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Celibato, un tema difícil para los católicos

martes 14/01/2020

La opción por el celibato puede ser o religiosa o filosófica o social. Y o voluntaria o inducida o forzada.…

Robert Sarah y Joseph Ratzinger.

La opción por el celibato puede ser o religiosa o filosófica o social. Y o voluntaria o inducida o forzada. Sin embargo, en Occidente tiene un vínculo casi exclusivo con la Iglesia Católica Apostólica Romana. En Oriente es más diverso: puede ser la Iglesia Ortodoxa pero también el budismo y el hinduismo.

En India, ascetas y anacoretas introdujeron el celibato, porque se abandonaba el mundo material para buscar la explicación trascendental a través de la contemplación.

El caso más conocido es el de Siddharta Gautama (560 a.C. y 480 a. C.), o Buda, quien por un acuerdo familiar se casó a los 16 años, con una prima de su misma edad llamada Yasodharā, y ambos fueron padres de Rahula. Pero casi 30 años después, él abandonó el Palacio, vivió como asceta, luego practicó la meditación yoga bajo la tutela de dos maestros anacoretas, y más tarde recurrió al maestro Udaka Ramaputta, intentando redefinir la unión del individuo (Atman) con un absoluto (Brahmā) para así lograr la liberación: el celibato fue una decisión ya permanente en la vida del monje.

En el cristianismo, el celibato es una decisión del individuo pero nunca fue una disposición de Dios.

En Génesis, Dios les ordena y bendice a Adán y Eva:

Luego Dios los bendijo con las siguientes palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense. Llenen la tierra y gobiernen sobre ella. Reinen sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que corren por el suelo».”

GÉNESIS 1:28

El mandato fue reiterado a Noé, luego del Diluvio:

Después Dios bendijo a Noé y a sus hijos, y les dijo: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra.”

GÉNESIS 9:1

Y fue la gran promesa a Abraham:

Después de que Lot se fue, el Señor le dijo a Abraham: «Mira lo más lejos que puedas en todas las direcciones: al norte y al sur, al oriente y al occidente.
Yo te doy toda esta tierra, tan lejos como alcances a ver, a ti y a tu descendencia como posesión permanente.
¡Y te daré tantos descendientes que, como el polvo de la tierra, será imposible contarlos!
Recorre toda la tierra en cada dirección, pues yo te la entrego
».”

GÉNESIS 13:14-17

Etc. etc. etc.

Esta idea hebrea también se encuentra en el Islam, probablemente porque tienen el mismo origen en el patriarca padre de Ismael e Isaac. También de Zimram, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súa.

Desde un principio, las iglesias ortodoxas bizantinas​ exigieron la abstención de relaciones sexuales a todos los obispos, a los presbíteros y diáconos, solteros o viudos, a quienes no permitían ni casarse ni volver a casarse.

Pero las actuales normas fueron establecidas por el Concilio Quinisexto del 692 d.C.: los obispos no están obligados al celibato en el sentido de soltería, pero sí a la continencia completa.

benedicto francisco
Dos papas que defienden el celibato: Benedicto XVI y Francisco.

En los sucesivos siglos prevaleció la costumbre que todos los presbíteros debían o casarse o hacerse monjes.

En cambio el celibato en la Iglesia Católica Apostólica Romana es mucho más reciente, a menudo fue controversial pero en el siglo 21 es motivo de debates intensos entre los devotos y también el clero.

Desde el siglo IX, los señores consideraban que las iglesias y sus bienes pertenecían a su propio patrimonio. Los príncipes otorgaban la investidura episcopal y decidían a qué señores pertenecían las parroquias rurales, que recibían diezmos, ofrendas y donativos agrícolas para mantener al clero.

El sistema fue confirmado en 962 d.C., cuandoe el emperador Otón I de Alemania obtuvo del papa Juan XII la prerrogativa de designar a los Papas, y el emperador Enrique IV hizo uso y abuso de la norma.

En el siglo XI se produjo en Europa occidental un cambio de opinión.

En el sínodo en Letrán, en 1059 d.C., el papa Nicolás II (de ahí viene el término ‘nicolaísmo‘) ordenó la excomunión de los sacerdotes casados que no repudiasen a sus esposas y reservó a los cardenales el derecho a elegir a los papas.

El papa Gregorio VII (1073 d.C. a 1085 d.C.) avanzó en la reforma que inició León IX (1049-1054), quien depuso a los obispos que habían comprado su nombramiento, reafirmó la prohibición para los sacerdotes y diáconos de las relaciones sexuales, y ordenó confinar a las concubinas del clero de Roma en el palacio de Letrán como siervas.

El celibato tuvo que ver con la necesidad del Vaticano de reafirmar su autoridad ante los poderes políticos.

El II Concilio de Letrán, en 1139 , declaró los matrimonios contraídos por clérigos no sólo ilícitos, sino nulos,​ pero no excluyó totalmente la ordenación de hombres casados.

En 1322, el papa Juan XXII insistió en que no se debía ordenarse a un hombre casado sin el consentimiento de su esposa (por supuesto implicada por la prohibición de relaciones conyugales) y si la mujer se negaba a dar el consentimiento, el marido, aunque fuera ya ordenado, debería volver a la unión con su esposa y dejar de ejercer como sacerdote.

Luego el Concilio de Trento, en 1563, confirmó la exclusión de la capacidad de casarse de los ordenados, pero no negó la posibilidad de ordenar a hombres ya casados. Y ordenó establecer seminarios para la formación de candidatos célibes idóneos a las órdenes sagradas.

Sin embargo, desde 1951, con el papa Pío XII, se permite en casos particulares a ciertos hombres casados, antiguos pastores luteranos, calvinistas y anglicanos, ser ordenados sacerdotes en la Iglesia latina y continuar una vida matrimonial normal.

Aumentó el número de ordenaciones de casados exanglicanos después de la publicación de la constitución apostólica ‘Anglicanorum coetibus’ del 04/11/2009, con la que el papa Benedicto XVI estableció una estructura, llamada ‘ordinariato personal’, para la recepción en la Iglesia Católica de fieles e instituciones anglicanas.

Desde fines del siglo 20 y ya en forma reiterada en el siglo 21 se han conocido casos de abuso sexual de clérigos contra feligreses ocurridos durante los recientes 50 años. La insatisfacción sexual quedó como un debate que la institución intenta evitar aún cuando no se trata solamente de un problema de ‘los deseos de la carne‘ sino también de violación de derechos humanos y leyes vigentes.

Las limitaciones sexuales del sacerdocio, la ordenación de las mujeres y la recepción/condena a los devotos LGBT aparecen entre los temas tan reiterados como delicados en los encuentros entre teólogos católicos apostólicos romanos.

No hay ninguna relación entre homosexualidad y pedofilia ni entre abuso sexual y celibato.

Sin embargo sí corrobora que habría que profundizar no sólo el debate sino la formación de los clérigos.

Precisamente en estos días hay mucha controversia acerca del papa ya emérito Benedicto XVI, Joseph Aloisius Ratzinger, el mayor teólogo oficial mientras fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (exSanta Inquisición).

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Portada del libro polémico.

El debate

El actual director de comunicación del Vaticano, Andrea Tornielli, había anticipado la tormenta presente:

El 15 de enero se publicará en Francia un libro del cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, con una contribución del Papa Benedicto XVI. De la anticipación proporcionada por el diario Le Figaro, se toma conocimiento de que los autores entran con sus intervenciones en el debate sobre el celibato y sobre la posibilidad de ordenar sacerdotes a hombres casados.

Ratzinger y Sarah –quienes se definen como dos obispos en “obediencia filial al papa Francisco” que “buscan la verdad” en un “espíritu de amor por la unidad de la Iglesia”– defienden la disciplina del celibato y exponen las razones que, según su parecer, aconsejarían no cambiarla. La cuestión del celibato ocupa 175 páginas del volumen, con dos textos, uno del Papa emérito y otro del cardenal, junto a una introducción y una conclusión firmada por ambos.

Sarah, en su texto, recuerda que “hay un vínculo ontológico-sacramental entre el sacerdocio y el celibato. Cualquier debilitamiento de este vínculo pondría en tela de juicio el magisterio del Concilio y de los Papas Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Suplico al Papa Francisco que nos proteja definitivamente de tal eventualidad vetando cualquier debilitamiento de la ley del celibato sacerdotal, si bien limitado a una u otra región”.

Además, Sarah llega a definir “una catástrofe pastoral, una confusión eclesiológica y un oscurecimiento de la comprensión del sacerdocio” la eventual posibilidad de ordenar a hombres casados. Benedicto XVI, en su breve contribución, reflexionando sobre el argumento, se remonta a las raíces judías del cristianismo, afirmando que el sacerdocio y el celibato están unidos desde el principio de la “nueva alianza” de Dios con la humanidad, establecida por Jesús. Y recuerda que ya “en la Iglesia antigua”, es decir en el primer milenio, “los hombres casados podían recibir el sacramento del orden sólo si se habían comprometido a respetar la abstinencia sexual“.

El celibato sacerdotal no es ni jamás ha sido un dogma. Se trata de una disciplina eclesiástica de la Iglesia latina que representa un don precioso, definido de este modo por todos los últimos Pontífices. La Iglesia Católica de rito oriental prevé la posibilidad de ordenar sacerdotes a hombres casados y también para la Iglesia latina han sido admitidas excepciones precisamente por Benedicto XVI en la Constitución apostólica “Anglicanorum coetibus” dedicada a los anglicanos que piden la comunión con la Iglesia católica, donde se prevé “admitir caso por caso al Orden sagrado del presbiterio también a los hombres casados, según los criterios objetivos aprobados por la Santa Sede“.

Desmentido

Sin embargo, monseñor Georg Gänswein, Prefecto de la Casa Pontificia y secretario particular del Papa emérito, entregó un comunicado a las agencias periodísticas KNA y ANSA, acerca del libro sobre el celibato publicado en Francia con las firmas de Benedicto XVI y del cardenal Robert Sarah.

“Puedo confirmar que esta mañana, por indicación del Papa emérito, he pedido al cardenal Robert Sarah que se ponga en contacto con los editores del libro y les pida que retiren el nombre de Benedicto XVI como coautor del libro mismo, y también que retiren su firma de la introducción y las conclusiones”.

El Papa emérito, de hecho, sabía que el cardenal estaba preparando un libro y había enviado un breve texto suyo sobre el sacerdocio autorizándole a usarlo como él deseara. Pero no había aprobado ningún proyecto para un libro de doble firma, ni había visto y autorizado la portada. Fue un malentendido, sin cuestionar la buena fe del cardenal Sarah”.

Según ha confirmado el propio Sarah en Twitter, él acató la petición. “Considerando las controversias que provocaron la publicación del libro ‘Desde lo más profundo de nuestros corazones’, se decide que el autor del libro será para futuras publicaciones: Card. Sarah, con la contribución de Benedicto XVI. Sin embargo, el texto completo permanece sin cambios”.

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Jorge Bergoglio habló del celibato en el libro de diálogos con el rabino Abraham Skorka.

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Jorge Bergoglio (Francisco), siendo cardenal, en el libro de diálogos con el rabino Abraham Skorka, se manifestó a favor de mantener el celibato “con todos los pros y los contras que conlleva, porque son diez siglos de experiencias positivas más que de errores. La tradición tiene un peso y una validez“.

En diálogo con los periodistas en el vuelo de regreso de Panamá, el Papa había recordado que en la Iglesia católica oriental era posible la opción del celibato o del matrimonio antes del diaconado, pero había añadido, a propósito de la Iglesia romana: “Me viene a la mente esa frase de San Pablo VI: ‘Prefiero dar mi vida antes que cambiar la ley del celibato’. Me ha venido a la mente y quiero decirla, porque es una frase valiente, en un momento más difícil que éste, 1968/1970… Personalmente, pienso que el celibato es un don para la Iglesia… Yo no estoy de acuerdo en permitir el celibato opcional, no”.

En su respuesta, también había hablado de la discusión entre los teólogos acerca de la posibilidad de conceder dispensas para algunas regiones alejadas, tales como las islas del Pacífico: “No hay ninguna decisión por mi parte. Mi decisión es: celibato opcional antes del diaconado, no. Es una cosa mía, personal, yo no lo haré, esto queda claro. ¿Soy “cerrado”? Tal vez. Pero no tengo la voluntad de ponerme ante Dios con esta decisión“.

En octubre de 2019 se celebró el Sínodo sobre la Amazonía y se debatió el tema.

Tal como se puede leerse en el documento final, hubo obispos que pidieron la posibilidad de ordenar sacerdotes a diáconos permanentes casados.

Sin embargo, el 26/101/2019, en su discurso conclusivo, el Papa no mencionó el tema de la ordenación de los hombres casados, ni siquiera haciendo una alusión. En cambio, él recordó las cuatro dimensiones del Sínodo:

  • la inculturación,
  • la ecología,
  • lo social, y
  • lo pastoral, que “las incluye a todas“.

En ese discurso, él habló de la creatividad en los nuevos ministerios y del papel de la mujer, y refiriéndose a la escasez de clero en ciertas áreas y abundancia en otros.

Del celibato, nada.

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No es dogma sino tradición pero la Iglesia Católica Apostólica Romana
le concede una importancia decisiva a la tradición.

El debate

Los fragmentos que se difundieron del libro escrito por el cardenal Sarah, con una contribución de Benedicto XVI, en defensa del celibato sacerdotal, han provocado numerosos comentarios.

La web oficial del Vaticano, Vatican News, informó acerca de este tema recordando Decreto Conciliar ‘Presbyterorum Ordinis sobre el ministerio y la vida sacerdotal’, promulgado por Pablo VI el 07/12/1965:

La perfecta y perpetua continencia por el reino de los cielos, recomendada por nuestro Señor, aceptada con gusto y observada plausiblemente en el decurso de los siglos e incluso en nuestros días por no pocos fieles cristianos, siempre ha sido tenida en gran aprecio por la Iglesia, especialmente para la vida sacerdotal. Porque es al mismo tiempo emblema y estímulo de la caridad pastoral y fuente peculiar de la fecundidad espiritual en el mundo. No es exigida ciertamente por la naturaleza misma del sacerdocio, como aparece por la práctica de la Iglesia primitiva y por la tradición de las Iglesias orientales, en donde, además de aquellos que con todos los obispos eligen el celibato como un don de la gracia, hay también presbíteros beneméritos casados; pero al tiempo que recomienda el celibato eclesiástico, este Santo Concilio no intenta en modo alguno cambiar la distinta disciplina que rige legítimamente en las Iglesias orientales, y exhorta amabilísimamente a todos los que recibieron el presbiterado en el matrimonio a que, perseverando en la santa vocación, sigan consagrando su vida plena y generosamente al rebaño que se les ha confiado”.

El celibato tiene mucha conformidad con el sacerdocio. Porque toda la misión del sacerdote se dedica al servicio de la nueva humanidad, que Cristo, vencedor de la muerte, suscita en el mundo por su Espíritu”. Gracias al celibato, los presbíteros adhieren a Dios más fácilmente “con un corazón indiviso” y “se dedican más libremente en El y por El al servicio de Dios y de los hombres, sirven más expeditamente a su reino y a la obra de regeneración sobrenatural, y con ello se hacen más aptos para recibir ampliamente la paternidad en Cristo”. “De esta forma, pues, manifiestan delante de los hombres que quieren dedicarse al ministerio que se les ha confiado, es decir, de desposar a los fieles con un solo varón”, que es Cristo, y “se constituyen, además, en señal viva de aquel mundo futuro, presente ya por la fe y por la caridad, en que los hijos de la resurrección no tomarán maridos ni mujeres”.

Por estas razones el celibato, que al principio se recomendaba a los sacerdotes, fue impuesto por ley después en la Iglesia Latina a todos los que eran promovidos al Orden sagrado. Este Santo Concilio aprueba y confirma esta legislación en cuanto se refiere a los que se destinan para el presbiterado”.

Exhorta también este Sagrado Concilio a los presbíteros que, confiados en la gracia de Dios, recibieron libremente el sagrado celibato según el ejemplo de Cristo, a que, abrazándolo con magnanimidad y de todo corazón, y perseverando en tal estado con fidelidad, reconozcan el don excelso que el Padre les ha dado y que tan claramente ensalza el Señor, y pongan ante su consideración los grandes misterios que en él se expresan y se verifican. Cuando más imposible les parece a no pocas personas la perfecta continencia en el mundo actual, con tanto mayor humildad y perseverancia pedirán los presbíteros, juntamente con la Iglesia, la gracia de la fidelidad, que nunca ha sido negada a quienes la piden, sirviéndose también, al mismo tiempo, de todas las ayudas sobrenaturales y naturales, que todos tienen a su alcance. No dejen de seguir las normas, sobre todo las ascéticas, que la experiencia de la Iglesia aprueba, y que no son menos necesarias en el mundo actual”.

"Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres."

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