Desde Beijing (capital de China), Echo Xie escribió para el diario South China Morning Post (SCMP), de Hong Kong, acerca del negocio del consumo y comercio de animales salvajes en China (por pudor, probablemente, ella lo llama “vida silvestre“): 520.000 millones renminbis o yuanes (US$ 74.000 millones) al año, y empleo de más de 14 millones de personas, según un informe patrocinado por el gobierno y publicado por la Academia China de Ingeniería en 2017.
La web Urgente24 explicó horas antes el problema que sucedía en Beijing:
“(…) Desde 2003, cuando ocurrió el Sars (síndrome respiratorio agudo y grave, una forma grave de neumonía, que provocaba una dificultad respiratoria intensa, y algunas veces la muerte), China no trabajó en cubrirse ante un nuevo brote de la cepa.
De hecho, ambos coronavirus (2003 y 2019/2020) comparten el 80% de su genoma.
Además, ambos brotes ocurrieron en mercados que venden carne de animales salvajes.
El virus Sars se originó en murciélagos, pasó a los gatos de civeta (mamíferos carnívoros considerado un manjar en partes del sur de China), e ingresó a humanos en un mercado ‘húmedo’ (así le llaman a los que venden animales salvajes) en la ciudad sureña de Fushan.
Se cree que el nuevo coronavirus se propagó de murciélagos a serpientes, y luego a humanos en un mercado ‘húmedo’ en la ciudad china central de Wuhan.
En ambos mercados, los animales salvajes estaban a la venta.
Luego del Sars, el gobierno chino prohibió la matanza y el consumo de gatos de civeta pero no de los animales salvajes en general, pese al reclamo reiterado de la comunidad de científicos chinos.
Beijing consideró que una prohibición amplia sería una medida muy impopular, en especial en los sectores socioculturales bajos en China, y decidió no escuchar las advertencias. (…)”.
Ahora (24/02/2020), en SCMP, Echo Xie agregó:
“(…) China dijo que prohibirá el comercio y el consumo de animales salvajes, una industria multimillonaria que emplea a millones de personas, como parte de los esfuerzos para frenar los brotes de virus.
La epidemia de Covid-19 que ha matado a más de 2.500 personas en China y se ha extendido al extranjero se ha relacionado con animales salvajes que portan un coronavirus y se venden en los mercados para obtener alimentos. La mayoría de los investigadores creen que el virus saltó de un animal de mercado a un huésped humano, muta y luego infecta a otros“Desde el brote de Covid-19, el consumo de animales salvajes y la enormeamenaza oculta para la salud pública de la práctica han atraído una gran atención”, dijo el Comité Permanente del Congreso Nacional del Pueblo, informó la emisora estatal CCTV. (…)”
El decreto gubernamental “prohibió el consumo de animales salvajes e incluyó una ofensiva contra el comercio ilegal de vida silvestre para proteger la salud pública“, según el informe, y agregó que la prohibición entró en vigencia de inmediato.
La OMS dice que el 70% de los patógenos que causan enfermedades a nivel mundial descubiertos en los últimos 50 años provienen de animales.
Los ambientalistas y los conservacionistas de la vida silvestre acogieron con beneplácito la decisión, aunque otros comentaristas dijeron que el gobierno necesitaría brindar ayuda financiera a las compañías que manejan granjas de cría para tales animales.
Yang Heqing, subdirector de la Oficina de Derecho Económico, parte de la Comisión de Asuntos Legislativos del Comité Permanente de la APN, dijo que la prohibición del consumo incluía la vida silvestre protegida por la ley, otros animales terrestres y animales salvajes terrestres en granjas de cría, según el Diario del Pueblo, vocero del Partido Comunista Chino. La prohibición también prohíbe la caza, el comercio y el transporte de animales salvajes terrestres para comer.
Yang agregó que los animales acuáticos, el ganado, las aves de corral y otros animales que han sido criados durante mucho tiempo en el país no se incluyeron en la prohibición. Se permitirá el uso de animales salvajes con fines científicos y médicos, pero se fortalecerá la gestión sanitaria de dichas instalaciones, según el informe.
“Finalmente, existe una prohibición total de comer y comerciar con animales salvajes”, dijo Zhou Haixiang, miembro del Comité Nacional Chino para el Hombre y la Biosfera, un grupo de protección ambiental. “Es un gran paso en la protección de la vida silvestre”.
La ley vigente de protección de la vida silvestre de China se promulgó en 1989, pero estaba plagada de ‘lagunas legales‘, ya que el consumo de animales salvajes y la cría en cautividad se permitían con fines comerciales.
“La ley actual solo protege especies limitadas de vida silvestre, pero la prohibición prohíbe comer en un sentido general, no solo los animales que viven en la naturaleza, sino también los de la industria de la cría”, dijo Zhou.
En tanto, Zhou Ke, profesor de Derecho Ambiental y de recursos en la Universidad de Renmin, dijo que el negocio relacionado con la vida silvestre se había convertido en una gran industria en China y, por lo tanto, era difícil de regular desde el final del procesamiento de la cadena de la industria.
“Pero si el consumo está prohibido y la demanda disminuye, entonces nadie criará esos animales”, dijo.
Más de la mitad de las personas en la industria, alrededor de 7,6 millones, trabajan en la industria de la piel y el cuero, que moviliza unos 390.000 millones de yuanes. Cerca de 6,2 millones de personas trabajan en granjas de cría o procesan animales para alimento.
En algunas de las regiones empobrecidas de China, como Guizhou o la provincia de Guangxi, la agricultura de vida silvestre es una fuente importante de ingresos para las personas.
Moisés
La cuestión de la cría y consumo de animales salvajes para consumo humano remite a muchos a los tiempos de Moisés, quien estableció regulaciones alimentarias para el pueblo de Israel.
Para aquella época, fueron decisiones revolucionarias con impacto no sólo ceremonial sino también sanitario y alimentario, además de la higiene tanto individual como colectiva. Hasta el presente, la mayoría desconoce el cambio brutal que establecieron aquellas normas para la sociedad de la época en Medio Oriente. El caso de China permite remontarse a lo que fue el pasado de la Humanidad.
Los hábitos alimentarios resultan muy curiosos en algunas sociedades. Ainsi Charles Laurent, en un libro publicado en 1970, afirma que en 1870 en Francia había carnicerías donde vendían carne de perro, gato y rata gigante.
En zonas rurales de Suiza aún en el presente la carne de perro y gato son opciones culinarias.
El libro de Levítico recibió su nombre porque trata mayormente del sacerdocio, oficio que pertenecía a la tribu de Leví. Antiguos eruditos hebreos lo llamaron Wayiqra’, que es la primera palabra del libro, y los judíos modernos han retenido el nombre.
El Talmud lo llamó “La ley de los Sacerdotes“, o “La Ley del Sacrificio“. El subtítulo, “Libro 3ro. de Moisés”, no formaba parte del texto original hebreo, y fue agregado siglos más tarde. Y probablemente no sea correcto si se comprobara que Moisés escribió el Libro de Job antes que el Génesis.
El libro de Levítico es una parte integral de lo que Jesús llamó “la ley de Moisés” (Luc. 24: 44), que no es la “la ley de Dios“, que es inmutable (Mateo 5:17.19).
Tres ejemplos de las regulaciones:
“Después, el Señor le dijo a Moisés:
«Da las siguientes instrucciones al pueblo de Israel: nunca deberás comer grasa, ya sea de ganado, de oveja o de cabra.
Nunca deberás comer la grasa de un animal encontrado muerto o despedazado por animales salvajes, aunque puede usarse para cualquier otro propósito.
Cualquiera que coma la grasa de un animal presentado como ofrenda especial al Señor será excluido de la comunidad.
Donde sea que vivas, nunca deberás consumir la sangre de ningún ave o animal.
Todo el que consuma sangre será excluido de la comunidad»”. Levítico 7:22-27
“Luego el Señor les dijo a Moisés y a Aarón:
«Den las siguientes instrucciones al pueblo de Israel: de todos los animales de la tierra, estos son los que puedes usar para alimento:
puedes comer cualquier animal rumiante y que tenga las pezuñas totalmente partidas.
Sin embargo, no puedes comer los siguientes animales que tienen las pezuñas partidas o que rumian, pero no ambas cosas. El camello rumia, pero no tiene pezuñas partidas, así que es ceremonialmente impuro para ti.
El damán rumia, pero no tiene pezuñas partidas, por lo tanto, es impuro.
La liebre rumia, pero no tiene pezuñas partidas, así que es impura.
El cerdo tiene pezuñas partidas de manera pareja, pero no rumia, también es impuro.
No puedes comer la carne de estos animales, ni siquiera tocar el cadáver. Son ceremonialmente impuros para ti.” Levítico 11:1-8
“»Todos los animales pequeños que corren por el suelo son detestables, y nunca deberás comerlos. Esto incluye todos los animales que se deslizan sobre el vientre, como también los de cuatro patas y los de muchas patas. Todos esos animales que corren por el suelo son detestables, y nunca deberás comerlos.” Levítico 11:41-42
David Guzik, pastor de la Capilla del Calvario de Santa Bárbara, California (USA), afirma que entre los animales, los que eran considerados más inmundos caían en alguna de tres categorías:
- predadores (inmundos debido a que comían la carne y sangre de animales),
- carroñeros (inmundos porque eran portadores de enfermedades, y regularmente estaban en contacto con cuerpos muertos), o
- potencialmente venenosos o peligrosos para comer tales como crustáceos y parecidos.
Guzik cita al antropólogo Marvin Harris, quien desarrolló la llamada escuela de Materialismo Cultural:
“En general, se puede decir que las leyes protegían a Israel de una mala dieta, de bichos peligrosos, y de enfermedades transmitidas.”
Al eliminar los bichos de la dieta de Israel, no hay duda alguna que esto tuvo una consecuencia en la salud de las personas.
- “Los animales inmundos no ensuciaban a una persona espiritualmente, también había una inmundicia higiénica, e Israel fue librado de muchas enfermedades y plagas debido a su dieta limpia.”
- “Dios reclama el derecho de hablar en cada área de nuestra vida, incluyendo lo que comemos. Él tenía el derecho de decirle a Israel lo que pudiera y no pudiera comer.”
- “Uno de los grandes propósitos de las leyes alimenticias de Israel era para santificar –el separarse– de otras naciones. Esto hacía que el compañerismo con aquellos que no servían a Dios fuera más difícil.” (él recuerda el caso de Daniel y sus amigos en Babilonia).
No obstante, luego Guzik incursiona en una idea tan antigua como errada entre muchos cristianos, que ignoraron los hábitos saludables durante décadas. Él escribe: “algunos cristianos creen que estamos bajo la obligación de tener en cuenta una alimentación como la descrita en este capítulo. Pero este asunto fue arreglado de una vez por todas en el Concilio de Jerusalén en Hechos 15; donde fue determinado de que la obediencia a los rituales Mosaicos no eran requeridos para los seguidores de Jesús“, y cita a Pablo señalando que hay libertad de comer lo que queramos: 1 Timoteo 4:1, 3-5.
Ahí es donde Guzik se equivoca: si él mismo afirma que el Levítico contiene normas no sólo ceremoniales sino también higiénicas y sanitarias, resulta que luego él se contradice porque sólo considera lo ceremonial.
La contradicción es evidente cuando se la compara con la siguiente reflexión, que transmite la importancia de lo higiénico-sanitario sobre lo espiritual: “Se nos concede una sola vida; y la pregunta que cada uno debe hacerse es: “¿Cómo puedo invertir mis facultades de manera que rindan el mayor provecho? ¿Cómo puedo hacer más para la gloria de Dios y el beneficio de mis semejantes?” Pues la vida es valiosa sólo en la medida en que se la usa para el logro de estos propósitos. (…) Dios quiere que alcancemos el ideal de perfección hecho posible para nosotros por el don de Cristo.” (Ellen G. White, Consejos sobre el Régimen Alimenticio).
No obstante, han llegado los veganos para arrojar luz sobre todo este tema.
La historia del veganismo se mezcla con la del vegetarianismo.
Desde la Antigüedad ha habido personas que han renunciado al consumo de productos de origen animal, pero el término veganismo es moderno: fue acuñado en 1944 por Donald Watson con el objetivo de diferenciarlo del vegetarianismo, que rechaza el consumo de carne pero acepta el consumo de otros productos de origen animal, como leche, huevos y queso.
El veganismo es un estilo de vida en rápido crecimiento.
Elyse Durham, en la revista Christianity Today, es muy interesante porque provoca un debate muy actual, a propósito de las epidemias, el cuidado del medio ambiente y también la espiritualidad de las personas.
“(…) Aunque los veganos son una pequeña minoría en todo el mundo, un estudio de 2018 informó que dos de cada tres estadounidenses habían reducido su consumo de carne en los últimos años, citando los gastos y las preocupaciones de salud como las principales razones para hacerlo (aunque el impacto ambiental también era una preocupación frecuente).
Sin embargo, miles de años antes de que el veganismo se hiciera popular, la Biblia y la tradición cristiana incluían el ayuno como una forma de mantener actitudes saludables hacia la comida y administrar la tierra de manera responsable.
Dave Bookless, un experto en conservación de la biodiversidad que se desempeña como director de Teología de A Rocha International, señaló en una entrevista que el ayuno de carne y lácteos en ciertas épocas del año ha sido durante mucho tiempo una tradición cristiana.
(…) Tal como CT mencionó en 2006, algunos evangélicos han redescubierto el ayuno en tradiciones más antiguas. (…) Las Escrituras contienen innumerables casos de ayuno, la mayoría de los cuales son ayunos totales de comida y bebida (…). Pero el ayuno no requiere necesariamente una abstención total de los alimentos: también puede significar la simple evitación de la carne y los lácteos, como en los casos de Daniel (Dan. 10: 3). (…)
Leslie Leyland Fields, una escritora y educadora de Alaska, dice que las decisiones tomadas sobre la comida son inherentemente espirituales. En su libro ‘El espíritu de la comida’, Fields observa que (…) alabamos a Dios cuando damos consideración consciente y en oración a cómo comer con acción de gracias. “En todos sus aspectos: crecimiento, cosecha, preparación y presentación, la comida se da como un medio principal para atraernos a una relación correcta hacia Dios, hacia la creación y su pueblo”.
Para Bookless, los cristianos administran la creación cuando eligen abstenerse o limitar el consumo de carne. “Está muy claro que la Biblia nos dice que tengamos compasión hacia los animales”, dijo. “En el Salmo 145 versículo 9, dice que el Señor tuvo compasión de todo lo que ha hecho, y eso tiene implicaciones en la forma en que tratamos a los animales”.
Bookless argumenta que las granjas industriales que utilizan prácticas inhumanas e insostenibles violan el llamado de Dios para administrar la tierra y sus criaturas. “Algunos de nuestros métodos modernos e intensivos de agricultura industrial van en contra de la enseñanza de las Escrituras sobre la compasión por la creación de Dios”, dijo. Por lo tanto, comprar, preparar y comer carne criada en este tipo de granja podría considerarse éticamente y quizás incluso bíblicamente cuestionable.
El consumo diario de carne es relativamente nuevo en la historia humana.
Según Wilson J. Warren, autor de ‘Meat Makes People Powerful’, el consumo mundial de carne se disparó después de la 2da. Guerra Mundial, impulsado por la globalización, la ayuda federal a las granjas industriales y la expansión de los mercados de consumo, así como la fuerte publicidad de la industria cárnica.
La carne de res en particular, la más hambrienta de todas las carnes, se ha comercializado agresivamente para los estadounidenses. (Considere, por ejemplo, la campaña de 1984 “Dónde está la carne de res” o la “Carne de res: es lo que hay para cenar”, en 1993). Esta comercialización generalizada continúa hoy: en 2019, la industria de carne de res estadounidense gastó más de US$ 40 millones en publicidad. (…)
Bookless dijo que el consumismo de la industria alimentaria puede llevar a los cristianos a tomar malas decisiones. “Vivimos en una sociedad de excesos donde nos alientan a tener más comida, más posesiones, más cosas. La publicidad alimenta esta hambre insaciable”. (…)
El ayuno, por otro lado, puede ser una forma de romper con el consumismo y su idolatría inherente. “En nuestra cultura actual, existe el riesgo de tener una idolatría de dinero y posesiones y ceder a nuestros apetitos”, dijo Bookless. “El desafío de reducir el consumo de carne puede ser un rechazo de parte de esa idolatría”.
Las Naciones Unidas han declarado que la industria ganadera es un contribuyente principal al cambio climático. Una forma de abordar esto es que los consumidores cambien sus dietas. Según un estudio reciente en la revista Nature, el intercambio de productos animales por alternativas veganas de origen más sostenible podría ayudar a reducir los gases de efecto invernadero. Asegurar una dieta equilibrada sería un desafío, aunque posible. Los autores advierten a los consumidores que reemplacen la carne con alternativas “nutricionalmente sanas”. (…)”.
Es hora de regresar a la epidemia que otra vez comenzó en China: hay una alimentación saludable, y una que no lo es. No puede ingerirse cualquier alimento, y Dios ya lo había enseñado hace muchos años. Quien quiera oir, que oiga.
Quien quiera aprender más sobre consejos de alimentarios, encontrará aquí una valiosa ayuda.