pragmática la que presenta un nivel no verbal, es decir, el lenguaje corporal.
“Toda conducta, y no sólo el habla, es comunicación y toda comunicación, incluso los indicios comunicacionales de contextos impersonales, afectan a la conducta”. Watzlawick
La primera regla que advertir es que el cuerpo comunica más que las palabras. El psicólogo Albert Mehrabian estableció la famosa regla del 7-38-55 que establece un 7% dado por las palabras, el 38% por la voz (entonación, proyección, resonancia, tono) y el 55% por gestos, posturas, movimiento de los ojos, respiración, y otras características corporales.
Los axiomas de Watzlawick
Un axioma es una verdad indiscutible, es una “proposición tan evidente que se considera que no requiere demostración”. El psicólogo Paul Watzlawick es uno de los referentes del surgimiento de la terapia familiar y de la terapia sistémica, y establece cinco enunciados indiscutibles de la comunicación:
1- No es posible no comunicar
No hay un momento de hoja en blanco en cuanto al comportamiento, es decir que no es posible no comportarse. Consecuentemente, como la comunicación es más que lo verbal, también es imposible no comunicar. Watzlawick ejemplifica el caso con un hombre en su butaca de avión con los ojos cerrados: su simple posición corporal comunica que no quiere interactuar.
2- La comunicación tiene dos niveles: de relación y de contenido
Es la información definida por la metainformación o, dicho de otra manera, son los datos que se quieren trasmitir y las instrucciones de cálculo.
El autor compara ambas dimensiones con dos aspectos del circuito tradicional de la comunicación. Por un lado el aspecto referencial es el contenido y por el otro, el aspecto conativo caracteriza qué tipo de mensaje es.
El tono, el acento de la voz, la expresión facial, el contexto, las palabras elegidas, el ritmo de las declaraciones, en contraste con la relación que define a los dos hablantes, pueden ser causa de ambigüedades.
“La capacidad para metacomunicarse en forma adecuada constituye no sólo condición sine qua non de la comunicación eficaz, sino que también está íntimamente vinculada con el complejo problema concerniente a la percepción del self y del otro”. Watzlawick
3- La puntuación
La tecnología “smart” responde ante un estímulo, pero la comunicación humana es en tanto más compleja porque la interacción entre personas hablantes no es ininterrumpida ni constante, sino que existe un sistema de puntuación que organiza el diálogo.
Estas pautas son convenciones culturales y a la vez están definidas por la relación entre los participantes de la interacción (la puntuación no es la misma en una conversación de pareja que entre un hombre con su suegro, por ejemplo).
“La falta de acuerdo con respecto a la manera de puntuar la secuencia de hechos es la causa de incontables conflictos en las relaciones”. Watzlawick
4- Los seres humanos se comunican tanto digital como analógicamente
Lo analógico incluye “la postura, los gestos, la expresión facial, la inflexión de la voz, la secuencia, el ritmo y la cadencia de las palabras mismas, y cualquier otra manifestación no verbal de que el organismo es capaz, así como los indicadores comunicacionales que inevitablemente aparecen en cualquier contexto”. Y lo digital son las palabras que refieren arbitrariamente a las cosas.
Como en las computadoras, lo analógico es una aproximación al valor y lo digital es perfecto y preciso.
5- Los intercambios comunicacionales son simétricos o complementarios
Siguiendo con el ejemplo de la tecnología, a pesar de su calidad “smart” las personas dialogan siempre condicionados por el tipo de vínculo que medía entre ellos. Esta interacción puede ser simétrica si se caracteriza por la igualdad o por la diferencia mínima, o puede ser complementaria si está basada en un máximo de diferencia.
Todo el resto de los elementos comunicacionales deben están en armonía con estas reglas vinculares, ya que por ejemplo, en la cena navideña no resulta adecuado que la reciente pareja del menor de la familia se siente en la punta de la mesa o que de órdenes al resto de los presentes.
La Biblia es un manual de comunicación
Dios creó al ser humano con el don del lenguaje a diferencia de los animales. En su versatilidad y riqueza también puede apreciarse la importancia de poner en armonía la propia conducta con las leyes de la naturaleza.
Una vez más se recuerda que los mayores beneficios se obtienen cuánto mayor alineación entre las formas de vida y los principios plasmados en la Biblia, que aconseja sobre la comunicación sana y efectiva a lo largo de sus páginas.
En Proverbios 15:1 dice que “la blanda respuesta quita la ira; más la palabra áspera hace subir el furor”. Más adelante en el versículo 23 afirma que “el hombre se alegra con la respuesta de su boca; y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!”
También el Nuevo Testamento sugiere “sed prontos para oír, tardos para hablar y lentos para la ira” (Santiago 1:19) y en relación a los más pequeños: “no provoquen a sus hijos con la ira, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4).
Sin dudas la capacidad de interactuar con sabiduría es un deseo divino y para alcanzarlo tenemos un manual en la Biblia también la ciencia que enseña los métodos más certeros.
Prestar atención a la comunicación corporal, a la puntuación para saber cuándo escuchar o hablar y adecuar el contenido del mensaje con el tipo de relación vincular con el otro, son algunas de las pautas primordiales para no convertir una celebración en un mal recuerdo.