La advertencia medioambiental que deja el coronavirus está aleccionando al mundo entero. Pero, ¿qué pasará cuando la economía global se reactive?
La advertencia medioambiental que deja el coronavirus
Mientras culmina el año más seco en la historia de Australia, el 2020 se inaugura con la noticia de 10 millones de hectáreas arrasadas luego de los incendios incontrolados y el koala posicionado como una especie en extinción.
Pero no fue el único desastre medioambiental que sacudió al mundo en los últimos meses. El pasado agosto las cenizas del incendio en Amazonas invadieron Latinoamérica y dejaron evidencias del punto que puede alcanzar la codicia humana.
Situaciones similares se replicaron en Guatemala y Honduras, secando ríos y despojando comunidades.
Todas estas catástrofes y más sucedieron en un contexto en el que se marca al 2019 como el segundo año con temperaturas más elevadas de la historia registrada con 1,1 °C por encima de los niveles previos, número superado únicamente por el 2016.
Las múltiples consecuencias de este fenómeno repercutieron fuertemente en el aumento de más del 30% del nivel del mar cuyas aguas alcanzaron grados inusitados.
Asimismo facilitó la transmisión del virus del dengue por los mosquitos Aedes y una mayor incidencia mundial, cobrándose las vidas más vulnerables y con menor acceso al sistema de salud.
Estos indicadores, sumados a la degradación alimenticia alrededor del mundo que pondera los ultraprocesados y convierte a lo natural en lujo de pocos, desembocan en un foco noticioso: la pandemia originada en Wuhan.
España está en situación de alarma con (al día 17/03/2020) 11.178 afectados y 491 muertos. En China son 81.033 los casos confirmados y 3.217 los fallecimientos. En Italia se anuncian cerca de 350 decesos al día y Estados Unidos prueba una vacuna a la vez que comunica las 87 muertes del domingo. Las cifras varían hora a hora y crecen paulatinamente en los países latinos.
Mientras tanto, en Argentina con más de 60 infectados aún está en marcha la aplicación de medidas extremas de prevención y el presidente Alberto Fernández volvió a explicar “no estamos dando licencia para que vayan a pasear, es para que nos cuidemos, a nosotros y a nuestros hijos” y pidió “quédense en sus casas”.
Al mismo tiempo que el coronavirus asedia a la población mundial, muchos se preguntan qué correlación tiene con el medioambiente.
Impresionantes imágenes de Venecia.. El agua de los canales es cristalina, Se ve a los peces y han vuelto los patos.. Tal vez cuando esto acabe tendremos que plantearnos seriamente como especie nuestra relacion con el planeta.. Buen momento para reflexionar.. pic.twitter.com/sYPFQMZkEM
— SayonaraTroika (@Sayo_cab75) March 17, 2020
La laguna si riappropria di Venezia, senza scarichi e senza traffico si vede il fondo dei canali
— Palli Caponera (@PalliCaponera) March 15, 2020
Dovremmo riflettere sullo sfruttamento dell’overtourism a Venezia pic.twitter.com/ChnG1WXNlu
Tres impactos positivos
1. Parálisis industrial
Frente al escenario del virus propagándose rápidamente, las industrias y comercios chinos debieron cerrar. A pesar de los efectos negativos que esto pueda llegar a tener, el ambiente se vio beneficiado por la reducción de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en un 25%, lo que equivale al 6% global.
Es decir que al comparar las últimas tres semanas de febrero de 2020 con las mismas del año anterior, China emitió 150 millones de toneladas métricas (mtm) de CO2 menos. El siguiente gráfico muestra la diferencia entre el país oriental y la situación latinoamericana en términos de contaminación, a modo de ilustrar la dimensión que adquiere:
Sin embargo el dióxido de carbono no es el único elemento que se redujo desde la aparición del coronavirus, sino que también el dióxido de nitrógeno (NO2) liberado al ambiente por las industrias, vehículos motorizados y fábricas disminuyó. El NO2 es un gas tóxico para las personas ya que puede causar diversas enfermedades de las vías respiratorias como: disminución de la capacidad pulmonar, bronquitis agudas, asma y alergias.
2. Reducción del tráfico
La obligatoriedad de la cuarentena en múltiples países repercutió en una menor cantidad de tráfico vehicular dentro de las ciudades y generó un impacto positivo en el medioambiente. Pero aún más notoria es la diferencia debido a la menor frecuencia de vuelos, considerando que el 5% de la contaminación mundial es provocada por los aviones.
Al igual que en China, en Italia también fue rápidamente visible el impacto en la reducción de CO2. Así lo demuestran las imágenes reveladas por ESA, centro europeo de observación de la Tierra:
3. Disminución de la caza y el tráfico de animales
Se conoce que el origen del COVID-19 se dio en los animales y que saltó hacia los humanos debido a su consumo, particularmente en China donde existe la tradición de ingerir animales salvajes comprados en mercados donde están apilados, razón por la que se cree que el contagio se traspasó entre especies y luego a las personas.
Estas condiciones, sumadas a la superpoblación y el desmonte, forjan la emergencia sanitaria que vive hoy el mundo entero.
No obstante, las autoridades chinas prohibieron de forma provisoria este comercio para contribuir al combate del virus y, como consecuencia, disminuyó la caza y el tráfico de animales exóticos que forma parte de un negocio ilegal que mueve alrededor de 20.000 millones de dólares al año y es el cuarto comercio ilícito con más ganancias después del narcotráfico, la trata y la falsificación.
Al igual que en la actualidad, se considera que los virus del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) y del Síndrome Respiratorio del Medio Oriente (MERS) surgieron y saltaron entre ejemplares como murciélagos, gatos y camellos hasta alojarse en los humanos.
Por lo pronto está prohibido criar, transportar o vender cualquier especie de animales salvajes hasta que culmine la pandemia.
Economía capitalista y medioambiente
Al considerar el escenario aparentemente prometedor para el medioambiente, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres declaró que “no debemos sobrestimar el hecho de que las emisiones se hayan reducido durante algunos meses. No combatiremos el cambio climático con el virus“.
Además enfatizó que “es importante que toda la atención que debe prestarse para combatir esta enfermedad no nos distraiga de la necesidad de derrotar el cambio climático”.
En plena propagación del COVID-19 el medioambiente ya dejó una lección sobre cómo actúa la naturaleza si la sociedad deja de obstaculizar su desarrollo y cabe preguntarse cómo va a reactivarse la economía después del impacto del virus.
La realidad se parece a la de 2003 cuando el SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) mató a cientos de personas en China y Hong Kong cuyo origen también fue un salto de animales salvajes a los humanos.
En aquella ocasión el gobierno chino prohibió temporalmente el comercio ilegal de aquellas especies pero los especialistas advirtieron que si se reanudaban, otro virus posiblemente aparecería. Y así sucedió.
Con todo, y más allá de las consecuencias del mantenimiento de aquellos comercios en condiciones insalubres, la ilusión de los ciudadanos de a pie va más allá y es que los grandes capitalistas tomen consciencia del daño que provoca la codicia.