Louis Markos, erudito de la Universidad Bautista de Houston, autor de “Heaven and Hell: Visions of the Afterlife in the Western Poetic Tradition” (El cielo y el infierno: visiones del más allá en la tradición poética occidental), comentó el más reciente libro de Michael Heiser, “Demons: What the Bible Really Says About the Powers of Darkness” (Demonios: lo que la Biblia realmente dice acerca de los poderes de la oscuridad). A partir de su comentario se disparan también otros:
Heiser viene investigando el tema desde hace tiempo. En 2018, él publicó “Angels: What the Bible Really Says About God’s Heavenly Host” (Ángeles: lo que la Biblia realmente dice acerca del ejército celestial de Dios).
Y antes, en 2015, él publicó “The Unseen Realm: Recovering the Supernatural Worldview of the Bible” (El Reino Invisible: Recuperando la cosmovisión sobrenatural de la Biblia).
Heiser, Doctor en Biblia Hebrea y Lenguas Semíticas y director ejecutivo de la Escuela de Teología de la Iglesia Celebration, en Jacksonville, Florida (USA), se ha interesado muy especialmente acerca de los ángeles que ni siquiera la muerte de Cristo pudo redimir.
La palabra ángel proviene del lat. tardío ‘angĕlus’, que llega del griego ‘ángelos‘, que es ‘mensajero‘. La palabra hebrea más parecida es ‘mal’ach‘, que tiene el mismo significado.
Antes de la creación del hombre, ya había ángeles:
- cuando los cimientos de la Tierra fueron echados, a una “alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios” (Job 38:7);
- después de la caída del hombre, fueron enviados ángeles para guardar el árbol de la vida, y esto antes que ningún ser humano hubiese fallecido (Génesis 3:24);
- los ángeles son, por naturaleza, superiores al hombre, pues el salmista refiriéndose a éste dice: “Lo has hecho poco menor que los ángeles” (Salmo 8:5).
Los ángeles no han existido desde la eternidad (Nehemías 9:6). En Colosenses 1:16-17, Pablo afirma que los ángeles fueron creados: “Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados; sean potestades; todo fue creado por medio de El y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y todas las cosa en Él subsisten.”
Pero los ángeles no fueron monopolio ni de judíos ni cristianos.
Gabriel Villablanca Vallejos, en una monografía completa, recuerda que Tales de Mileto y Pitágoras los ubicaron como base de sus creencias del ámbito divino. Aristóteles, por su parte, creía que los ángeles eran quienes movían los cuerpos celestes.
Pero fue entre los persas, en especial, donde la doctrina de los ángeles se desarrolló con potencia formidable.
Ahora bien, hay un texto bíblico muy interesante: Salmo 82:
Dios preside la corte de los cielos;
pronuncia juicio en medio de los seres celestiales:
«¿Hasta cuándo dictarán decisiones injustas
que favorecen a los malvados?
Interludio
»Hagan justicia al pobre y al huérfano;
defiendan los derechos de los oprimidos y de los desposeídos.
Rescaten al pobre y al indefenso;
líbrenlos de las garras de los malvados.
Pero esos opresores no saben nada;
¡son tan ignorantes!
Andan errantes en la oscuridad
mientras el mundo entero se estremece hasta los cimientos.
Yo digo: “Ustedes son dioses;
son todos hijos del Altísimo.
Pero morirán como simples mortales
y caerán como cualquier otro gobernante”».
Levántate, oh Dios, y juzga a la Tierra,
porque todas las naciones te pertenecen.
La descripción de una corte en los cielos ya la había abordado el Libro de Job (escrito, probablemente, por Moisés antes que el Pentateuco o Torá):
Un día los miembros de la corte celestial llegaron para presentarse delante del Señor, y el Acusador, Satanás, vino con ellos.
El Señor le preguntó a Satanás:
—¿De dónde vienes?
Satanás contestó al Señor:
—He estado recorriendo la tierra, observando todo lo que ocurre.
Entonces el Señor preguntó a Satanás:
—¿Te has fijado en mi siervo Job? Es el mejor hombre en toda la tierra; es un hombre intachable y de absoluta integridad. Tiene temor de Dios y se mantiene apartado del mal.
La presencia de Satanás en ese consejo o concilio, cuyo nombre original como ángel fue Lucifer, es interpretada, por diversos teólogos, como la consecuencia de la caída de Adán, cuyo lugar fue usurpado, entonces, por quien alcanzó dominio sobre la Tierra hasta el sacrificio expiatorio del Hijo de Dios, que ha retomado el control.
Heiser argumenta que Dios tenía la intención de que la presencia de Adán en aquel consejo resultaría un punto de conexión entre el Cielo y la Tierra.
Hay un relato bíblico acerca del aparente fracaso del plan original de Dios:
Luego los seres humanos comenzaron a multiplicarse sobre la tierra, y les nacieron hijas.
Los hijos de Dios vieron a las hermosas mujeres y tomaron como esposas a todas las que quisieron.
Entonces el Señor dijo: «Mi Espíritu no tolerará a los humanos durante mucho tiempo, porque solo son carne mortal. En el futuro, la duración de la vida no pasará de ciento veinte años».
En esos días y durante algún tiempo después, vivían en la tierra gigantes nefilitas, pues siempre que los hijos de Dios tenían relaciones sexuales con las mujeres, ellas daban a luz hijos que luego se convirtieron en los héroes y en los famosos guerreros de la antigüedad.
El Señor vio la magnitud de la maldad humana en la tierra y que todo lo que la gente pensaba o imaginaba era siempre y totalmente malo.
Entonces el Señor lamentó haber creado al ser humano y haberlo puesto sobre la tierra. Se le partió el corazón.
Génesis 6:1-6
¿Quiénes eran los nefilitas?
Los Nefilim o Nephilim eran, de acuerdo a este relato surgido de la pluma de Moisés, una legendaria raza de gigantes híbridos, surgidos de la unión antinatural entre ángeles (caídos) y mujeres humanas, los cuales habrían existido en la época de los patriarcas Enoc y Noé y, según algunos, se habrían extinguido durante el diluvio universal.
Esta idea aparece en un texto de la antigüedad, escrito por un historiador judío:
“Muchos ángeles de Dios convivieron con mujeres y engendraron hijos injuriosos que despreciaban el bien, confiados en sus propias fuerzas; porque según la tradición estos hombres cometían actos similares a los de aquellos que los griegos llaman gigantes“.
Flavio Josefo (37 d.C. a 100 d.C.),
Antiguedades de los Judíos Capítulo III.
El concepto de esos extraños gigantes vuelve a aparecer, siglos después del diluvio, en otro libro de Moisés, en Números 13:33:
Entonces comenzaron a divulgar entre los israelitas el siguiente mal informe sobre la Tierra: «La tierra que atravesamos y exploramos devorará a todo aquel que vaya a vivir allí. ¡Todos los habitantes que vimos son enormes!
Hasta había gigantes, los descendientes de Anac. ¡Al lado de ellos nos sentíamos como saltamontes y así nos miraban ellos!».
Un texto valioso para ubicar todo en contexto: Según la tradición rabínica, los anakim o anaquitas, los refaim o refaítas y los emim o emitas, eran pueblos pertenecientes a la misma raza nefilim. De hecho todos los términos citados se traducen por “gigantes”.
Los refaítas eran una antigua tribu cananea que vivía en las colinas de Judá y en la llanura filistea (Hebrón, Debir, Anab, Gaza, Gath y Ashdod). Antiguos habitantes de Canaán, ocupaban el Líbano y el área del Monte Hermón y construyeron una serie de ciudades fortificadas al norte de las costas de Siria y Transjordania. Vivían en la región que, posteriormente, ocuparon los moabitas y amonitas, descendientes de los hijos incestuosos que Lot tuvo con sus hijas.
A los primeros les llamaron emitas y a los segundos zomzomeos. En la parte occidental de Palestina se aliaron y se cruzaron con los caftorim, que habían llegado desde Creta, estableciéndose en áreas costeras y siendo conocidos, posteriormente, como filisteos y fenicios. Así, el filisteo Goliat, quien murió al lanzarle David una piedra con su honda, era refaíta.
Anak o Anac significa ‘gigante‘ y en el Midrash judío se explica que los anaquitas llevaban cadenas al cuello. Anac, su líder, era hijo del refaíta Arba. Los anaquitas fueron derrotados por Caleb, fiel al Dios viviente.
La historia del final de los extraños gigantes está en Deuteronomio 3:10-11:
Para entonces ya habíamos conquistado todas las ciudades de la meseta y todo el territorio de Galaad y de Basán, aun hasta llegar a las ciudades de Salca y de Edrei, que formaban parte del reino de Og, en Basán.
(Og, rey de Basán, fue el último sobreviviente de los gigantes refaítas. Su cama era de hierro y tenía más de 9 codos (N. de la R.: 4 metros) de largo y casi 4 codos (N. de la R.: 2 metros) de ancho. Aún hoy se puede ver en la ciudad amonita de Rabá).
Sin embargo, diversos grupos religiosos comparten la idea general de que estos gigantes no guardan relación con los personajes mencionados en Génesis.
Pero sí resulta vinculante el relato de Deuteronomio 32:7-8:
Recuerda los días pasados,
piensa en las generaciones anteriores.
Pregúntale a tu padre, y él te informará.
Averigua con los ancianos, y ellos te contarán.
Cuando el Altísimo asignó territorios a las naciones,
cuando dividió a la raza humana,
fijó los límites de los pueblos
según el número de su corte celestial.
Michael Heiser interpreta que el mal de aquella gente híbrida no concluyó con el Diluvio, condujo a la Torre de Babel, un desafío directo a Dios, y el resultado de esa rebelión, fue la división de la Tierra, dejando a Israel como una parcela para ser habitada por los descendientes de Abraham, a quien llamó para ese propósito.
Pero esto no cesó el conflicto, y de la continuidad del choque daría cuenta el Salmo 82.
Peor aún, descendientes de Abraham comenzaron a adorar a los dioses falsos de las otras naciones, provocando que Dios los exiliara en Babilonia, la tierra donde se había construido la Torre de Babel.
Sin duda, es una cosmovisión acerca de lo sobrenatural, contenido infrecuente en los textos convencionales sobre Historia antigua pero que Heiser hace brillar con abundante bibliografía y un conocimiento amplio de la lengua y la cultura semítica.
Ángeles caídos vs. ángeles fieles es, sin embargo, una constante en el relato bíblico. En verdad, el co-protagonismo de los ángeles en el gran conflicto va desde el Génesis al Apocalipsis o Revelación, el libro que el apóstol Juan escribió durante su exilio en la isla de Patmos, abundante en profecías sobre el tiempo del fin.
Louis Markos afirma que Heiser define una suerte de geografía específica habitada por seres espirituales opuestos al gobierno de Dios.
Pero no debemos temer, recuerda Heiser: Después de que Cristo derrotó el poder de Satanás, abrió el camino a un reclamo reivindicatorio que tuvo lugar en Pentecostés (Hechos 2), cuando el Evangelio fue llevado a todas aquellas tierras anteriormente gobernadas por los rebeldes hijos de Dios.
De todos modos, según TERCER ÁNGEL, estas cuestiones son muy complicadas de interpretar cuando se trata del presente. Sucede que algunos pretenden imponer que la Geografía del Mal sería un rectángulo que se extiende desde la décima hasta la latitud 40 al norte del ecuador, recuerda Markos. Esta “ventana 10/40“, tal como la llaman los estrategas misioneros, abarca el norte de África, Medio Oriente, China, Pakistán e India, donde reside la gran mayoría de los grupos de personas no alcanzadas por el cristianismo y donde la persecución es más fuerte.
Difícil confirmar esta apreciación cuando, por ejemplo, el racismo, la explotación de menores de edad y otras aberraciones también suceden hoy en el mundo supuestamente ‘civilizado y cristiano‘. ¿Acaso las aberraciones en el Occidente cristiano son menores o pueden recibir alguna indulgencia respecto de las cometidas en la ‘ventana 10/40’?
Difícil circunscribir el Mal a aquella geografía pero es cierto, y peligroso, que hay cristianos que utilizan estas elucubraciones para intentar una definición política y terrenal de los relatos bíblicos y sus profecías, y fundamentar su apetencia de poder secular.
De todos modos, nada de esto quita que resulte apasionante, por momentos, la lectura de las investigaciones de Heiser, en especial porque ya se conoce el final de la Historia.